Ponle tú un título y un final

32 4 0
                                    

Nos cogimos de la mano y miramos el cielo juntos por última vez; apartados del resto de personas que habían ido al festival, solo para que no sintieras vergüenza de que así nos vieran. Posé mis ojos tristes en tu perfecto perfil y una lágrima se me escapó.

¿Es egoísta pensar en querer tenerte a mi lado por el resto de mi vida?

Por lo visto así era. El destino me castigó separándome de ti. Te ibas. Te marchabas. Me dejabas. Y yo mientras volvería al acoso de todos los años que había parado porque te tenían respeto a ti.

Los fuegos artificiales se reflejaban en tus preciosos e imperfectos ojos. Sonreías como si nada fuera a pasar. Como si no fuera a perderte para siempre.

A la otra punta del planeta. El mismo cielo, las mismas estrellas que habíamos contemplado todas las noches desde que te equivocaste de puerta por primera vez, la misma luna cambiante, la misma calmada oscuridad... y otros sonidos nocturnos, otras luces que nos impedirían ver el manto nocturno, otras personas con quienes contemplar el ya conocido escenario y otro ángulo, otra hora, otros ojos llorosos. Tan igual y tan diferente.

Solté una risa triste y volví mis ojos al vivo  espectáculo de brillantes colores que estaba por acabar... como nuestras vidas juntos.

No sé en qué momento pasaste tu brazo por mis hombros pero desde ese momento intenté controlar mis sollozos.

¿Qué sentido tiene llorar por un amor que poco iba a durar?

Cada vez que intentaba reprimir las lágrimas o los lastimeros gemidos, fracasaba estrepitosamente. Creo que te diste cuenta y me hiciste apoyar mi cabeza en tu hombro. Era bastante incómodo, sinceramente. Acabé dándote un desesperado abrazo y mojando tu camiseta. No sé si te molestó o no y poco me importa. Solo me fijé en cómo me apresaste con tus largos brazos.

Ni me di cuenta de que los fuegos habían acabado y de que el parque se vaciaba. No me importaba lo más mínimo que nos vieran abrazados como una pareja feliz. Lo éramos, ¿no? O al menos lo habíamos sido.

Me separé de ti y puse ambas manos en tu rostro. Llorabas, pero tenías la sonrisa en tus labios. Empecé a reirme sin razón alguna. Qué patético. Al parecer tenía una risa contagiosa porque te carcajeaste conmigo al momento. Me sentí mejor después de esos instantes de mi vida que se me hicieron demasiado cortos.

Volví a besarte. Te sequé las lágrimas y también las mías. Te cogí de la mano y te arrastré hacia el camino principal, con la meta de rememorar todos nuestros momentos... antes de que te sacaran de mi imaginación.

Popurrí de pensamientos, sentimientos y poemas que mejor no leer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora