Capítulo 21: Suegros.

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Castiel acababa de decir que había una similitud existente con la hija de puta de Debrah, y mi cuerpo no sabía aun cómo reaccionar. ¿Debía ser honesta y decirle todo el odio hacia él que estaba sintiendo? Sentí una furia brotando dentro de mí, un calor me envolvió y con algo de suerte logré que mi cerebro se conectara a mi lengua, evitando un problema mayor. Sin embargo, sentía ganas de gritarle, de decirle que era un imbécil, que nunca más volviera a llamarme así. Si bien Alex no fue nunca mi novio, ni siquiera se acercó a esa posición, seguramente a él no le gustaría que lo comparara con él. O si supiera que tuve una ex novia, probablemente también le desagradara el hecho de que lo comparara con ella. Observé su rostro, permanecía serio, no estaba enojado ni mucho menos por lo que llevó a preguntarme si lo decía en serio. Si, de hecho lo aseguraba. Demonios.
-¿Qué es lo que dijiste?-dije. Ahora mi voz sonó áspera, Castiel no pareció gustarle en absoluto mi tono, pero a mí no me había gustado nada su insulto. No me importaba que se tratara de una comparación, eso para mí era un insulto. Era como decirle a un presidente que se parecía a Hitler, o a un cristiano que sus pensamientos eran satánicos.
-Lo que oíste, Alaska. Te quiero, y mucho más de lo que tú crees, pero odio que me mientan. Y si le acabas de hacer eso a Viktor, ¿qué te impide hacerlo conmigo?-dijo Castiel. Ahora él al menos sonó algo más calmado, pero aún se podía ver enojo en el fondo de sus ojos. Resople, me incorporé en un vano intento de estar cerca de su altura, pero obviamente la diferencia de la misma era abismal.
-¿Qué se supone que le iba a decir? ¡Oh, Viktor! En un momento de mierda, en el cual estaba consumida por el miedo y la preocupación, supuse que eras sospechoso. ¿Te parece bien? Obviamente no le iba a decir eso, tengo algo de sentido común y sensibilidad por mis amigos. Además hace apenas unos minutos le mentí a Ámber diciéndole que nos íbamos a vivir juntos, y no te vi enfadarte por ello. Solo... me enferma que me compares con Debrah. A mí también me han dicho que era extraño verte feliz, porque la última vez que lo hiciste estabas con esa bruj... ella. Y desde que estamos juntos, lo único que escucho es su nombre. ¿Crees que eso no me molesta? Es una estupidez, ya lo sé. Pero no es lo mismo que me lo diga Chris que me conoce hace 1 día que me lo digas tú, que eres mi novio, mi amigo, mi compañero, que me conoces y ya sabes, todo lo que somos. Duele, Castiel. Duele y mucho. Imagina que mis amigos no pararan de compararte con Dakota, y un día yo me enojo por una idiotez y te lo digo. ¿Te gustaría?-dije. Sentía tanto enojo que apenas podía contener mis lágrimas. Castiel ahora me observaba en silencio. Pareció alterarse cuando dije el nombre del rubio.
-No estamos hablando de él.-dijo. Note que intentaba justificarse, pero obviamente no pudo hacerlo. Suspiré y me dejé caer pesadamente al asiento del auto.
-Tampoco habíamos hablado de Debrah, hasta que me dijiste que básicamente sales conmigo por algún motivo extraño, tal vez a te recuerdo a ella. No lo sé.-dije. Prácticamente no lo miré, junté mis manos y bajé mi rostro hasta poder mirar mis manos.
-No vuelvas a decir eso. Tu eres distinta, pero una de las cosas que no tolero son las mentiras.-dijo Castiel. Me consideré en decirle lo que había sucedido en el hospital con Dakota, pero sabía que sería una completa estupidez. Era preferible que él y yo lo habláramos como adultos. Mierda, ¿por qué era tan fácil complicar las cosas con Castiel?
-¿Distinta? ¿Sólo eso? Bien, supongo.-dije. Castiel pareció recapacitar en sus palabras. Yo no soy idiota, sé que Castiel me había dicho miles de veces lo "distinta" que era Debrah, solo que en ese momento no podía escuchar algo similar. Él pareció querer hablar, pero decidí interrumpirlo antes de que mi enojo terminara mal.- No toleras las mentiras, lo entiendo. A nadie le gustan, es totalmente comprensible. Pero tampoco toleras demasiado que me lleve bien con mis amigos masculinos. No sé si lo sabes, pero soy bisexual. De hecho, por un tiempo fantaseé con Violeta, así que si pretendes tener celos, deberías tener cuidado con cualquier ser humano. Creo que aquí el que debe confiar eres tú. A mí no me parece hermoso ningún otro ser humano que no seas tú, y por más que inclusive me paguen para besarlos, no lo voy a hacer. Porque sé que en mi casa te tengo a ti, y te adoro, Castiel. Y puedo ver que lo que te interesa de mí no es solo lo físico, porque me has mostrado un lado que desconocía de ti, el cual me encanta. Solo, calmate. Porque teniendo celos no conseguirás nada. Y sabes que a mí me molesta mucho que las personas me aten, viví toda mi vida con un imbécil que ataba a mi madre. Sabes que pienso dar todo de mí por ti, pero a cambio pido libertad. De hecho no la pido, la exijo. No funcionará esto si tenemos discusiones por si le digo a un amigo que confío en él.-dije. Castiel de pronto pareció asustarse con las palabras "no funcionará." Y no quería ser melodramática, simplemente pretendía ser realista. Mi relación con Castiel no saldría bien si seguía siendo así, y cuanto antes supiéramos que no funcionaria, sería mejor para ambos ya que sufriríamos menos a la hora de la separación. No estaba acostumbrada a estar en pareja, si es que aun podía llamarla así. Mis amigos habían estado siempre para mí, y no iba a dejar que ningún tipo de romance, que podía durar un día o tal vez para siempre, se interpusiera en mi amistad. Lo que el pelirrojo no parecía notar, es que eso lo incluía a él, ya que no solo es mi novio, sino que también es mi amigo. Castiel suspiró y yo me tomé la cabeza algo preocupada. Elevé mi vista hasta su mirada, estaba visiblemente preocupado. Me incorporé y con todo el dolor de mi corazón, sentí que al hablar la estaría cagando aún más, pero era algo necesario.
-Castiel...-dije. Mi voz se quebró, él de inmediato me observó prácticamente petrificado del miedo.
-Ni se te ocurra terminar conmigo.-dijo. No sonó como una amenaza, de hecho sonó casi como una súplica. Le puse una mano en la suya y negué.
-No, grandullón, no podría hacer eso. Me acostumbré a ti. Pero, no creo que lo mejor sea ver a tus padres hoy, después de lo que sea que haya pasado aquí. De hecho, creo que hoy me iré a dormir a lo de Rosa o Violet. Voy a ayudarte a ti y a Viktor a juntar todo lo que trajimos en el auto, pero cuando terminemos de hacer esto, me iré a la casa de mis amigas. Creo que es lo mejor.-dije. Él suspiró aliviado, por un segundo yo también me sentí aliviada de saber que él había reaccionado tan mal al pensar que le iba a terminar. Eso significa que le importaba y mucho, si fuera otro momento le diría alguna estupidez romántica como que me tenía loca de amor, o como que me encantaba cuando se ponía así de romántico. Honestamente tuve ganas de irme a la casa de Alexy, pero supuse que no sería conveniente hacerlo, seguramente solo empeorara las cosas y no me encontraba como para lidiar con un enfrentamiento amoroso.
-No es necesario que vayas a dormir con Rosa o Violet, puedo dormir en la cama de Lysandro y tú en la mía. O donde quieras...-dijo Castiel. Ahora parecía más calmado, de hecho aparentaba encontrarse aun algo sugestionado por aquellas dos palabras.
-No lo sé, tampoco quiero dejarte solo. Solo, creo que lo mejor es que hoy no vaya a lo de tus padres. Si quieres los podemos invitar algún día a que conozcan mi casa, o la tuya ya que me dijiste que tu padre nunca la había visto. Hoy no es mi mejor día, lo lamento mucho, Castiel.-dije. Él asintió levemente y me observó a los ojos.
-Lo entiendo, no es necesario que vayas-dijo Castiel.
-¿A dónde van a ir? ¡Tienen que venir a casa!-dijo iris. De inmediato reconocí esa voz, se trataba de Iris. Por favor, ahora no. Miré a Castiel y detrás de él venía un cabello tan rojo como el de él, ¿cómo no había podido notar que eran hermanos? ¿Qué otras dos personas tenían ese vivaz color de pelo? Había sido sumamente ciega como para no ver la clara similitud que tenían. Vi como venía corriendo hacia Castiel, una vez que lo tuvo lo suficientemente cerca saltó hacia él y pude ver como claramente eso le había molestado.
-Iris, por favor ahora no. Vete con tu energía y positivismo hacia otro lado.-dijo Castiel.
-Callate, sé que mueres por verme. ¡Oh, hola Alaska! El pelirrojo este me dijo que hoy iría a buscar a Demonio a la casa de mis padres con una compañía, supongo que eres tú. Por cierto, que linda que estás, me encanta ese vestido. Y creo que deberías hacerte más seguido los bucles, porque te resaltan la mirada y te hace aún más pequeña, te queda este look. ¿Ese es tu auto? ¡Qué lindo!-dijo Iris. Vi que señaló hacia el auto de Viktor, en su torbellino de palabras no me percaté de poner una cara algo más alegre, y tampoco noté que Viktor se aproximaba a nosotros.
-Hola Iris, no, es mi auto. Estamos ayudando a Alaska con su mudanza. ¿Cómo estás? Hacía tiempo que no sabía nada de ti.-dijo Viktor. Iris de inmediato miró a su hermano al ver que Viktor comenzaba a llevarse cosas mías dentro del apartamento del pelirrojo.
-Descuida, me estoy mudando a una casa a unos 20 minutos en auto de aquí. Solo estoy dejando algunas pertenencias aquí porque no encontré otro lugar. Y muchas gracias por notar que estoy algo distinta. Tú también te ves linda.-dije. Mi voz nunca había sido demasiado alegre, pero ahora se estaba notando y mucho. Castiel suspiró y me observó preocupado.
-Oh, qué bueno. Algún día tienes que hacer algo así vamos todos a conocerla. Si necesitas algo, puedo ver si tengo algo que te sirva.-dijo iris. Le sonreí en forma de agradecimiento. Vi que Viktor ahora bajaba de la casa, sintiéndose algo incómodo, parecía que había notado la discusión que tuvimos. Agradecí que Castiel nos interrumpiera.
-Esto, Vik va a llegar tarde a su trabajo si no nos apuramos, y Alaska tiene cosas que hacer. Por lo que solo seremos nosotros dos.-dijo Castiel a su hermana.
-Oh que pena, bueno, entonces supongo que si los ayudo habrá más tiempo libre y Alaska podrá al menos ver a Demonio. Le dije que vendrías y se puso como loco, no puedes desilusionarlo.-dijo ella sonriéndome.
-Iris, no. Solo, no insistas.-dijo Castiel. Suspiré, iba a lamentar profundamente esto.
-Creo que puedo sacar un tiempo para ver al pequeño Demonio.-dije. De inmediato vi como Castiel se sorprendía, aun no sabía si grata o negativamente.
-Vayan subiendo, nosotros los adelantamos.-dijo Castiel. Una vez que estuvimos solos, él decidió hablar.-no debes hacer esto. No te encuentras nada bien y siendo honesto, tampoco quiero darles una imagen falsa de ti a mis padres. No eres la persona más alegre del mundo, pero normalmente no estás tan deprimida.-dijo Castiel. Lo miré cálidamente, sentí repentinas ganas de llorar, de desplomarme en mi cama y dormir. De estar sola y maltratar a mi cerebro con la culpa.
-No puedo ver a tu hermana así de contenta, y en el fondo sé que estás algo ansioso por ello. Y esto será la muestra de lo que te digo, que estoy dispuesta a hacer lo que sea por ti. Incluso si quieres pretendo que soy una persona alegre. Y al menos así me aseguro que seguiremos juntos, este tipo de discusiones me cansan y me hacen poner en duda varias cosas, pero no que te quiero.-dije, intenté bromear pero lo único que pude hacer fue sacarle una sonrisa amarga a Castiel. Pareció repentinamente feliz ante mi demostración de cariño.
-Y yo a ti. Gracias, en verdad había hecho lo imposible para convencer a mi padre y mi madre está aún mucho más entusiasmada que Iris, por lo que espero que no te abrume demasiado su energía. Es algo así como si se fusionaran Rosa y Alexy.-dijo Castiel. Le sonreí y eso pareció alegrarlo medianamente.
Suspiré y comencé a subir junto a Castiel algunas de mis pertenencias. Una vez que nos encontramos en la escalera, vi como el pelirrojo se adelantaba poderosamente Mientras que yo me quedaba rezagada porque cada musculo de mi zona abdominal me dolía. Tuve que detenerme y descansar en la escalera, vi el cabello bermejo desaparecer entre las escaleras.
-¿Alaska?-escuché su voz. Lo vi aparecer desde las escaleras y bajó bastante preocupado cuando me vio de esa manera. Le sonreí una vez que vi que tomó las cosas que yo llevaba.
-Descuida, yo puedo.-dije. Él sonrió y tomó algo que se había caído del suelo. Era una serie de partituras. Las observé confundida, ¿cuándo había escrito todo eso? Él las leyó y sonrió.
-¿I need your love? ¿En verdad? Hace unos instantes parecía que me ibas a golpear. Si necesitas mi amor, es cuestión de decirle a Viktor y a Iris que se vayan y lo arreglamos en mi habitación.-dijo. Pude ver que se estaba conteniendo la risa, era un idiota. ¿Cuándo demonios había hecho esa canción de amor? ¿Desde cuándo escribía canciones de amor? Solía escribir canciones revolucionarias, de anarquía, de lucha, de odio, inclusive de muerte. Pero jamás de amor. De inmediato supe cuando la había hecho, cuando comenzaba a enamorarme de él, no paraba de escribir canciones de amor, y esta era la única que me había gustado tanto como para conservarla. Agradecí encontrarme enojada, de otra forma me hubiera sonrojado.
-Dame eso, Castiel.-dije. Él soltó una pequeña risa, era obvio que la canción estaba dirigida hacia él. De hecho, hasta parecía orgulloso haberme encontrado esa partitura justo en este momento, como si de alguna forma invalidara mi enojo actual. Pude ver que antes de hablar, me guiñó un ojo.
-Ten, pequeña testaruda. Sigueme.-dijo Castiel. Obedecí y lo seguí hasta su apartamento, el cual parecía mi habitación de la cantidad de pertenencias que tenía. Observé a mis amigos y luego de una incómoda charla, vi como Iris y Castiel bajaban hacia la salida. Antes de que pudiera bajar, sentí la mano de Viktor en mi hombro, lo miré e intenté poner mi mejor rostro. Mientras cerraba la casa y bajábamos las escaleras, escuché como me hablaba.
-Alaska, necesito hablarte un segundo. Lamento mucho, muchísimo si te causé alguna discusión con Castiel. Nunca fue mi intención, sabes que te aprecio mucho y que nunca te lastimaría a propósito. Voy a hablar con Castiel sobre esto cuanto antes, no puedo verlos así. A ti parece que te hubieran puesto una pesa en los hombros, de pronto te ves exageradamente deprimida. Tú no eres así, arriba el ánimo.-dijo Viktor. Le sonreí y sentí agradecida, antes de salir a la calle lo observé con agradecimiento.
-Gracias, Vik. Pero tranquilo, tú no causaste nada. Es una tontería de nosotros, ya todo estará más que bien.-dije. Él pareció algo triste por mi actitud, parecía realmente agotada.
Una vez que salimos a la calle, vimos a los dos hermanos hablando, apenas nos vieron interrumpieron su conversación y nos lanzaron una sonrisa.
-Bueno, yo creo que me iré porque si no llegaré a tiempo al trabajo. ¿Quieren que los alcance a algún lugar?-dijo Viktor.
-No, gracias. Iremos caminando, así tendremos tiempo de charlar. Son unas cuantas cuadras de aquí. Tú has ido, sabes donde es.-dijo Iris. La característica sonrisa de Iris parecía contagiarnos a todos de su energía, salvo a mí. De hecho, me sentí bastante mal de que hubiera optado por ello, no estaba de buen humor. Sentía que me estaba arrepintiendo en este instante de haber accedido y Castiel parecía comenzar a darse cuenta de ello.
