38. Un gran día

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Keyla

Cuando las semanas empezaron a pasar y Ryan seguía sin hablar conmigo más mal empezaba a sentirme, estar con esa incógnita de si iba a terminar lo nuestro o no estaba comiéndome viva, dejándome en medios de un limbo del cual tenía miedo de la respuesta.

Por otro lado, Andrew no me había vuelto a hablar desde el día que se presentó en mi dormitorio, y por primera vez parecía estar respetando mi petición de mantenerse lejos de mí. No quería verlo, estaba demasiado molesta con él como para soportarlo.

Con respecto a mis terapias todo iba mucho mejor, ya habían retirado la rodillera y ya podía caminar sin necesidad de estarme quejando cada segundo del dolor, pero la doctora Konoe había insistido en no ponerme a practicar a pesar de que ya estaba mejor. Sin embargo, a pesar de lo que la doctora había dicho no podía sólo sentarme y quedarme viendo como todo se va al carajo con respecto a la competencia.

Así que cuando llegó el día de la competencia me levanté temprano y encontré a mis amigos en la cafetería.

—Voy a participar en la competencia —digo de pie frente ellos los cuales me ven con la boca abierta.

—¿Qué? —Air fue la primera en reaccionar.

—Voy a participar en la competencia —repito.

—¿Estás loca? —dice esta vez Alex, sonando igual de asombrado que Air—. Todavía no estás lista.

Bueno, tal vez eso sea cierto pero no podía sólo quedarme lamentando en mi cama mientras lloraba como un bebé.

—No importa, igual lo haré.

Esta vez fue Jessie la que reaccionó.

—Keyla —comienza ella suavemente—. ¿No crees que deberías pensarlo un poco más?

—Llevo más de cuatro semanas pensándolo —suspiro—. Ya es una decisión, se los digo porque quiero que estén ahí apoyándome en ese gran momento.

Zack niega en total desacuerdo—. Keyla, piensa, puedes lesionarte aún más.

—Tomaré el riesgo.

—¿Ya se lo dijiste a la doctora Konoe? —pregunta Nía.

—No, es una decisión de la cual quiero hacerme responsable yo, no quiero a nadie diciéndome que no puedo, porque sé que puedo, lo sé muy bien —mi voz tiembla un poco así que tomo un respiro tratando de seguir—. Así que lo único que les pido es que me apoyen, si pueden decirle a Ryan haganlo por favor, igual yo siempre le haré saber.

Sin más decir, di media vuelta alejándome de donde ellos estaban yendo a la salida. Escucho a Alex llamarme pero aún así no me detengo, salgo de la cafetería al exterior donde el aire frío se hacía más difícil de soportar.

—Keyla, espera.

Me detengo metiendo las manos en mi sudadera esperando a que me alcance, cuando lo hace se detiene frente a mí negando.

—No me cuestiones, Alex, por favor...

Él vuelve a negar, sus labios apretados en una línea.

—Lo siento Keyla, pero, diablos, no puedo sólo quedarme viendo como haces una locura como ésta, piensa bien lo que estás haciendo.

—Como dije, ya lo pensé y esta es mi decisión, sabes lo que el patinaje y esta competencia significa para mí, tú más que nadie lo sabes —sostengo su mirada viendo toda la desaprobación en ella—. Así que por favor no me detengas, lo haré, lo haré y nadie va a detenerme.

Sigo avanzando dejando atrás a Alex hasta que su voz me detiene.

—¿Qué pasa si no puedes volver a patinar? —me detengo en seco girándome a él—. ¿Qué pasa si te  lastimas y no puedas volver a patinar? Dime, Keyla ¿qué pasaría?

The Sound Of Your Heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora