Unos ojos grises la miraban con intensidad, la habían encontrado finalmente. Hermione arrullaba al único Malfoy que había querido desde que lo vio por primera vez.
Narcisa los contemplaba sumida en un silencio que a gritos decía que allí estaba forjándose un apego sin igual, íntimo, único. Ella había acunado a Rose- dulce niña de fuego- dijo en un susurro- es hermosa, igual a ti.
-Cuando está despierta tiene el ceño fruncido, como si estuviera pensando constantemente- se miraron, rieron- si tienes razón igual a mí, además la pobre heredó lo salvaje de mis cabellos.
-Eso es algo que te define, te caracteriza- había acotado Narcisa.
-Dime Narcisa, ¿te costó convencer a Draco de traer a Hyperion?- preguntó ansiosa- tenía muchas ganas de verlo, ya que no estuve cuando fue su alta y luego estuve en casa los últimos dos meses del embarazo.
-Draco aceptó gustoso, te debemos mucho y no iba a oponerse ante tu requerimiento y lo demás lo entendemos perfectamente.
Durante la semana previa a la visita a la casa de Hermione, Narcisa había encontrado algo que la había llenado de recuerdos, emociones perdidas y sueños sin cumplir. Un cofre tallado en madera de ébano con una cerradura que solo podía abrirse con una clave que ella guardaba en un camafeo olvidado entre sus alhajas. Un regalo de su primo predilecto. Entonces decidió llevarlo a la casa de Hermione y compartir sus memorias.
-Quiero mostrarte algo que encontré, casi sin querer- le había dicho ansiosa-creo que se dejó encontrar- agregó sonriendo de lado.
Su elfina personal había aparecido con el cofrecito, Narcisa agradeció y lo abrió.
Para cualquier persona solo serían un montón de papeles de colores y fotos, para ella era un tesoro.
-Acá yo había guardado cada carta, mensaje que recibí de Sirius y fotos de nuestra infancia juntos. Pero hay un par en especial que puede interesarte- había confesado Narcisa.
Hermione la había escuchado atentamente pero la curiosidad estaba devorándola.
Narcisa le había entregado una vieja foto en sepia, aparecían varios jóvenes, ella reconoció a cuatro de ellos-¿Dónde se la tomaron?- preguntó ahogada por las lágrimas, lo que sus ojos habían encontrado no tenía precio.
-Glastonbury en 1978, me había escapado de Lucius- confesó risueña, la castaña la miró sin entender- ya estábamos comprometidos e íbamos a casarnos a principios de año siguiente, pero Sirius me había retado a cometer una locura antes de convertirme en la gran y aristocrática señora Malfoy, como él se burlaba, entonces acepté el reto y le mentí a mis padres que necesitaba hacer unas compras para el ajuar de novia y que me reuniría con una amiga en París y nos fuimos al festival de música y arte independiente más extraño y hermoso que vi en mi vida- su mirada la había perdido y miraba por la ventana con una sonrisa en el rostro que nunca antes Hermione le había visto.
-Nos encontramos en un lugar cercano, él ya estaba con Potter y Lupin, amigos inseparables por cierto, compañeros de todas las travesuras que puedas imaginarte…
-Apuesto que Remus estaba allí para controlarlos y frenarlos en su entusiasmo- había interrumpido Hermione.
-Exactamente, Lupin era el equilibrio en ese trío, llegamos al sitio y pasamos unos días fantásticos, yo había congeniado muy bien con los muchachos y no se cansaban en el intento de convencerme que no me casara- sonrió- pero era inevitable, luego lo entendieron.