-Como prefieran, nos vemos chicos.-dijo Viktor.
-Gracias por todo, Vik.-dije. Nos despedimos de él y fuimos caminando lentamente hasta la casa de Castiel. Yo iba siguiendo a los dos hermanos que no hablaban demasiado, pero aun así era mejor que mi silencio.
-¿Te encuentras bien? Normalmente eres más alegre.-dijo Iris.
-Ya sabes, si quieres retractarte estás a tiempo. Sin presiones.-dijo Castiel. Le esbocé una sonrisa a ambos. Iris pareció confundida, vi como miró a Castiel en búsqueda de respuestas pero él se limitó a sonreírme.
-Descuiden, estoy bien. Seguramente ver a Demonio me ayude a estar de un mejor humor.-dije. La respuesta pareció bastarle a Iris, Castiel ya sabía la verdad.
Prosiguieron caminando hasta que nos encontramos con un portón inmenso y una casa que parecía una mansión de fondo. Observé incrédula a Castiel, y pude corroborar que no era una broma cuando vi a Iris con las llaves. Ella abrió la puerta y nos hizo pasar, crucé una mirada con Castiel y comencé a sentir nervios, pánico, de hecho. Iris pasó con total confianza a un patio enorme, lleno de flores y con un pasto inmaculado. Observé hacia arriba, tenía tres pisos la casa. Mire a Castiel algo atónita, no podía quitar mi vista de todo esto. Pude notar que Demonio estaba por aquí porque habían juguetes de él desperdigados por doquier, esto o era una broma demasiado elaborada o realmente los padres de Castiel tenían demasiado dinero. Me acerqué disimuladamente a él y le susurré.
-Podrías haberme avisado que tus padres eran narcotraficantes, de otra forma no me explico la casa.-dije. Castiel se rió con fuerza, y rápidamente me respondió.
-Son pilotos de avión, descuida. Les vas a encantar, gracias por intentar sonreír.-dijo Castiel. Sin que Iris lo notara, me dio un rápido beso en la frente. Honestamente, no me molestó, pero tampoco me sentía cómoda de que me tocara. Le sonreí a modo de respuesta. Iris nos guio a través del jardín y abrió la puerta de entrada, contuve el aliento un segundo, estaba a punto de conocer a mis suegros. La pelirroja sin demora, abrió la puerta y de inmediato pude escuchar su voz perdiéndose en la casa.
-Mi madre se llama Valeria, puedes decirle Valerie. No le digas señora, se siente vieja de hacerlo. Mi padre se llama Jean-Louis, dile como quieras, con él es preferible que le digas señor. Y pase lo que pase, perdoname por esto.-dijo Castiel. Me hizo pasar rápidamente a la casa y de inmediato me presentó a una señora que se parecía tanto a Iris como a Castiel, llevaba el cabello rojo y tenía una energía que, aun sin abrir la boca, se notaba. Me asusté, no pude evitarlo, tenía a mi suegra allí.
-Hola mamá, vinimos a buscar a Demonio. Ella es Alaska, cantante, guitarrista, amiga, compañera de trabajo y...-Castiel fue interrumpido por una alegre voz, que hacía que Rosalya fuera una persona sumamente amargada.
-¡Y tu novia! ¡Bienvenida a la familia, cielo! Me alegro de tenerte por fin aquí, nuera. Ven, pasa. Sientate cómoda.-dijo ella. Espera, ¿qué mierda estaba pasando aquí? Observé a Castiel con pavor, le rogué con la mirada que me ayudara o que al menos me corroborara que se trataba de una broma pero solo conseguí una risa picara. Mi novio acababa de confirmarme que le había dicho a su madre sobre lo nuestro, y ahora tenía a la madre de ambos pelirrojos llamándome nuera, tomándome de la mano y llevándome a uno vaya saber dónde. Observé a Castiel sumamente enfadada y pude ver como con los labios me pedía perdón, oh definitivamente dormiría en el sillón esta noche. Crucé una mirada con Iris, la cual estaba pálida y apenas parecía darse cuenta de lo que acababa de suceder, juraría que ella ya sabía lo que pasaba entre su hermano y yo. Pero no le di mayor importancia, ya que unas fuertes pisadas me distrajeron. Vi a Demonio bajando a toda velocidad la escalera, apenas vio a su dueño y a mi comenzó a chillar como si de un chihuahua se tratara. Él saltó hacia mí, zafando mi mano de la de Valerie y haciéndome que me cayera al suelo. Me comenzó a lamer la cara con intensidad y eso solo bastó para alegrarme el día.
-¡Demonio! ¡Hola grandote! Cuanto te extrañaba.-dije.
-¡Demonio! Fuera, oh lo siento mucho. Sabes que es algo bruto, muy en el fondo se parece a Castiel.-dijo Valerie. Ella tomó al perro del collar y lo quitó de encima de mí, fueron cuestión de segundos para que él se abalanzara a Castiel mientras lloraba de felicidad, me volteé a ver el panorama y me encontré a mi novio jugando con un cachorro enorme. Se le veía a ambos que se encontraban con una felicidad radiante, y apenas Castiel me miró, le lancé una mirada cargada de amor, fue casi involuntario, debía recordar que aún seguía muy molesta con él.
-Descuida Valerie, a mí me encantan los perros y Demonio es prácticamente como mi cachorro.-dije. Le sonreí abiertamente y eso solo le bastó a la madre de Castiel para sonreír con una alegría digna de Alexy o Rosalya.
-No me digas Valerie, por favor. Estamos en familia, solo dime Vale, Val, suegra, como quieras. Y me alegro que lo consideres como tu propio can porque a juzgar por como actúa contigo, fue el primero en adoptarte como familia. Pero ven, sientate en el sillón. Cuentame todo de ti.-dijo ella. Se sentó con total comodidad mientras me observaba con ansias.
-Mamá, no seas insistente. Dale espacio.-dijo Castiel. Vi como Iris intercambiaba susurros con él, parecía aún más atónita que yo. Le sonreí intentando ser simpática y que no pareciera que en verdad me estaba burlando de ella. Aunque, hasta ese momento no me había percatado que la madre de mi novio me había dicho reiteradas veces que yo pertenecía a su familia. Familia, curiosa palabra. En 18 años que llevo de vida jamás me había sentido identificada con el significado de esa palabra, es decir, mis padres se llevaban muy mal, ambos eran hijos únicos por lo que no tenía ni tíos ni primos. No sabía nada de mis abuelos, y conociendo a mi padre, diría que igual los asesinó. Sin embargo los ojos rojos de Val me llamaron muchísimo la atención y afortunadamente me trajeron a la realidad, por lo que le sonreí y me senté junto a ella.
-Descuida Castiel, me siento sumamente cómoda y no me resulta insistente. De hecho, debo agradecer que se me haya recibido con tanto cariño aun cuando no me conocían. Bueno, tu sí, Iris.-dije. Solté una risa nerviosa, casi rogando no hacer ningún comentario idiota. Afortunadamente Iris sonrió y se lo tomó bien.
-En verdad podía suponer que estaban en algo, pero nunca pensé que pudieras plantearlo con tanta naturalidad. ¿Es por eso que estabas tan callada cuando veníamos a mi casa?-preguntó Iris. Asentí en silencio.
-No sientas nervios, aquí está todo más que bien. Y de hecho, yo si te conocía de tiempo antes. La primera vez que te vi fue a una semana de que tú comenzaras las clases, por lo que me comentó Iris y Castiel. Y fue en un concierto que dieron Demons, fui con Iris a verlos. Yo te vi, de hecho recuerdo haberte visto también con el cabello rizado, estabas con la novia de Lysandro y con una chica de cabello blanco hermoso. Cuando vi como Castiel te miró y claramente cuando lo escuché fallar las notas supe de inmediato que se tramaban algo ustedes. ¿Recuerdas haberme visto?-preguntó ella. Rápidamente vino a mi cabeza ese recuerdo, ¡tenía razón! Iris se encontraba algo extraña cuando estaba en ese concierto, fue la primera vez que escuché a toda la banda tocando, cuando escuché la maravillosa voz de Lys, cuando me encontré y recordé a Viktor y cuando me quedé hipnotizada con la guitarra de Castiel. ¡Sí! Recuerdo que Iris se encontraba algo apurada y también que estaba junto a una chica pelirroja de la cual solo pude ver su cabello. Era ella.
-¡Sí! Ahora que lo dices lo recuerdo. No sé ni cómo porque en verdad mi memoria es peor que la de Lys.-dije. Val sonrió y pareció orgullosa de que la recordara.-Aunque debo admitir que tú tienes una mejor memoria que la mía. Así que, ¿Castiel te habló de mi apenas una semana de que nos conocíamos?-dije. Él no lo sabía, pero me iba a vengar por lo que había hecho: decirle a sus padres sobre nosotros. Lo observé y vi como su pelo y mejillas se unificaban en unísono color rojo. Vi como Iris sonreía con algo de maldad y de inmediato comenzó a molestarlo.
-Mirate, te sonrojaste. ¿Te gusta Alaska?-dijo Iris. Ella lo empujó con suavidad y él le dio un golpe en el brazo, con algo más de fuerza.
-Y sí, pedazo de anormal. Por algo es mi novia.-dijo. Pude ver como se sonrojaba y evitaba a toda costa mirarme a los ojos. Si no me hubiera encontrado tan enfadada con él, seguramente mis mejillas se encontrarían tan rojas como su pelo. De todas formas, tuve que admitir que era un dulce por presentarme como su novia y de admitirlo con total sinceridad, aunque ello le supusiera bromas constantes de su hermana. Miré a Valerie y ella negó con la cabeza.
-Si quieren jugar a quién sonroja más a Castiel, creo que yo gano.
-Mamá, por favor no empieces.-dijo Castiel. Le sonreí, debía admitir que me estaba divirtiendo como nunca, pero obviamente él no la estaba pasando nada bien.
-Yo empiezo. Alaska, una vez él me dijo que cuando tú cantabas sentía que eras especial, que eras una chica única y que nadie podía compararse contigo.-dijo Iris. Pude ver las mejillas del pelirrojo enrojecer con aun más fuerza, sin embargo le sonreí con dulzura, procurando que entendiera que sabía lo que decía.
-Bueno, creo que lo más evidente es ver como se encuentra ahora. Miralo, nunca antes se había sonrojado por alguien. El amor te pegó con fuerza, ¿verdad Cassy?-preguntó su madre. Castiel masculló algo inaudible, me tomó la mano y se encaminó hacia la puerta.
-Gracias.-dijo. Se dirigió hacia su madre y hermana, las cuales parecían contener la risa. Una vez que estuvimos afuera, me observó, se lo veía bastante molesto.-Lo siento. Se comportan como auténticas idiotas a veces. Si no te sientes cómoda, eres libre de irte cuando quieras.-dijo. Le puse una mano en la suya y ésta vez le sonreí con total cariño.
-No me parecen malas personas, al contrario. Simplemente hacen muchas bromas, creeme, si tuvieras amigos como Rosa o Alex, eso sería lo de menos. En verdad, todo esto me ha hecho olvidar la discusión que tuvimos antes. ¿Prefieres que me vaya? No me molesta quedarme.-dije. Él pareció dudarlo un poco, hasta que me incorporé en puntillas de pie y le di un suave beso en la mejilla.-Anda, Cassy. Muero por conocer un poco más de tu familia.-dije. Él sonrió y pareció sentirse agradablemente complacido. Me tomó de la mano y nuevamente entramos a la casa. Vimos como ambas pelirrojas se encontraban sentadas una a la par de la otra, Castiel me guio por la sala hasta que nos sentamos juntos. Pude sentir algo de nervios, nunca me había sucedido esto antes y realmente agradecía mucho que la familia de Castiel se lo estuviera tomando tan bien. En especial Iris, no la conocía en profundidad pero parecía una chica algo celosa cuando se trataba de su hermano. Supuse que la comprendía, si a mí me daba celos de que alguna chica se le acercara a Alexy y únicamente era mi mejor amigo, podría imaginarme como sería con un hermano. Sin embargo, me encontraba rodeada de pelirrojos. Por un segundo me pregunté si el padre de mi novio tendría el mismo color de cabello que el resto de su familia, tuve una repentina curiosidad por conocerlo.
-Antes de que a Castiel le entrara un ataque de vaya uno saber qué, nos estabas por contar todo de ti. ¿Trabajas? ¿Estudias? ¿Haces algo más además de la banda? Iris, cariño, ¿puedes traer algo de comer?-dijo Val. Ella asintió.
-Espera, te ayudo.-dije. Me incorporé y la seguí a una hermosa cocina, intenté acercarme a ella para poder hablar algo más en privado, pero Iris se me adelantó.
-Escucha, sé que eres una muy buena chica. Tienes a mi hermano en la palma de tu mano, se nota, porque cuando estaba con Debrah apenas se toleraban. Y tú no eres igual a ella. En verdad quería disculparme si actué un poco extraña, lo quiero mucho a Castiel y me dolería mucho que él terminara lastimado. De todas formas, puedo ver que a ti te gusta y mucho. De hecho hacen una muy linda pareja. ¿Podría preguntarte algo?-preguntó iris.
-Gracias, yo también debo disculparme si actué un tanto extraña. Creía que tú eras la novia de Castiel, ya sabes, porque eres a la única persona del género femenino que le permite tocarlo y hacer bromas sobre él. Así que seguramente en algún momento me comporté como una imbécil contigo, me disculpo. Y por supuesto, lo que quieras.-Le sonreí. Ella había calmado su energía y positivismo para dar paso a una seriedad que era atípica en ella.
-¿Por qué discutían? Descuida, él no me dijo nada. Sabes que nunca habla de sus problemas, pero puedo reconocer cuando se encuentra mal. Y siendo honesta, pocas veces lo vi fingir que se encuentra bien. ¿Puedo ayudar en algo? No quiero entrometerme demasiado en su relación, pero es como dije, me preocupa mi hermano.-dijo iris. Suspiré. ¿Decirle lo que había pasado era una buena idea? Confiaba en ella, pero no sabía con toda certeza qué hacer. Le sonreí con pesar, y finalmente accedí.
-En verdad es porque me comparó con Debrah y me puse de muy malhumor. Fue solo eso. Descuida, estamos bien y seguiremos estándolo. Me alegra que tenga un vínculo tan fuerte contigo, porque creo que ahora nos serás de gran ayuda. Él me dijo que no se llevaba demasiado bien con tu padre, por lo que el objetivo es que hablen ambos e intenten solucionar sus problemas. Se supone que yo haré de intermediario porque aparentemente soy la única capaz de mantener a Castiel en un nivel medianamente calmo. Y si tú pudieras ayudarnos, sería genial. Yo debo serte honesta, estoy aterrorizada de cagarla. Tengo miedo de no simpatizar con tu familia y en verdad no me importaría demasiado si no fuera porque Castiel en mi vida es muy especial. Y pretendo quedarme en su vida mucho tiempo. Así que...-dije. Ella sonrió de una forma que hacía tiempo no la veía hacer.
-¡No lo puedo creer! ¡No me lo creo! ¡Felicitaciones! ¡Muchas gracias! Con mi familia creíamos que Castiel iba a terminar solo, deprimido y fumando, pero algo que pude notar con el tiempo es que dejó de oler a tabaco así que asumo que fuiste tú.-dijo Iris.
-Sí, es mi responsabilidad eso. Y muchas gracias. Espero durar mucho con él.-dije. Ella sonrió con una felicidad poco vista.
-No tengo palabras para agradecértelo. Eso ya es un punto fuerte para tratar con mi padre, seguro ayudaré. Gracias, por traer paz a nuestra familia.-dijo iris. Ella me abrazó con fuerza, apenas pude retener un chillido de dolor, mi espalda dolió como nunca antes. Sin embargo, me preocupé por el abrazo de Iris, ¿qué tanta paz debería traer a una familia? ¿Una sola persona podría con todo ello? Por un segundo me preocupé, ¿en qué mierda me estaría metiendo?
-¿Por qué se demoran tanto? Mamá me tiene harta preguntándome si como bien, si dejé de fumar y definitivamente me está bombardeando a preguntas incomodas sobre si usamos protección y eso. Así que las necesito urgente. Después se muestran afecto.-dijo Castiel. Apareció de la nada, por lo que rápidamente nos soltamos, él recogió algunas cosas para comer y las llevó. Observé a Iris y me sonrió.
