24. Por ti

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Al día siguiente fue muy duro despedirme de mi familia.

Mamá se negaba a dejarme ir diciendo que en casa estaba muchísimo mejor, por suerte papá la hizo entrar en razón y finalmente ambos se despidieron de mí con un gran abrazo. El abuelo Albert hizo lo mismo y enfatizó en el lema de vida de mamá:

Escucha tu corazón.

Le prometí tratar de hacerlo y cuando finalmente la despedida terminó, subí a mi auto, volviendo a la carretera de regreso al campus.

En todo el camino no dejaba de pensar en qué rayos iba a hacer cuando viera a Andrew.

¿Lo saludaría? ¿Le hablaba? ¿Hacía cómo si nada hubiera pasado? ¿Lo mandaba a la mierda?

Esa última me gustaba mucho.

Pero como persona civilizada mejor esperaba a ver qué pasaba cuando estuviéramos frente a frente.

Mientras tanto, al llegar a la ciudad de nuevo, en vez de ir directo al campus fui a la pista.

Necesitaba patinar con urgencia.

Así que cuando me detuve fuera del lugar prácticamente corrí a dentro, lo extraño fue no encontrar a Paul ahí. Igualmente fui por patines al almacén y me los puse entrando a la pista.

Cuando finalmente estuve sobre el hielo, sentí el alivio y paz que el patinaje me da. Empecé a moverme de un lugar a otro sintiéndome más libre, más ligera, más yo.

Entre todo este alboroto me sentía perdida, como sino supiera quién era. Cómo sino supiera qué hacer por primera vez en mi vida.

No sé cuánto tiempo estuve ahí, sólo sé que dejé de moverme y practicar hasta que mis pies dolían al igual que mi cadera después de tantas caídas.

Mi desconcentración estaba al cien, y era algo que no podía controlar.

Cuando me sentí lo suficientemente cansada y a dolorida fue que di por terminada mi entrenamiento.

Busqué a Paul antes de irme pero no lo encontré, así que esta vez, sin más excusas tenía que volver. Lo malo es que estoy segura que Air me iba a atacar con preguntas sobre el motivo de mi huida y no estoy segura si pueda llegar a responderlas.

De camino al campus puse música suave para tratar de calmarme un poco, y a pesar de que no era seguro que viera a Andrew no podía evitar sentirme nerviosa.

Estaciono cerca de la residencia, pero en vez de ir y entrar, tomo asiento en una de las muchas bancas del campus.

Alrededor no habían muchas personas debido que a penas era un domingo por la tarde noche, y todos debían estar haciendo sus deberes para mañana, mientras que yo, estaba sentada aquí contemplando mi vida, o mejor dicho, retrasando lo inevitable.

Y mientras estoy sentada ahí es que me doy cuenta que estoy en ese momento donde escuchas al ángel y al diablillo sobre tu hombro. El ángel, esa parte buena de mí, dice mejor alejarse y no causar problemas; mientras que el diablillo dice que arriesgarse es mejor, y que una aventura es más divertida si huele a peligro.

¿A quién se supone que debo escuchar? ¿A la Keyla buena o mala?

Y estaba en esa labor de decidirme cuando dos chicas, no muy lejos de mí llamaron mi atención. ¿Por qué? Una de ellas era Sophia.

Cuando ella me notó se detuvo y le dijo algo a la otra chica, quien caminó en dirección contraria mientras Sophia se dirigía directamente a mí.

Santa. Mierda.

¿Ahora qué hacía? ¿Huía de nuevo? No, eso no, se vería muy cobarde, hasta para mí.

The Sound Of Your Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora