Magnus se despertó esa mañana gracias al movimiento en la habitación. Pudo percibir en la oscuridad, a una silueta masculina yendo de un lugar a otro de manera compulsiva, sujetando su cabello entre sus dedos. Él prendió el velador para que la luz bañara el ambiente, distinguiendo así a un Alec solo en unos pantalones de gimnasia, que lo observó por sobre sus pestañas y sonrió timidamente.
-¿Qué haces?- a pesar de la edad, Magnus no podía evitar observar el abdomen de Alec que conservaba la figura de aquellos abdominales que había tenido alguna vez. Sonrió con apreciación.
-Estoy nervioso.- Alec se acercó a la cama y se sentó junto a su esposo.- Hoy veremos al psicólogo para Maxie y me asusta como pueda tratarlo.
-No debes preocuparte.- Magnus rodeó por la cintura a Alec y depositó un beso en su barriga.- Einar es excelente en lo que hace. Es atento, comprensivo y dulce. Es el mejor en esto.
-Hablas como si lo amaras.
-Y además es apuesto.- Alec rodó los ojos y Magnus rió.- No dejaría que Maxie fuera a cualquier psicólogo y arriesgarnos. Confio en Einar no solo por ser mi amigo, sino también por todo el trabajo que ha hecho en El Cuarto Rosa.
-Sigo sin entender bien que hacen allí.
-Ya sabes, él junta a personas de la comunidad, independientemente de sus edades, y los ayuda a sobrellevar todo lo que conlleva. Tiene desde chicos de la edad de Blue, menores, hasta de mi misma edad.
-¿Crees que haga que llevemos a Maxie allí?
-Lo dudo, está alejado de aquí. Viene exclusivamente como un favor y se quedará el tiempo que sea necesario. ¿Ves? Es dedicado.
Alec luchó por relajarse y hacerle caso a su esposo, pero lo cierto era que si bien él lo conocía, Alec no podía dar fe de ello. La desconfianza era más grande por el temor de que hirieran a Maxie. No estaba dispuesto a arriesgarse a aquello.
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Max empezaba a acostumbrarse a las miradas de soslayo y los susurros que los alumnos le daban cada vez que caminaba por el instituto. También empezaba a acostumbrarse al hecho de que sus profesores la ignoraban por miedo a ofenderla y que su trabajo sea perjudicado por Magnus Bane, quién tenía a la directora del cuello con amenazas a su salario.
Podía soportar las indiscretas risas que le daban aquellos que querian verse más varoniles al burlarse de ella. Por suerte, más de una vez Rafael y Octavian habían irrumpido sin siquiera notarlo y salvado a Maxie de lo que estaba segura sería una paliza.
Pero había cierto asunto que aún no sabia como manejar dentro del instituto. El baño.
¿A cuál ir? ¿Al que sus genitales le asignaban? ¿O en el que se sentía a gusto? En cualquiera de los casos saldría perjudicada si alguien le atrapaba.
Por lo que Maxie se escabullia en la hora del almuerzo, con la vejiga doliéndole e insultos en su cabeza, para ir hacia el restaurante más cercano que tuviera un baño unisex. El cual le dejarian usar aún dándole miradas de desaprobación.
Cuánto deseaba que las cosas fueran sencillas pronto. Que hubiera sido tan fácil como que su familia y amigos le aceptaran, cambiar su nombre y sus atuendos. Pero las cosas eran ligeramente más complicadas. Porque aun seguía viéndose como hombre, sonaba como uno, y a pesar de que intentara ocultarse tras prendas añiñadas, lucia como tal.
Es por eso que cuando Magnus y Alec le hablaron sobre un tratamiento hormonal y empezarlo cuando estuviera listo, sintió que se iluminaba. Estaba dispuesto a empezarlo en cuando se le fuera autorizado y así poder cambiar su vida para bien.
Cuando salió del instituto, pudo ver a Magnus recostado sobre su auto, le saludó con una mano y Maxie chilló en su interior. Estaba encantada de que él estuviera ahí, que la acompañara y ayudara en cada paso. Sentía una conexión especial, un amarramiento hacia él que no podía explicar, pero no quería detener.
-¿Estás lista?- Maxie asintió, rodeando el auto para subir al asiento del copiloto. Pero para su sorpresa, pudo ver a través del cristal a su hermano sonriéndole. Algo dentro de Max se removió.
-Vino Alec.- oyó la risa suave de Magnus y se giró para verle.
-Por supuesto. No pienses que te dejariamos sola. - se subió al coche y espero a que Maxie también lo hiciera para poder continuar hablando.- Rafael también insistió en venir pero creimos que seria mejor que solo seamos nosotros. Luego si tu quieres, puedes invitarlo.- Maxie asintió levemente.
No tardaron mucho en llegar a un edificio alto y moderno. Magnus comentó que era el departamento donde el psicólogo se estaba hospedando, por lo cuál también sería su consultorio.
Maxie comenzaba a sudar frío por la espalda y empapar las palmas de sus manos. Los nervios de lo que sucedería adentro la ponían ansiosa y extasiada por saber como su vida cambiaría a partir de ahora.
El ascensor se detuvo y caminaron hasta una puerta color verde musgo y con los números 626 en plateado.
La pareja caminaba de la mano por delante de ella. Cadada vez que lo hacian, Maxie se sentía protegida por una barrera. Pero a su vez, cada que reparaba en sus manos entrelazadas y encajando a la perfección, una molesta acidez subía por su garganta.
Dos toquidos después, un hombre de cabello castaño y ojos avellana abrió la puerta. Sonrió, una sonrisa cálida y amistosa que logró suavizar todo dentro de Maxie. Abrazó a Magnus con devoción, palmeando su espalda y riendo de algo que el más alto le decía.
Alec sostenía por el brazo a Maxie, y sonreía con timidez al castaño. El hombre, en sus treinta y de la misma altura que el ojiazul mayor, le sostuvo la mano y la agitó a modo de saludo. Luego su mirada intensa fue directo a la curiosa de Maxie.
Einar se acercó a ella con una pequeña sonrisa y le tendió la mano que ella tomó dudosa.-Soy Einar Bask. Es un verdadero honor para mi conocerte, Maxie Lightwood.
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Metamorfosis de piel [sin editar]
FanfictionAlexander y Magnus Lightwood-Bane están felizmente casados hace más de veinte años pero nadie les advirtió que ser padres iba a ser totalmente diferente a una vida de esposos, sobre todo cuando sus tres hijos ya no eran niños pequeños sino adolescen...