-Vamos, cuñada.-dijo. Pude ver que fue caminando sumamente feliz detrás de su hermano, iba dando pequeños saltitos. Eran increíblemente distintos en su personalidad, Castiel caminaba normal, no sé. Tenía pisadas largas y tranquilas, sin embargo Iris parecía una niña. Me pregunté si sería la hermana menor. Tenía la vaga impresión que en verdad tenía la misma edad.
Una vez que llegamos al comedor, dejamos las cosas en la mesa, Val e Iris sirvieron lo necesario.
-Querida, Castiel me decía que lo ayudaste a dejar de fumar. ¿Es eso cierto?-preguntó. Observé a mi novio, el cual me puso una mano en la pierna. Asentí tímidamente.
-Sí, de hecho todo comenzó el primer día que lo vi. Esto probablemente no hable bien de mí, pero lo conocí peleándose con Nathaniel. El primer día de clases me habían enviado a detención porque Ámber me había insultado, por lo que le respondí con sutileza. Recuerdo que lo primero que le dije fue idiota. Quién diría que hoy nos encontraríamos así.-les dije. Vi como mis mejillas se sonrojaban y de inmediato bajé la mirada con vergüenza. Castiel se encontraba igual, buscó mi mano para acariciarla. Le lancé una pequeña sonrisa. Y así, proseguí hablando sobre nosotros. Como nos habíamos conocido, cómo fue que entablamos amistad, les narré lo sucedido con Lysandro. Hace 4 meses atrás había creído que era un ladrón y que hirió a Castiel. Les expliqué que nuestro vínculo creció al tener gustos similares, trabajar juntos y hasta cuando me uní a su banda.
-Han pasado mucho hasta estar de novios. ¿Y de ti? ¿Qué puedes decirnos?-dijo Val. Castiel le lanzó una mirada de reproche, como si ella se encontrara invadiendo mi espacio personal.
-No mucho, estudio fotografía, en este momento me estoy por mudar, trabajo con Castiel, toco la guitarra, el bajo, canto y sé un poco de piano.-dije. A la madre de los pelirrojos pareció iluminarse la vista cuando supo que tocaba piano. Castiel tenía razón, debía apelar a la música. Ella de inmediato se emocionó a niveles nunca antes vistos.
-¡¿En verdad?! Te había visto en vivo varias veces, y puedo afirmar que tocas y cantas increíblemente bien. De hecho no te imaginaba tocando el piano, ¿podrías tocarnos algo? En el recibidor hay uno, no sé si lo notaste. Desde pequeña he adorado el piano, pero por falta de tiempo nunca pude aprender, además creo que a esta altura ya no podré hacerlo.-dijo val. Me incorporé y tras ver los gestos de ella de que la siguiera, la obedecí hasta que me dirigió hacia un hermoso piano negro, totalmente lustrado. Me hizo un gesto para que me sentara a tocar, y accedí. Busqué con la mirada a Castiel, pero había desaparecido.
-No sabía que habías ido a nuestros conciertos, muchas gracias por el apoyo. Y creo que nunca es tarde para comenzar a estudiar algo que te gusta. Yo estoy aprendiendo hace unos 10 meses, así que tampoco sé demasiado pero seguro te puedo ayudar. Además tu hijo es músico, al igual que sus amigos. Yo puedo ayudarte, si algún día estoy con mi guitarra puedo traerte algunas partituras y enseñarte lo básico. ¿Conoces al menos las 4 notas básicas?-pregunté. Ella negó, vi como Iris nos observaba bastante divertida. Le hice un gesto para que se sentara junto a mí.
-Para iniciar debes saber que una redonda equivale a cuatro tiempos, una blanca a dos, una negra a uno y así sucesivamente...-proseguí explicándole lo básico, hasta que finalmente decidí mostrarle en el teclado lo que le había enseñado. Ella parecía fascinada con la agilidad que mis dedos se movían, me observaba maravillada y por un segundo pude sentir que ella ya me adoraba. No podía comprender lo que esto implicaba, ni mi propia madre me quería, por lo que era un sentimiento totalmente nuevo para mí.
-No sabía que eras tan buena. ¿Solo llevas 10 meses aprendiendo? Parece que tocaras el piano hace años.-dijo iris. Le sonreí y pude ver que Val también se encontraba bastante ansiosa.
-¿Tienes alguna canción particular hecha? Me encantaría escuchar algo de tu puño y letra.-dijo Val. No pude evitar sonreír, le debía una a Lysandro. La única canción adaptada a clave de fa que tenía era la que Castiel había visto hace unos minutos, lamentablemente para mí la canción hablaba del amor. De cómo necesitaba una persona a la otra. Suspiré, al menos era mejor que vieran que escribía esas idioteces que las otras canciones de muerte y depresión que solía escribir. Agradecí que Castiel no se encontrara por aquí, seguramente me daría muchísima vergüenza que él me escuchara cantar esto. Observé a ambas pelirrojas y decidí confesar.
-Sí, tengo una canción algo ridículamente cursi. Les apuesto 10 dólares a que adivinen en quién está inspirada.-dije. Sentí algo de rubor en mis mejillas y pude ver como ambas también se sonrojaron gratamente. Me soné los dedos y comencé a tocar lentamente, sentía la música haciendo eco por toda la habitación. Pude ver de inmediato a la madre de Castiel maravillada con el sonido de los agudos y graves del piano, en mi mente aparecían las notas rápidamente mientras iba tocando cada teclado. Me relamí los labios y con total confianza comencé a cantar. Mi voz esta vez sonó suave, pausada, armoniosa y se podía escuchar todo el cariño que le tenía a Castiel. Sí, hace una hora aproximadamente estaba sumamente enojada con él, y aún seguía estándolo, pero no podía evitar admitir que lo quería y mucho. Seguramente fuera eso lo que no me hizo gritarle, decirle que era un imbécil por haberme comparado con su ex novia. Ya no importaba, cuanto más pensara en ello, peor seria. Para todos. Era evidente que la familia de Castiel necesitaba un cambio para él, él mismo necesitaba algo de cariño y una persona que lo comprendiera, y yo lo necesitaba. Esto era un círculo vicioso.
Sin embargo, una guitarra acústica me distrajo, de la nada comencé a buscar de donde provenía ese sonido. Busqué sin ser demasiado curiosa hasta que vi a la madre de Castiel prácticamente con los ojos llorosos, por lo que me preocupé, me volteé en dirección hacia donde ella miraba y descubrí a Castiel tocando una guitarra. ¡Obvio! Nadie podía tocar tan bien como él. Le sonreí con dulzura, aunque debía admitir que me impresionaba la armonía que teníamos. ¿Cómo hacía para poder tocar tan bien? Había leído únicamente una vez la letra de la música, y sin embargo parece que lo hubiéramos ensayado toda la vida. Además, otro aspecto que me asombraba era la versatilidad de sus manos, podía tocar la guitarra con un odio asombroso y a la vez estar tocando una de las melodías más suaves que había compuesto. Estas cosas me sorprendían, no creía en el amor para toda la vida, ni siquiera en el amor a primera vista. De hecho, apenas creía en el amor, pero este vínculo que compartíamos me hacía cuestionarme si en verdad no estaba equivocada. ¿Con qué otra persona tenía un vínculo tan grande como para tocar una canción sin haberla practicado? Supuse que era porque ambos éramos músicos hacía varios años, pero no era normal esto.
Observé a la madre, estaba emocionada por la canción, parecía comprender la letra y la importancia de la misma. Miré a Iris, nos estaba grabando y parecía impresionada del nivel de coordinación que teníamos. Estaba asombrada de como Castiel podía transformar la clave de fa, normalmente utilizada para piano, a clave de sol la cual se utilizaba para guitarra. No podía creer el talento que tenía mi novio. Le sonreí y él me devolvió la sonrisa, hasta que una voz masculina nos distrajo.
-¡Castiel! Por favor deja de tocar eso. ¿Quién es la chica? ¿Volviste con Debrah? Ya era hora, me caía bien.-dijo jean-Louis. Vi como el padre de Castiel e Iris bajaba de las escaleras, se lo veía bastante enojado por el ruido y rápidamente me reprendí. Demonios, ¿quién mierda me mandaba a estropear todo lo que hacía? Tenía una habilidad que parecía anormal. Dejé de tocar de inmediato y llevé mis manos a mi falda, como queriendo ocultar que yo había estado haciendo ruido, cuando en verdad era la única persona que estaba sentada en el banco, además de la madre de Castiel, pero ella no tocaba. Vi como el pelirrojo le lanzaba una mirada, fue extraña, casi como si lo estuviera regañando. Pude ver que él se sintió incomodo de que mencionaran a su ex, parecía que de pronto todos habían hecho un complot para mencionarla. ¿Ella había sido tan importante en la vida de Castiel? Y lo que era aún peor, ¿en verdad me parecía a ella? Su voz era bastante grave, pero no tanto como la mía. Me odié, era capaz de cambiar mi personalidad con tal de no parecerme a ella. Aunque eso implicaría perder a mi novio... mierda.
-Oh, no sabía que había compañía.-dijo jean Louis. De inmediato bajó de las escaleras hasta tenerme enfrente, me incorporé y le extendí la mano.
-Buenas tardes, señor. Soy Alask...-él me interrumpió.
-Sí, sé quién eres. ¿La rockera? ¿Te podemos ayudar en algo? ¿Vienes a buscar a Demonio? Su correa está junto a la puerta de la salida.-dijo. Su voz era casi tan grave como la de Castiel, y si bien no tenían un parecido físico, si en su forma de hablar y actuar. Sentí su mano estrechando fuertemente la mía. Sabía que si no se tratara del padre de mi novio, en este momento, con el malhumor que tenía seguramente le estaría insultando. Afortunadamente Iris interrumpió mis pensamientos.
-Papá, está aquí de visita.-dijo iris.
-Se va a quedar a almorzar con nosotros, ¿te parece bien, querida?-dijo val. Crucé una mirada con Castiel, pero lamentablemente él no me observaba, tenía su mirada enterrada en su padre. Se podía ver que lo estaba insultando internamente, inclusive se podía ver como movía los labios. Necesitaba que Castiel me mirara para confirmar si me quedaba a almorzar o no, pero al ver que estaba odiando a su progenitor, decidí hablar por mi propia cuenta.
-No, muchas gracias. Debo hacer un par de cosas de la mudanza, no es fácil mudarse en menos de un mes. Espero que sepan comprender lo que me sucede. Fue un gusto conocerlos, y si quieren una vez que pueda ordenar mi nueva casa, podemos hacer algo. Tal vez un asado, una barbacoa, lo que quieran.-dije. Pude ver que Valerie, Iris y en especial Castiel se desilusionaron bastante. Pero era obvio que al padre del pelirrojo no le simpatizaba en absoluto.
-¿Segura que no quieres quedarte? Eres más que bienvenida. Si quieres puedo ayudarte yo.-dijo Iris. Ahora crucé una mirada con Castiel y él me afirmó sutilmente, como diciendo que me quedara.
-Gracias, en verdad no quiero molestar.-dije.
-¡Ay cielo! No eres molestia alguna, de hecho hasta nos traes alegría. Por favor, quedate.-dijo Valerie. Crucé rápidamente la mirada con Jean-Louis y a éste no se le movió un solo musculo del rostro. Les sonreí a las chicas y eso pareció bastarle a Castiel.
-¿Las ayudo a cocinar?-pregunté.
-No saben lo rico que cocina Alaska. Ayer me hizo un pollo al curry y le quedó delicioso. Me saqué la lotería con esta niña.-dijo Castiel. Me pasó un brazo por los hombros y sentí como me sonrojaba, Iris y Valerie hicieron chillidos de "aww que tiernos" y "oww que linda pareja." Sin embargo, el padre prácticamente no se había movido. Comenzaba a darme un muy mal presentimiento. Hasta que, de pronto pareció sorprenderse. Miró la posición del brazo de Castiel en mi hombro, la mirada de las chicas y de pronto supo lo que sucedía.
-Castiel, ¿puedo hablar contigo un minuto? A solas.-dijo. Castiel suspiró, su padre caminó firmemente y se fue hacia la entrada de la casa, vi como los ojos grises de mi novio se dirigían a los míos. Me dio un beso rápido en la frente y susurró.
-Lo siento, es un cretino. Si las cosas se complican, sacame de esta casa. Aunque tengas que arrastrarme.-dijo Castiel.
-Está bien, suerte.-dije. Vi cómo me lanzaba una mirada, tanto a mí como a su hermana y madre. Una vez que me volteé, les sonreí tristemente a ellas.
-Escuchen, lamento mucho si causé un problema. Castiel me había advertido que a Jean-Louis no le gustaba especialmente la música, y por un segundo me metí dentro de la canción y me olvidé de todo. Lo lamento, en verdad. Entiendo si quieren que me retire o algo similar.-dije. Ellas cruzaron una mirada y sonrieron.
-En absoluto. Papá es así, es un poco malhumorado. ¿De dónde crees que sale la personalidad de Castiel? Son como agua y aceite, pero en el fondo se quieren.-dijo Iris.
-Muy en el fondo. Tengo una idea, ¿quieres que te haga un recorrido de la casa y después vamos a cocinar? Bueno, en verdad tú no tienes por qué.-dijo Valerie. Les sonreí, observé disimuladamente hacia afuera, podía ver que ambos hombres hablaban. Por ahora todo parecía estar bajo control.
-¿Por qué no? Y por mí no hay problema, no me molesta cocinar. Mientras no sea algo demasiado complejo.-dije. Ellas sonrieron y me hicieron subir. Valerie me iba mostrando todas las habitaciones, hasta que llegamos a una puerta cerrada que tenía un cartel polvoriento en la puerta. Val se detuvo allí, y observó con algo de tristeza la puerta.
-Aquí hay cosas muy importantes para nosotros, porque es donde dormía Castiel antes de que se mudara. Y probablemente te parezca algo tonto, pero aun lo extrañamos, yo lo extraño. Conservamos su habitación como la dejó cuando tenía 17 años, y ahora mi niño está por cumplir 19 años. ¿Podríamos festejarle el cumpleaños, no? Algo así como una sorpresa, seguramente le gustaría.-dijo val.
-En verdad, no creo que le guste festejar su cumpleaños. Seguramente quiera pasar con sus amigos, ma.-dijo Iris. Una vez que ingresamos a la habitación, noté de inmediato la guitarra acústica. ¿Cómo había llegado hasta aquí? No importaba. La habitación se veía que estaba cubierta de cosas del espacio, un mini cohete, un telescopio. No sabía que le gustaba tanto el espacio.
-¿Él estaba obsesionado con el espacio?-pregunté. La madre de Castiel sacó un álbum de fotos y se sentó en la cama. Resopló y me sonrió.
-Castiel va a matarme por mostrarte esto, pero sí. Le interesaba mucho qué es lo que habría más allá. Se quedaba varias horas observando las estrellas, y de hecho su abuelo, mi padre, lo habría alentado mucho en ello. Mi padre solía decir que "la música y el amor es la mejor cura para..."-dijo val.
-...Un alma rota. Sí, Castiel me contó. Lamento mucho su perdida.-dije. Iris y Valerie se mostraron sorprendidas ante lo que acababa de decir. Parecía que estuviera revelando un secreto nacional. Se observaron entre sí, e Iris adoptó una actitud sumamente seria,
-Nunca creí que Castiel fuera capaz de hablar de eso con alguien. Creo que ni Lysandro lo sabe. Supongo que debo decírtelo, pero bienvenida a la familia.-dijo iris. Le sonreí, pero sentí como la madre de la pelirroja nos abrazaba a ambas. Sonreí y les devolví el abrazo.
-Bueno, ahora vayamos a lo serio. Mira, sientate conmigo. Aquí Castiel tenía 3 años y estaba jugando con una pelota, aquí se me escapó con 4 años de la ducha y salió corriendo desnudo por toda la casa...-dijo val. La madre de mi novio comenzó a mostrarme fotos de Castiel. Un pequeño detalle que me asombró es que de niño su cabello era sumamente oscuro, pero con los años comenzó a hacérsele más pelirrojo. Algunas fotos eran sumamente graciosas, en especial del episodio que me narró que se le escapó desnudo de la ducha. En la imagen se veía a un niño corriendo con cara de pillo, riéndose y huyendo de la persona que tomó la fotografía. Por un segundo me imaginé un pequeño Castiel, tal vez cuando él y yo tuviéramos unos 30 años. Demonios, ¿qué mierda estaba pensando? Tenía 18 años, no tenía edad para estar pensando en eso. Pero no pude negar que me imaginaba una familia así.
No supe cuánto tiempo pasó hasta que escuché un grito histérico, de inmediato supe que se trataba de Castiel. Iris me observó preocupada y la seguí rápidamente por las escaleras.
-¡No vuelvas a compararla con Debrah! Ella no es esa sucia arpía. Es lo mejor que me pasó en la vida.-dijo Castiel. Vi cómo se encontraba discutiendo con su padre, él permanecía impasible mientras que el pelirrojo parecía sacado de una película de terror. Se podía ver cada una de sus venas en el cuello, realmente estaba de malas.
-Mamá, por favor haz algo.-rogó Iris.
-¡Louis! Calmate, por favor. Tenemos visitas.-dijo Val.
-Mira, Alaska. No te conozco, pero si te gusta las mismas cosas que a Castiel puedo deducir que muy buena persona no eres. "Dime con quien sales y te diré quién eres."-dijo Louis. Sentí la rabia, el odio, la ira, todo brotando desde mi interior. Castiel estaba igual o peor que yo. No me importaba que me insultara, ¿pero que tratar así a su propio hijo? ¡Era inadmisible!
-¡Repite lo que dijiste, cretino!-dijo Castiel. Vi como elevó un puño y de inmediato me metí delante de él, suspiré y dejé que mi lado racional me gobernara.
-Castiel, calma. Por favor, dejame hablar a mi.-dije. Le tomé la mano con suavidad y él pareció calmarse. Me volteé y le clavé la mirada a su padre, el cual era apenas unos centímetros más bajo que Castiel.-Señor, no puedo asegurarle que sea una buena o mala persona. Todos tenemos opiniones diferentes y tal vez a quien a ti te cae mal, a mí me simpatiza. Ese no es el punto, lo importante aquí es que su hijo esté bien. Desde que estamos juntos, él ha dejado de fumar y se ha controlado más en su carácter, aunque no lo parezca. Su temperamento ha mejorado, ha hecho muchas nuevas y solidas amistades y se lo puedo afirmar porque lo veo todos los días en el colegio, Lysandro también es testigo de ello. Se ha mostrado como realmente es, dejó de tener miedo de que el mundo sepa que es un ser humano, con miedos, virtudes y valores. Y en verdad, si siente que la música ha hecho un delincuente a Castiel, supongo que implícitamente a mí también. ¿En verdad cree eso? Cuando usted no estaba, Iris, Valerie, Castiel y yo estábamos sonriendo. Y puedo asegurar que la sonrisa de su esposa no tenía precio, se encontraba maravillada por el piano. Es simplemente presionar botones, solo ese acto puede generar muchos más.-dije. Él rápidamente me interrumpió.
-Disculpa, Alaska. No estaba hablando contigo, hablaba con mi hijo.-dijo Louis.
-Vete a la mierda, te odio.-dijo Castiel.
-Castiel, por favor. No me ayudas.-dije. Él observó hacia abajo, arrepentido.- ¿Sabe? Tenía mucho miedo antes de venir aquí, pero una vez que conocí a su esposa e hija, me sentí parte de la familia que nunca tuve. Hace unos instantes ellas me estaban mostrando fotos familiares. Eso, algo tan común para ustedes, yo nunca lo tuve. Mis fotos familiares eran con mi madre con un ojo morado, mi padre con una botella de alcohol y el cinto en la mano. O sino eran fotos de mi escondiéndome en mi habitación con mi guitarra para no escuchar los gritos del imbécil que me dio la vida. Y por más que es un cretino, agradezco estar viva porque de no hacerlo no habría conocido a mi novio, ni a mis amigos, o inclusive a Demonio. Y hace apenas unas horas que estoy aquí y ya siento que Valerie e Iris pueden ingresar a ese selecto grupo de personas que vale la pena. Espero que usted pueda ingresar también.-dije.
-¿Está comparando a mi esposa con un perro?-dijo Louis.
-Lou, por favor. Hazle caso. Si tan solo escucharas un poco a tu hijo, Alaska tiene razón. Nosotros lo tenemos todo, y es horrible saber que otra persona anhela lo que nosotros tenemos. ¿Puedes hacer las paces con Castiel?-dijo Valerie, le agradecí con una sonrisa.
-Papá, nosotros te queremos mucho. Pero cuando supimos el pasado de Alaska, nos vimos obligados a replantearnos todo lo que ella no tuvo y perdió por culpa de una persona. Nosotros lo tenemos todo y estamos perdiendo valiosos momentos porque tú no te llevas bien con Castiel. ¿Le gusta la música? ¿Y qué? Sabes, pensé que no era momento para decirlo, pero a mí me gustan las mujeres. ¿Eso me hace una delincuente? A mamá le encanta el piano, ¿es delincuencia eso? No. Escuchala, por favor.-dijo Iris. El padre, la madre y su hermano se sorprendieron ante la declaración de Iris, yo de hecho me sentí orgullosa. Le sonreí por lo bajo y le agradecí.
-Escuche, no soy ningún tipo de mediadora. Soy una adolescente que aprendió en su corta vida y por las malas, que debía valorar lo que tengo. Y de hecho, mucho de eso lo aprendí escribiendo canciones. La novia de Lysandro apenas la conocí me dijo que juzgar a las personas era algo muy malo, así que me vi obligada a obedecerla. Veo constantemente en el trabajo como los adultos a Castiel lo juzgan erróneamente, sin embargo con los niños, seres inocentes, se desenvuelve muy bien. Y estoy segura que ese es un buen motivo por el cual nos llevamos bien. Veo como él sufre todo el tiempo por las miradas, los comentarios, lo veo. Soy testigo de ello. Y me parte el alma saber que él no puede desenvolverse correctamente con su familia por miedo a ser juzgado.-dije. Se creó un silencio irrompible.
-Te voy a pedir que te retires de mi casa.-dijo Louis.
-¡Lou!-chilló val.
-¡Papá!-dijo Iris.
-Descuiden, tiene razón. Vine aquí únicamente a causar estragos. Creo que lo mejor es que me vaya, lamento mucho haber causado este problema. Cuando tenga mi casa lista, pueden sentirse libres de ir a visitarme. Hay una piscina, un porche, podemos pasarla bien.-dije. Me encaminé hacia la salida, saludando a todos con la mano. Pero de pronto sentí alguien tocándome mi hombro. Me volteé y me encontré a Castiel con Demonio ya con su correa y a Valerie sonriéndome tristemente.
-Lamento mucho que hayas tenido que presenciar esto. Louis normalmente se comporta mejor solo que...-interrumpí a valerie.
-Todo está bien, descuida. Muchas gracias por recibirme con los brazos abiertos y por toda la amabilidad. –dije. Observé a Castiel de fondo.
-Mamá, ¿podrías dejarnos unos minutos a solas?-dijo Castiel. Ella asintió y Castiel habló.-Lamento todo esto, lo eché a perder y no supe controlarme. Creo que si no te molesta me quedaré un tiempo hablando con el imbécil de padre que tengo. Pero lo haré a mi modo, fue una muy mala idea traerte aquí aun cuando estamos mal. Lo siento.-dijo Castiel. Le puse una mano en el hombro y me paré de puntillas para acariciarle el rostro.
-No has cagado nada, creo que de hecho la culpable fui yo, así que lo lamento mucho. Procura por favor controlarte, ¿bien? Y si puedes ayudar a Iris con lo de su homosexualidad, seguramente lo aprecie mucho.-dije. Él sonrió, noté que aún estaba algo sorprendido por su hermana. Todavía se podía ver que Castiel no se encontraba totalmente bien, se lo veía triste. Él me iba a besar, pero pude ver que su madre aún se encontraba cerca y honestamente sentí vergüenza. Por lo que rápidamente le di un beso en la mejilla y señalé rápidamente con la mirada a Valerie. Él asintió y no pudo contener una sonrisa.
-Mamá, mira, Demonio te rompió esa planta.-dijo Castiel. Señaló algo detrás de la señora y apenas ella se volteó, Castiel me tomó de las mejillas con suavidad y me estampó un corto pero rápido beso. Le sonreí con ternura y no pude evitar soltar una risa nerviosa.
-Ya veo lo que traman aquí, por mí pueden mostrarse cariño mutuo todo lo que deseen. Nunca vi a mi hijo enamorado así que para mí esto es una novedad.-dijo Valerie. Sentí como mis mejillas se ruborizaban, crucé una mirada con Castiel y él también estaba tan sonrojado como yo. Valerie se rió, supongo que de ternura o tal vez de vergüenza ajena al ver nuestros mofletes rojos.
-Ma, por favor ahorrate esos comentarios.-dijo Castiel.
-De ninguna manera, Alaska, ¿vas a llevar a Demonio a la casa de Cassy?-preguntó ella.
-Sí, seguramente lo deje allí y después me vaya a la casa de Violeta, la novia de Lysandro. O tal vez de otra amiga, aun no lo sé. ¿Tengo que llevarlo a otro lugar?-pregunté.
-No, Castiel me comentó que te habías caído de un árbol y conociendo a Demonio, no es buena idea llevar un perro tan grande porque te va a tirar del brazo y te va a doler. ¿Te parece bien que te acompañe hasta la casa de Castiel?-dijo ella. Crucé una mirada agradable con mi novio y asentí.
-¡Por supuesto! Muchas gracias, aunque si quiere quedarse en su casa no hay problema, creo que con él puedo yo sola.-dije. Ella se rió como diciendo que no conocía al perro, que era un auténtico demonio cuando se lo llevaba a pasear. Ella tomó las llaves y nos acercamos a la salida, sin embargo sentí una mano que me impedía irme, era mi novio.
-Sabes que no debes irte a lo de Violeta o Rosalya. Puedes quedarte en casa, yo duermo en el sofá, en la habitación de Lysandro, donde te quede mejor. Inclusive soy capaz de dormir en la cucha con Demonio.-dijo. Noté que intentaba hacerme sonreír, pero esta vez fue en vano.
-Lo siento, prefiero quedarme con mis amigas. No es por ti, es por la comparación constante que se me ha hecho con esa persona y creo que lo mejor es que esté sola o distraída. Además, debo reconocer que extraño a Violet y Rosa. Nos vemos mañana, sin falta. Seguramente para ese entonces ya esté más que bien.-dije. Él asintió y se despidió de mí con la mano. La madre de Castiel abrió la puerta y pude ver cómo era arrastrada por Demonio, no pude evitar reírme sutilmente ya que escuché la risa de mi novio mientras se burlaba de su madre. Corrí inmediatamente a ayudarla, tomé la correa y en segundos el beauceron se calmó. Caminaba junto a mí, se encontraba en el medio entre mi "suegra" y yo. Le sonreí, en verdad sentía que tenía a una amiga más que a un miembro nuevo de mi "familia." Su espíritu joven hacia que me sintiera cómoda en decirle cualquier cosa.
Caminaba igual que Iris, emanaba una alegría increíble de ella. Se sabía el camino de memoria, sin embargo casi deseé encontrarme más lejos de la casa del pelirrojo porque quería hablar con ella. No lo sabía, pero me sentía en una confianza increíble. ¡Acababa de conocerla!
-Está muy enamorado de ti, ¿lo sabes?-dijo ella. Sonreí, sentí nuestros pasos en las baldosas de la calle. Me mostré sonrojada ante ella, no podía controlar mis mejillas, y en verdad no sentía vergüenza de mostrarme tal cual como era ante los ojos rojos de ella.
-Y yo de él. Es un gran chico, aunque debo ser sincera: al comienzo me caía muy mal. No fue hasta que comencé a simpatizar con Lysandro y que me vi forzada a hablar con Castiel por cuestiones de trabajo. Sin embargo, ahora estoy hecha una atontada con él.-dije. Ella sonrió, era como conversar con Iris pero con muchísima más madurez. Sentía deseos de ayudar a la pelirroja, había pasado por lo mismo cuando se supo que yo tenía novia. Y sabía lo difícil que podía ser, en especial a alguien como Iris que le afectaban los comentarios de otras personas.
-Se nota que estás muy enamorada de él. ¿Puedo preguntar por qué están algo distantes?-dijo ella. Honestamente no me esperé esa pregunta, y no sabía si responder o no. Suspiré, procuré controlar mi malhumor y lentamente le narré lo ocurrido. Ella pareció repentinamente molesta, como si yo la hubiera cagado. Genial, me llevaba mal con el padre de Castiel y ahora con la madre. ¿Cómo podía fastidiar tanto las cosas?
-¡Castiel es un imbécil! ¿Cómo te va a comparar con esa cretina? Debrah era una idiota, era claro que solo le importaba la música y que no sentía nada por Cassy. Es totalmente distinta a ti, puedo verlo y apenas te conozco físicamente hace unas horas. No puedo creer que haya dicho eso.-dijo Valerie. Me sentí alegre de saber que alguien me comprendía, por lo que le lancé una sonrisa.
-Gracias, se siente bien saber eso. Hey, las 10 cuadras se me hicieron súper cortas hablando contigo. ¿Te parece bien que te invite a almorzar?-pregunté. Ella sonrió y me puso una mano en el hombro.
-No, gracias cielo. Debo volver a la casa porque Castiel y su padre, como ya dijimos, son muy parecidos y seguramente se estén por matar en este momento. Y lo que dijo Iris no va a pasar inadvertido. Así que mejor voy a ayudarlos. Voy a hablar con Louis para que se disculpe contigo, sería una pena que te quedaras en la vida de Castiel para siempre y que el tontaco de mi marido se llevara mal contigo. Así que voy a hacer la tarea, tú descansa y mima al perro más lindo del universo.-dijo ella. Acarició a Demonio y me saludó con un beso en el cachete, a la vez que se iba sonriendo. Me pareció sin duda una persona sumamente agradable.
Puse las llaves en la puerta y subí las escaleras rápidamente hasta llegar al apartamento de Castiel. Rápidamente le saqué el collar a Demonio y me puse a hacer el almuerzo, observé la hora: eran las 3 de la tarde, por lo que tendría que cocinar rápido para estar a las 4 en mi trabajo para hablar con Dakota. Apenas podía creer que él realmente hubiera tenido esa confrontación tan grave con Castiel. Todo lo que estaba pasando en mi vida me estaba costando creerlo, acababa de conocer la familia de mi novio, él se había peleado brutalmente con su padre, éste me odiaba prácticamente, mi cuñada era lesbiana y eso me encantaba y un compañero de trabajo que me había ayudado en ocasiones anteriores había hecho un gesto sumamente desagradable conmigo. Me costaba creerlo, sabía que él era mujeriego y que Castiel lo odiaba, ¿pero serían tan literal? Argh, no lo sabía, pero lo averiguaría en unas horas cuando fuera a hablar con él.
Tomé mi móvil y le envié un mensaje en el grupo que teníamos con Rosa y Violet si querían juntarse conmigo, pero ninguna me respondió. Afortunadamente el timbre de la casa de Castiel me distrajo, salí de la cocina y abrí la puerta para ver de quien se trataba, supuse que se trataría de Carmen, la vecina de Castiel. Pero una vez que abrí la puerta me lleve una sorpresa, aun no sabía si era grata o ingrata. Allí se encontraba Jean-Louis, observándome fijamente.
-Oh, hola, señor. Pase.-dije. Él se quedó inmóvil, simplemente observándome. Noté que estaba solo y su semblante era tan serio que prácticamente daba miedo.- ¿Está bien?
-No. Vamos a hablar.-dijo. Su voz sonó tan ruda, tan grave, tan agresiva que por un segundo me dio miedo. Entró en la sala de estar pechándome en el hombro y cerrando la puerta de un fuerte portazo. Observé sus puños, estaban cerrados, como si estuviera pronto para comenzar una pelea. Tomé mi celular y de inmediato le escribí un mensaje a Castiel informándole que su padre estaba en su casa con una actitud sospechosa. Mierda, no quería tener más problemas, y lo que menos quería era tener otra discusión con mi suegro. Eso se iba a poner feo.

Entre dos amores: temporada 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora