¿Qué tal? Yo yo yo yo yo yo...

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    Este es el capítulo 3 del nuevo año. Una nueva década. Qué fácil sería cojer una goma y borrar lo que no nos gustara. O, más bien, mantener pulsado el Delete, que estamos en épocas más modernas.

    Pero si la vida (¿la vida?) nos dejara hacerlo así, perdería la gracia.

    La verdad es que te voy a ser sincera. Valga la redundancia. Creo que sé más de la vida de los demás que de la mía misma. Sí, así de absurdo y real suena. Y creo que es muy triste, ahora que lo pienso.

    No me refiero a las redes sociales que nos derriban las paredes de nuestras vidas (¿nuestras?) y nos ponen cristales e instalan cámaras por el módico precio de entregar nuestros datos personales y con una minúscula letra pequeña en la que si la consigues leer pone: "acabas de vender tu alma. Te acabas de quedar sin. Y, además, sin croquetas. Lo sentimos". —Perdón por esta eterna oración. Os dejo tomar aire y continúo—. Que también. Sino que mis tiros de francotiradora (ojalá ser tan precisa, oye) van hacia lo que la propia gente me revela.

    Vale, sí, lo admito, me gustan los chismes así que no me estoy quejando, exactamente. Solo lo pongo de manifiesto. Ejem.

    Soy como una confidente barra diario personal barra confesora barra vecina cotilla barra cerveza. No, esperen, eso último no.

    Entre mis contactos personales (y sí, personales) sé quién se lleva mal y bien con unos amigos que ni siquiera conoce, sé quién tiene unos pensamientos demasiado negativos para mi gusto, sé quién sale con quién, a qué juega, sus gustos más íntimos, los amores platónicos, dónde viven, sus sueños y pesadillas. Esto es solo por nombrar algunas cosinas; he ido escribiendo lo que se me venía a la cabeza mientras pensaba en dichas personas.

    Lo gracioso es que suele ser de un sentido (salvo en dos casos que es recíproco); es decir, me trago tooodas sus movidas que a veces ni me interesan (ya ves tú lo que me importa que hayas ido a mear hace dos minutos. Oh, esperen, si eso lo comento yo. No escribí nada, perdón) Y (mayúscula) luego se piran tan anchos —y anchas— a seguir con... pues con sus movidas. Me corrijo, eso no era lo gracioso. Lo gracioso es cuando se dan cuenta de que han abusado de mi capacidad de paciencia —y miren que es amplia—, y me dicen que qué tal mi vida. Que les cuente algo, que hablo poco.

    O sea... ¿qué?

    Perpleja me quedo. En serio. No sé ni cómo continuar escribiendo esto.

    Me han llegado a decir que ni tengo vida porque no le cuento las cosas. Oh, sí, tal cual leéis. (Si estás leyendo esto, que lo dudo y más que lo recuerdes, hola).

    En mi acusación (?) diré que mis movidas las cuento por los famosos estados de whatsapp (se escribe así, sí), que son la copia de las historias de Instagram pero eso de los derechos es irrelevante. Entonces claro, la cuestión es que mis problemas y lo que hago van vía léelo si te importa algo y si no, pasa de mi culo, que me chupa un ovario. Lo cual, y ahora sí, en mi defensa, diré que no obligo a nadie a tragarse mi vida.

    ¿Veis la diferencia?

    La cosa es que la gente de la que sé más vida que de la mía no suele usar mi mismo método de desahogo. Tal vez si están leyendo esto pensarán "huy, pues mejor no le cuento nada" (quítate la costumbre de negar la negación, por cierto). Pues, miren, no me importa que me contéis vuestras cosas siempre y cuando me hagáis partícipe de la conversación. Que no sea un solo yo o un solo tú. Soy una persona con problemas. Extraños, eso hay que marcarlo, pero problemas, igual. No soy un puto diario. No soy una puta agenda. No soy una pitonisa que consultar y a la que luego olvidar.

    Ahí si me he quejado.

    Creo que esto es todo lo que quería decir. son las tres y media de la madrugada y debería estar durmiendo, qué deciros

    peeEEROO

    voy a seguir un rato más para remarcar lo fuerte (tías, o sea) que es el asunto.

    Que no sepa lo que sienta mi corazón (se puede ser más cursi y esto es una afirmación), que no sepa mis gustos sexuales (aunque... je), que no tenga idea de un millón de cosas ni tenga formadas en la cabeza una opinión sobre asuntos importantes, que no sepa qué hacer en ciertas circunstancias como mi hermana o mi familia (asunto complejo este), ni qué voy a hacer en mi futuro próximo, cuándo realizar dos exámenes que tengo pendientes, cómo perfilar mi físico y un sinfín de cosas más que os importa menos que una croqueta de coliflor (iug) (perdón por tantas croquetas: tengo hambre)... ya me perdí en lo que estaba diciendo.

    Que conozco mejor a los demás que a mí misma.

    Y que es una mierda. Porque vale que una vez que sepas cómo eres, quieras el salseo, el chisme, lo jugosillo; vale. Pero en fin, bis a todos los párrafos anteriores.

    El sueño está afectando a los factores de ordenación de los escritos; menos mal que a mi ortografía no (?); aquí lo voy a dejar. Que cada cual saque sus conclusiones y no se precipite a la hora de criticarme.

    Piensa y luego actúa.

    Gracias por su atención y buenas noches aunque más bien días porque no creo que a las cuatro de la mañana españolas haya alguien despierto.

   

    3/1/2020 estreno año yuhu! 3:50

Popurrí de pensamientos, sentimientos y poemas que mejor no leer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora