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Había supuesto dos cosas.

Una, que Ryan iba a estar súper molesto. Y dos, que Andrew me iba a buscar.

Adivinen, ninguna de las dos pasó.

Con respecto a Andrew, él había llegado a historia, caminando en dirección contraria a donde estaba. Por un momento había creído que él iba a tratar de hablar conmigo sobre lo que había pasado, pero no, prefirió ignorarme, y tal vez eso era lo mejor, tal vez era mejor olvidar lo que había pasado ya que al parecer para él ese beso no había significado nada.

Lo que nunca me imaginé era que  a raíz de ese beso, terminaría todo entre nosotros, porque desde ese día ignorarme se había vuelto su rutina.

Con Ryan, estaba saliendo de mi habitación el lunes por la mañana cuando él dobló por el pasillo. Cerré la puerta, y él al notarme, caminó directamente a mí.

Por un momento pensé que iba a reclamarme, pero al contrario, se detuvo frente a mí, inspeccionando mi rostro para luego rodearme en sus brazos. Descanso mi mejilla en su pecho y lo abrazo a mí con fuerza no queriendo jamás perderlo.

Eso hizo que me quebrara, haciéndome llorar de nuevo, últimamente era lo único que hacía.

—Lo siento —susurro entre lágrimas—, lamento tanto todo lo que ha estado pasado, he sido tan tonta, yo...

—Está bien —susurra en mi oído—, yo tuve también la culpa, exageré todo. Lo siento mucho.

Ryan hace que levante la cabeza, acuna mi rostro y seca mis lágrimas con sus pulgares, para luego encontrar mi mirada.

—Te amo, Keyla —susurra sin dejar de verme—. ¿Me oyes? Te amo.

Lo abrazo de nuevo, porque cielos, yo también lo amaba.

Desde ese día, Ryan y yo nos habíamos vuelto más cercanos. Tratábamos de pasar más tiempo juntos, y creo que eso había ayudado mucho a la tensión que últimamente había entre él y yo.

Le expliqué porque me había ido, excluyendo obviamente a Andrew y todo lo que respecta a él. Me había mentalizado a no volver a lidiar con él, volviendo a lo que era mi vida antes de que él apareciera.

Pero...no sin antes hacer una última cosa.

Crucé todo el campus, en dirección al campo de béisbol donde el equipo de la universidad entrenaba. Tardé más de lo que crecía, y el viento frío pasaba a mi alrededor causando escalofríos, se acercaba el invierno y los días empezaban a volverse más fríos.

Al llegar al campo, pregunté por el entrenador y me mandaron por unas escaleras hasta lo que era su oficina. Me detuve frente a la puerta, donde una placa estaba pegada:

Entrenador Joe Clark.

Bien, tenía que hablar con él. Toco la puerta e instantes después un pase se hace oír. Algo insegura abro la puerta, deslizándome dentro de la oficina, donde el entrenador Joe, está sentado en su escritorio, viendo papeles, con una gorra roja cubriendo su cabeza. Un gran ventanal está detrás de él dando una clara vista del campo, a lo mejor así supervisaba todo, desde la altura, como un halcón.

—¿Qué quieres? —su tono de voz es demandante y exigente, como si estuviera robándole el mayor tiempo del mundo.

—¿Usted es el entrenador Joe? —pregunto sólo por confirmar.

—Sino lo fuera, no estuviera sentado aquí —responde molesto, sin voltear a verme en ningún momento.

—Cierto...

The Sound Of Your Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora