Capítulo 18: Minoría tonta

145 17 11
                                    

Despues que me estaba recuperando de una parálisis aparentemente causada gracias a una especie de magia que me resultaba extrañamente familiar escuche un ruido proveniente del auto en donde veniamos Solaris y yo. Era algo así como varios rasguños sobre la tela de los asientos y también sobre las ventanas. Lo cual era algo raro ya que yo estaba completamente seguro de que había cerrado muy bien todas las puertas, ya es una costumbre que tenia.

Así que, con algo de alerta, puse la mano sobre la manija. Era el miedo a lo desconocido. -¡Abre ya!-. Escuche una voz dentro del auto, la cual yo reconocí al momento.

Abrí la puerta rápidamente para que de un salto Spike, el perro de Twilight que podía hablar, saliera de ahí. Estiro sus piernas y se sacudió un poco -¿Spike?-. Me pregunte demasiado extrañado, no había notado en que momento él venía con nosotros.

-Gracias al cielo me abriste, creí que me iba a quedar ahí adentro y no me gustan mucho los espacios cerrados si es que me entiendes-.

-Pero no comprendo ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?-.

Spike solo se rasca una de sus orejas con su pata izquierda. –Veras, todos se estaban comportando muy raro, así que quise venir con ustedes dos...y quería saber si me comprarían galletas para perro, de verdad me gustaría comer unas ahora. Me metí al auto sin que se dieran cuenta-.

-Eso puedo notarlo-. Mire a todos lados para saber si habría alguien cerca, no creo que sea muy bueno que me vean hablando con un perro, o que se den cuenta de que el perro pueda hablar. –Oye no tengo tiempo para esto, Solaris fue secuestrado, o raptado, algún sinónimo debe haber-.

-No entiendo-. Responde arqueando su cabeza -¿Quién quisiera secuestrar al esteroptipo de guitarrista?-.

Me pase una mano por la cabeza, como tengo acostumbrado cada vez que estoy algo preocupado o no sé qué hacer –Quien sabe. Pero sentí magia, por eso me puedo dar cuenta de que no se trata de algo bueno-.

Spike para que le llego algo repentinamente, su mirada quedo perpleja, veía hacia adelante como si algo robara su atención. Después, pego su nariz al suelo olfateando. –Oye, oye, aun puedo sentir su aroma-.

Definitivamente, lo único que me gusta cuando estoy una situación algo sofocante es el momento en que encuentras una solución y todo el peso se va de tus hombros -¡¿De veras?! Vaya, tengo demasiada suerte de tenerte, supongo que iras conmigo más seguido-.

-¿Me compraras las galletas que quería si te ayudo a encontrarlo?-.

-Mi amigo, te compro un costal completo-.




Solaris estaba en una mesa, sus manos y pies estaban sujetadas con unas cuerdas demasiado gruesas, solo miraba al techo preguntándose como terminó en ese absurdo –Se los diré solo una vez más ¡No soy Esteban!-. Le grito a sus captores con muchísimo fastidio. Se veían muy normales, como una persona cualquiera que te encontrarías caminando en la calle o que sean tus vecinos. –Se nota que ni siquiera lo conocen. Cualquiera que haya visto a Esteban por 10 segundos hace que lo recuerdes y que seas incapaz de confundirlo con alguien más-.

Uno de los tipos estaba moviendo algunos aparatos para hacer espacio –Deja de quejarte Esteban, eso dicen todos una vez que los capturan-.

-¡No soy Esteban! Carajo, ustedes son pésimos secuestrando a alguien-. Estaba sintiendo muchas cosas, pero el miedo definitivamente el miedo no era una de ellas –Cuando salga de aquí voy a golpear al enano castaño-.

Un Suspiro en Canterlot High (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora