35. Corazones rotos

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Tratar de asimilar lo que el doctor Carter me había dicho me iba a costar más tiempo del que había pensado.

No, ni pensado, ya que jamás me habría imaginado una situación igual o parecida. Estaba llena de enojo y frustración, lo cual lo único que me hacía era llorar.

Había estado un día más en el hospital para poder recuperarme totalmente, mis padres y mis amigos estuvieron ahí en cada segundo tratando de ayudarme asimilar lo de mi lesión.

No iba a competir.

Me negaba a aceptar eso, había estado entrenando casi toda mi vida para esa competencia, no podía dejar que un simple golpe me dejara fuera de lo que serían mi mejor oportunidad en la vida, no podía.

Para cuando el doctor me dio de alta me recomendó reposo absoluto por tres días debido a mi rodilla, había sido muy claro al dejarme saber que no debía caminar mucho y que tenía que estar yendo tres veces a la semana a terapia.

Pasé esos tres días encerrada en mi dormitorio viendo series o películas que encontraba en la televisión, el enojo que anteriormente había estado en mí era ahora una mezcla con tristeza. Me sentía realmente mal, era uno de esos días donde deseas escuchar música triste o que lloviera para que el cielo llorara contigo, pero no parecía haber rastro de lluvia, al contrario, tal vez de nieve en unos días.

Ahora estaba sentada en mi cama con la espalda apoyada en la pared mientras miraba Intensamente por milésima vez. Tenía un amor-odio hacia esa película ya que, era realmente hermosa, pero Alegría arruinaba todo, sí, ella no me agradaba nada. Era tan egoísta al pensar que ella era lo único que Riley necesitaba, ellos son un equipo, no sólo ella.

Y estaba comenzando a ponerme sentimental a ver la escena donde caen al pozo del olvido cuando llaman a la puerta. No esperaba a nadie ya que todos mis amigos estaban en clase y mis padres estaban en casa.

¿Será que era él...?

No había vuelto a ver a Andrew desde el día que acabé al final de las escaleras y estaba segura que lo que menos quería era verlo. Alex me había mencionado que él había ido a verme cuando estaba inconsciente pero que después de eso no había vuelto y creo que por primera vez en su vida había hecho lo correcto.

Los golpes en la puerta siguieron como sabiendo que yo estaba ahí y por más que quise gritar "vete al carajo" mi curiosidad pudo más y me levanté con sumo cuidado. Quisiera pensar que caminé hasta la puerta pero en realidad cojié hasta ella, tratando de evitar lo más posible apoyar mi peso en mi rodilla lesionada.

Al abrir la puerta estoy segura que el enojo que llevaba sintiendo el último par de días se multiplicó por infinito.

Andrew estaba de pie frente a mí con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, sus labios estaban en una línea y su expresión era decaída. Mi corazón salta en mi pecho a pesar de mi enojo y odio el efecto que él tenía en mí.

Dejándome llevar por el enojo traté de cerrar la puerta no queriendo verlo pero él la detuvo con una mano.

—Keyla... —su voz es suave y casi suplicante.

—¡No! —chillo elevando la voz. Trato de cerrar la puerta de nuevo sin tener éxito—. Vete, no quiero verte.

—Tenemos que hablar.

—¡Yo no tengo nada que hablar contigo!

—Por favor, Keyla —susurra mi nombre en un suspiro—. Por favor, escúchame.

A pesar de su ruego sigo tratando de cerrar la puerta, hasta que finalmente me doy por vencida. Retrocedo unos pasos sin abrirla y Andrew al notar que dejo de forzar la puerta la abre completamente, adentrándose a mi dormitorio. No cierra la puerta, sólo entra escaneándome, su mirada deteniéndose un poco más de tiempo en mi rodilla lastimada abrazada por una rodillera.

The Sound Of Your Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora