Voy a por ti, Alana

11 5 0
                                    

  — Mamá, ¿por qué no está papá? — le preguntaba todos los días—. ¿Dónde está?

  Mi madre entonces dejaba lo que estuviera haciendo y me abrazaba. Me ponía una mano abarcando la cabeza y me apretaba contra su pecho.

  — Shh... mi niño — me susurraba con la voz rota.

Ahora ya comprendo. Mi padre no está. Está peor que muerto. Vivo, pero sin ser él. Ya no es mi padre. No es humano. Un recipiente vacío sin nada de recuerdos ni corazón.

Cuando pregunto a mi madre por qué no está mi padre, ni siquiera me responde. Ni me reconoce. Ahora ella está muerta. Y yo estoy solo.

Ahora me limito a perseguir a la causante de mi desgracia. Mi padre, mi madre... yo. Solo quedo yo.

Con la daga en mi mano busco por las calles sus ojos rojos brillantes, su cabello negro sedoso y su figura esbelta.

Con la daga de mi madre busco por las oscuras calle a la demonio que mató mi vida.

Con la daga que mi madre no fue capaz de insertar en el pecho de mi padre, persigo por las oscuras y peligrosas calles de Dibrya a la vampiresa que destrozó mi vida.

Popurrí de pensamientos, sentimientos y poemas que mejor no leer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora