►ROCKING MY HEART◄ [Finalizada]

Vacations - III

Una noche con sabor a sal (Continuación)
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ーCierra los ojos...ー susurras contra mi oído, ronco como siempre, mientras tu brazo se tensa contra mi muñeca, haciéndome soltar un leve quejido de dolor. Acaricias nuevamente mi cadera y rápidamente tus manos se deslizan por el interior de mis muslos, provocándome suaves coquillas que me hacen sonreír como idiota. Repentinamente olvidé cómo respirar con normalidad, me siento ahogado.

Mi respiración se vuelve agitada cuando siento una tela suave como la seda rozar mi cuerpo, hasta llegar a mi rostro. No sé cuándo la tomaste, pero tengo más que claro lo que harás con ella.

Cuando mis ojos quedan cubiertos, al igual que mis muñecas, no me sorprendo. Trago saliva e intento con todas mis fuerzas quedarme quieto, sin parecer nervioso. Un sentimiento entre el temor y deseo me invade siempre que jugamos así...
Fingiendo que soy tuyo, cuando la cruda verdad es que no es así, pues realmente, no estamos en nada.

Podría irme ahora mismo de aquí y dejarte todo cachondo, quejándote por tu cuenta, pero ¿cómo escapar de este deseo?, ¿cómo fingir que tu toque no provoca algo en mí?

No puedo, soy malo mintiendo.

ーKacchan...ー susurro jadeante, al sentir como tus labios acarician la piel de mi vientre, lamiendo y mordiendo cada zona como un animal que marca a su presa, antes de devorarla y partirla en mil pedazos.

Un calor desconocido inunda cada fibra de mi cuerpo, llevándome a aquel lugar donde se esconden mis más impuros deseos.

Lugar donde solo existimos
tú y yo.
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"Kacchan..."

Odio admitir cuánto me pone ese maldito apodo, salido de tu boca con ese aire tan sensual, donde sin quererlo, pareces suplicar y tan solo logras incitarme a que quiera quebrarte por completo.

ー¿Puedes soltarte?ー pregunto y al instante lo intentas, sin resultados.

Sonrío sin vergüenza alguna, aprovechando que no me puedes ver. No puedo evitarlo, estoy extasiado admirando la deliciosa imagen ante mí, que jadeante queda en espera haga algún movimiento.

Aún en la oscuridad, no necesito encender la luz para notar el temblor de tus rosados y finos labios, junto a las curvas suaves en tu figura, que no deja de ser varonil.

Tienes un cuerpo maravilloso.

Un cuerpo maravilloso bañado en esas pecas desgraciadas a las que siempre termino por sucumbir. No puedo dejar de pensar en ellas, y el solo recordar que aquel maldito rubio con cáncer de piel intentó arrebatármelas me hace hervir la sangre.