C a p i t u l o 3

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Rafael afinaba su guitarra acústica con el semblante serio por la concentración. Oía como Livvy se quejaba a voces sobre no poder tocar la bateria cuando ella estaba convencida de que por fin había podido aprenderse "Toxicity". Kit movia con cuidado el piano para que quedara cerca de ellos, y distribuía con maestría el cableado de los micrófonos. Tavvy, por su lado, comía un sándwich de queso y verduras que Alec había preparado, degustando cada bocado como si hubiera sido hecho por ángeles.

-Tu padre debería volver a cocinar- le habló a Rafael-. Ya sabes, en un restaurante.

-Lo abandonó hace un tiempo, pero estoy de acuerdo contigo. De hecho, papá Magnus trató de convencerlo pero él cree que aún lo necesitamos.

Alec era un respetado cocinero, se había ganado el titulo de Chef hace alguno años atrás. Su restaurante de cinco estrellas ofrecía un servicio eficiente, una vista encantadora y su fabulosa comida. Sin embargo, su corazón debía ser mayor que su grandeza porque lo abandonó todo para hacerse cargo de sus tres pequeños. Claro que esos pequeños ya eran adultos capaces de cuidarse a sí mismos sin un papá gallina detrás de ellos, pero ahí estaba él, a la espera de que alguno de sus polluelos necesitara algo.

-Guitarra afinada y lista- anunció Rafael-¿Qué tal ustedes?

-Microfonos preparados, mi guitarra suena excelente como siempre.

-No van a necesitar del bajo para sus acústicos- Tavvy se encogió de hombros, mirando su comida con adoración.- Vine por la comida de tu papá y porque Kit apesta con sus acompañamientos vocales.

-Eso no es verdad. - Herido, Kit le lanzó su zapatilla. Tavvy logró esquivarla provocando que impactara directamente en la mejilla derecha de Ty.

El pelinegro se levantó, nervioso por la sorpresa, sus manos abriéndose y cerrándose a sus costados. Caminaba de un lado a otro, los auriculares colgando a sus lados. Kit soltó los cables en cuestión de segundos, saltó sobre Tavvy tirando su sándwich con su pie. Llegó a Ty y sujetó sus manos, dándole suaves masajes. Juntó sus frentes y comenzó a decir las palabras favoritas del pelinegro hasta que éste comenzó a hacerlo también.

Ty relajó sus manos y calló, disfrutando del sonido de la voz de Kit que recitaba palabras que en sus oídos sonaban hermosas.

Livvy se acercó a grandes zancadas hacia Octavian que lo observaba con arrepentimiento.

-Deberías haber tenido más cuidado- susurraba entre dientes, la rabia siendo contenida en garganta para no levantar la voz y asustar a su hermano.

-Yo no fui quien lanzó su zapato, su novio sabía que Ty estaba ahí.

-Pero tú lo sabias de igual forma, deberias haberlo detenido, lo tomaron por sorpresa.

-No dejaré que toda la culpa caiga en Tavvy.- Rafael se acercó a los hermanos, mirando de manera severa a Livia. - Dejalo, no lastimó a nadie.

-Lastimó a Ty.

-Él no es de cristal.

-Él los escucha- giraron para ver a Kit sujetando con amor la mano de Ty, que se encontraba visiblemente más tranquilo. Kit los observaba con recelo, odiando que trataran como si fueran pedazos de porcelana a su novio.

El hecho de que Tiberius sintiera el mundo de manera distinta, no lo convertía en un ser inferior. Él era fuerte, él resistía a un entorno que no había sido creado para personas como él, Ty manejaba de manera tranquila lo que lo rodeaba y lograba con facilidad tareas rutinarias. Porque Ty era normal, aunque su escencia lo volvía la persona mas maravillosa y especial para Kit.

-Ty- Livvy se acercó con una sonrisa tensa hacia su hermano. Éste levanto el rostro, mas no sus ojos, una marca roja en su mejilla-¿Estás bien?

-Sí- anunció con calma.- Fue solo un golpe. El olor de su zapato fue peor que el impacto.

-Ya, cariño. Haremos acústicos, tus favoritos, asi que no necesitas tus auriculares. Puedes escuchar a tu novio cantar hermosamente.

-Rafael no es mi novio, eres tú.

Kit lo miró con boca abierta, mientras los demás se sostenían la barriga en un ataque histérico de risa.

-Me referia a mi, Ty.

El pelinegro lo miró con ojos grandes, sus mejillas coloradas. Kit negó con su cabeza dejando escapar de sus labios una delatadora risa.

-Bien- interrumpió Livvy mientras se secaba las lagrimas de sus ojos-, ¿empezamos con Cherry Wine?

***

Madzie recitaba las palabras que ya se sabía de memoria desde hace dos horas atrás. Balanceaba un lapiz en su dedo y giraba en la silla del escritorio de su padre.
Terminó con exito de decir su resumen completo, levantándose de la silla con entusiasmo y realizando una penosa danza de la victoria. Se detuvo, mirando a sus costados para comprobar no haber sido vista, arreglando su ropa en el proceso.

Se sentó de nuevo con un suspiro. Había logrado estudiar con éxito gracias al silencio que el lugar le proporcionaba.

Su padre Magnus utilizaba el sotano para diseñar sus mejores atuendos, aquellos que luego mostraria con orgullo en la semana de la moda.

Madzie admiraba a sus padres por el éxito que ellos mismos se habían conseguido, y aspiraba a tener la mitad de lo que habían logrado. Claro, excluyendo la parte del amor, una completa distracción innecesaria para una muchacha con un futuro más brillante que las botas de Magnus. Y eso era decir mucho.

El celular de Madzie vibró, la pantalla resplandecía con vigor. Ella se acercó, extrañada.

No era una muchacha muy social. Su grupo de estudio estaba compuesto por adolescentes igual de carismáticos que ella, por lo cual no contaba con amistades que mandaran mensajes en su hora de estudio, o nunca.

Tomó su celular y lo desbloqueo con rapidez. Leyó el mensaje dos veces, con los ojos abiertos con sospresa.

"Esto sonará extraño, y no quiero sonar de miedo, pero hoy te veías linda en el instituto."

¿Qué demonios era eso? No estaba segura que clase de broma intentaban gastarle, pero no era divertida. El remitente era un número privado, por lo cual no podía saber quién sería. Pero un revoloteo se había instalado en su pecho al ser considerada hermosa para alguien, o al menos, que haya sido informada de tal cosa.

Necesitaba hablarlo pero, ¿con quién?

Cerró sus libros con decisión y subió las escaleras hasta la planta baja. La casa estaba vacia y se escuchaban risas en la parte superior, unas que sabía bien que pertenecian a sus padres cuando se ponían cariñosos. Arrugó su rostro, asqueada por la imagen mental que había creado por unos nanosegundos.

Caminó hasta el garaje abriendo la puerta con cuidado. La banda estaba tocando, una dulce interpretación de "Better love". Quedó unos segundos en el umbral de manera hipnótica, la exquisita melodía colándose en sus oídos y la voz de los chicos haciendo eco.

Aclaró su garganta en cuanto terminaron, saludando de manera distante a todos los presentes hasta dar con su hermano.

-¿Sabes donde esta Max?

-Probablemente dándose besos de lengua y manoseo intenso, con Blake- se burló Kit.

Madzie rodó sus ojos y abandonó la habitación.

Era la única mujer en su casa y las amistades no eran su fuerte, por lo cuál había momentos en los que se encontraba sola para poder debatir temas de una chica adolescente. Sin embargo, Max hacia un buen reemplazo de vez en cuando, en los momentos en los que Madzie de verdad tenía que sacar todo lo que sentía y su propia voz interior era deficiente para consolarla.

Se decidió por esperar a su hermano sentada en el sofá, observando con intensidad la motocicleta estacionada, preguntándose quién la habria encontrado hermosa.



Metamorfosis de piel [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora