Un ángel, eso era lo que Neville había visto cuando ingresó a la habitación de Rose. Su madre la acunaba entre sus brazos, cantaba suavemente mientras la miraba embelesada. Él se quedó en silencio, aunque quisiera, no podía hablar, demasiada belleza había encontrado.
Los lirios blancos que había llevado perdían su perfección ante la imagen de su amiga cerca de la ventana e iluminada por la luz del atardecer. Hermione levantó los ojos, miró a su amigo y sonrió. Estiró su mano, él se acercó, la tomó y se dirigieron al sillón.
-Hola padrino, me da gusto tenerte en casa- le dijo Hermione como en un susurro entregándole a Rose. Se había levantado a poner los lirios sobre la mesa.
Neville no entendió al principio, entonces la miró fijamente -padrino, yo?- preguntó dubitativo, el inseguro amigo había regresado.
-Si Nev tú serás el padrino de Rose, la madrina será Luna, fue mi elección.
-Pero yo pensé que serían Harry y Ginny.
-Ellos lo serán si algún día tenemos un hijo varón.
Neville no podía creer y seguía sin hablar. Su mirada perdida, la emoción lo había embargado.
Hermione sonreía, no quería interrumpir su silencio, sabía que los pensamientos de su casi hermano lo abrumaban. Pero ella seguía allí, cantando una nana para su hija pero también para su amigo, su Nev.
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Narcisa había ingresado al estudio de Draco, quien en esos momentos había estado jugando con su hijo, el tiempo libre que disponía lo dedicaba a Scorpius, de casi dos meses ya.
-Hay buenas noticias- dijo su madre -Hermione fue mamá hace una semana.
-¿Cómo lo supiste? -preguntó con curiosidad mal disimulada.
-Recibí una carta de ella, esta mañana, me invita a su casa la próxima semana, y pide si puedo llevar a mi nieto- agregó mientras tomaba al niño en sus brazos.
Draco asintió- por supuesto madre, puedes llevarlo.
-eso imaginé, ¿aunque sea a la casa de un traidor a la sangre?
-Madre, ¿quieres insinuar algo?
-Nada hijo, nada, solo es la costumbre- había besado a su nieto lo entregó a su padre y abandonó la sala, sonriendo arteramente, había conseguido la reacción buscada en su hijo, un hombre.
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Ron no había estado muy feliz con la noticia de que Neville sería el padrino de su hija, sus inseguridades lo ahogaban. No podía disimular su malestar, su esposa lo había notado pero no entendía la causa. Ella no lo investigaría, supuso que se debía a que ninguno de sus hermanos tendría ese privilegio, nada más alejado de la verdad.
Esperaba a su amigo en el bar donde se reunían después de cada partido, era una tradición de estos tiempos en paz. Ron estaba nervioso, lo que iba a pedirle a Neville era algo muy delicado. Había elegido esta vez una mesa alejada, en un sector privado, allí nadie los molestaría o peor, escucharía su demanda.
Puntual como siempre Neville ingresó al bar, preguntó por Ron al mesero que ya los conocía y se dirigió hasta la mesa indicada, Neville se sorprendió por tanta privacidad, esto no pintaba para bueno.