C a p i t u l o 18

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Rafael masajeaba sus cienes con la impaciencia y el cansancio reflejado en su rostro. La situación superaba su poca experiencia como lider de una banda que apenas iniciaba.

Los domingos eran los únicos días en que toda su familia estaba de acuerdo en que la banda ensayara su "música ruidosa". Pero el hecho estaba en que la baterista no se encontraba en el garaje, y se negaba a llegar.

Kit tenía a Ty entre sus brazos, la cabeza del pelinegro amoldada en su cuello. Tavvy tocaba acordes al azar en el bajo mientras miraba paciente a que el mayor tomara una decisión.

-Toquemos canciones acústicas y ya. No es como si pudiera sacar otra baterista de la manga.

-Son escasos los días en los que podemos practicar rock del bueno- se quejó Kit.- ¿Cómo se supone que seamos buenos si no enyamos lo suficiente?

-Apoyo a la mitad de Kitty.- el rubio rodo los ojos.- Rafa, solo dile que Maxie no está en la casa.

-Es tu hermana y su cuñada. Hablen con ella y obligenla a venir. Diganle que la sacaremos de la banda si no enyamos.

-Esta tan asustada por acercarse que creo que ella te diría que renuncia. No voy a arriesgarme.- Kit señaló a Octavian, concordando con él.

-No puedo solucionarlo. No ésta vez.

-Si el problema es Maxie, tal vez deberían hacer que ellas hablen.- Los tres chicos miraron al adormilado Ty con curiosidad.- Pueden decirle que tengo un episodio y que la necesito, luego la encierran y obligan a hablar con Maxie. Livvy no está rechazándola, solo está asustada y confundida.

Rafael, Kit y Tavvy intercambiaron miradas. Una risa escapó del menor y se levantó dispuesto a llamar a su hermana mayor.

Rafael miraba pensativo, cuestionando si seria buena idea. Pero después de todo él no era el más sensato, por lo cuál solo se encogió de hombros y salió a buscar a su tía.

Kit sonrió a Ty y besó castamento sus labios.

-Listillo.

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Maxie observó las prendas que había adquirido el día anterior. Los diferentes estilos de ropa, diseños y colores; los zapatos y accesorios. No estaba segura que deberia usar ese día.

En Brooklyn, el invierno se asentaba sin pudor golpeando con fríos secos. Esa mañana estaba especialmente otoñal, con brisas suaves, el sol escondido tras espesas nubes grises y un frio acogedor.

Tomó lo que se pondría y se cambió allí mismo aprovechando que Rafael no estaba. Si bien su cuerpo aún seguía viéndose masculino, no se sentía segura a mostrarlo frente a nadie.

Se miró al espejo. Sus medias blancas llegaba por encima de sus rodillas, adornadas a esta altura por una simpática carita de gatito. Su vestido color vino contaba con capaz de volados en la falda, dándole movimiento y un aspecto pomposo. Se colocó un saco fino de colo gris y unos zapatos del mismo tono que el vestido, que calzaban un pequeño tacón para amoldar sus finas piernas. Se observó dando giros y asegurando que todo estuviera en orden.

A pesar de ser fan del maquillaje, no se sentía cómoda al usarlo con frecuencia. Pero siempre se sentía mejor si colocaba una delgada capa de brillo labial con sabor a frutilla.

Conforme con su aspecto, abrió la puerta para retirarse a la sala a ver algo de televisión. Pero al abrir, su sobrino Rafael la observaba desde lo alto, con una pequeña sonrisa tratando de ser escondida.

-Tia Maxie, necesito con urgencia de tu ayuda.

-No voy a ir.- Rafael la miró con indignación, pero ella ya conocía esa mirada juguetona, esa sonrisa que escondía picardia, y el uso de "tia". No podía traer nada bueno para ella.

Metamorfosis de piel [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora