22. Siestas

1.8K 145 3
                                    

Mi siesta de reparación había durado más de lo que imaginé porque estaba empezando a anochecer cuando desperté.

Me senté en la cama sintiéndome algo más descansada pero a la vez algo aturdida del sueño, me moví un poco y mi pequeña maleta cayó al suelo en un ruido sordo.

Me arrastré a través de la cama y abrí la maleta sacando mi teléfono. Habían pasado más de cinco horas desde la última vez que lo había revisado y quería saber si Ryan había insistido.

Enciendo el aparato e inmediatamente mensajes de voz y mensajes de texto llenan mi entrada.

La mayoría son de Ryan, algunas de Alex, Air e incluso de Jessie y Nía. Pero nada de Andrew, y por más que quiero tratar de ignorar el hecho de la decepción por no buscarme, no puedo, me duele saber que no le afecto de la misma manera que él lo hace.

Duele saber que no le importo.

Niego sacándome a Andrew de mis pensamientos y sigo viendo los mensajes hasta que encuentro uno de Stella y ¡Oh Dios mío! ¡Había olvidado avisarle!

Inmediatamente le devuelvo la llamada  y me pongo de pie  caminando de un lugar a otro, ¡ella me iba a matar!

Cuando finalmente atiende, su saludo fue un grito que estoy segura se oyó por toda la casa.

—¡¿SE PUEDE SABER DÓNDE RAYOS ESTÁS?! —chilla con enojo—. ¡¿SABES TODO EL TIEMPO QUE TE ESTUVE ESPERANDO EN LA PISTA Y TÚ NO LLEGASTE?!

—Hola —susurro con nerviosismo. Sabía que se iba a enojar, ¿a quién no le molesta estar esperando para nada?—. Stella, lo siento tanto, tuve que venir de emergencia a casa por un asunto personal.

—¡Me hubieras avisado, Keyla! Sabes todo lo que sacrifico para poder ayudarte.

—Lo sé, lo sé, creeme que lo sé, sólo fue una decisión apresurada, de verdad lo siento, ¿qué puedo hacer para recompensartelo?

—El problema no es por mí, Keyla, es por ti, tú eres la que pierde horas de entrenamiento, sabes que la competencia es dentro de algunas semanas y este no es el momento de darse el lujo de perder entrenamientos.

—Tienes razón, lo siento tanto —suspiro pasando una mano por mi cabello—. Regresaré pronto, lo prometo, sólo son unos días, luego podremos entrenar todo lo que quieras, hasta que mi cuerpo duela de estar en el hielo.

—Bien, regresa lo más pronto posible, por favor.

—Lo haré, gracias Stella.

—Nos vemos luego.

Termino la llamada y tomo un gran respiro dándome cuenta de lo que Stella decía era la verdad.

La competencia estaba a la vuelta de la esquina y yo estaba perdiendo valioso tiempo para poder entrenar, pero...de verdad necesitaba un descanso de todo.

Dejando mi teléfono en la cama, recojo mi maleta y la dejo sobre la silla del escritorio yendo a la salida. Salgo de la habitación, bajo las escaleras encontrando a papá viendo las noticias en la televisión. Él al escucharme bajar ve sobre su hombro y medio sonríe.

—Despertaste.

—Desperté —afirmo—. ¿Ya llegó el abuelo?

—Está en la cocina con tu madre —responde volviéndose a la televisión.

Voy hasta la cocina encontrando al abuelo sentado en la barra de desayuno viendo a mamá cocinar.

—Key, mi niña hermosa —sonríe él con fuerza al verme. Baja de la silla y se acerca a mí sin dejar de sonreír—. No puedo creer que de verdad estés aquí —sus brazos se envuelven a mi alrededor y cierro los ojos disfrutando del calor de sus abrazos. Cuanto había deseado esto—. Cuando Anna me dijo que estabas aquí creí que me estaba tomando el pelo.

The Sound Of Your Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora