Luego de las vacaciones familiares, los Lightwood-Bane se sentían más en paz con ellos mismos. La armonía había sido devuelta al hogar y, a pesar de que los adolescentes estuvieran castigados, había sonrisas en sus caras y ningún rencor respecto a sus padres. Habian reído, hablado, y fumado marihuana con su abuela; no podían pedir más.
Maxie comenzaba a sentirse más a gusto consigo misma y sabia que gran parte se debía a que su familia le aceptaba. Sus hermanos estaban con ella y las parejas de los mismos, también. Sus sobrinos y sobrinas merodeaban a su alrededor como de costumbre, los más pequeños aún acostumbrándose a tratarla de ella pero siempre haciendo su mejor esfuerzo y disculpándose con sonrisas apenadas cuando se confundían y le llamaban tio Max. Pero aún habia algo que quemaba en su interior, que le quitaba el sueño por las noches y las sonrisas por las mañanas. Sus padres.
Alexander le había dicho que no debía preocuparse, que había sido la elección de ellos el no aceptarle y que ellos estaban equivocados. Pero aún así, eran sus padres. Maxie no quería aceptar en voz alta que le dolía, que su corazón estaba roto. ¿Podían culparla?
Su madre le había gritado que estaba poseído, que no era su hijito. Para su madre, la idea de que él había muerto era más factible que aceptar que siempre había sido una niña. Le rechazó de todas las maneras posibles y de verdad creía que jamás cambiaría de opinión. Lo había visto en sus ojos oscurecidos por el dolor de perder un hijo, porque estaba seguro que había muerto para ella en el momento en que descubrió esos vestidos.
En cuanto a Robert, no sabia que pensar. El hombre le había visto de pies a cabeza, rompió en miles de cristales su vaso de whisky y luego se marchó. Alec le había contado que lo había visto salir desconcertado de la casa Lightwood, perdido en sus sombríos pensamientos donde no sabia que lugar ocupaba ella ahí. No habia recibido llamadas de él, una visita, un aviso de que jamás quería volver a verle. No sabia en absoluto que sucedía con su padre, no sabia si aún podía seguir llamándole así. Habia esperado más de él, incluso que estallara en rabia y golpeara su cuerpo hasta la muerte, entumeciendo el dolor de su alma. Pero en su lugar, le había sorprendido con lo que parecía indiferencia. Quizás él había decidido que ya no tenía un hijo que no fuera Alexander. Quizás había decido que jamás había tenido una hija que no fuera Isabelle.
Mirarse en el espejo dolía a veces. Porque esa imagen que le era devuelta a sus globos oculares, mostraba tanto lo que era como lo que había sido. Queria romperlo, destrozarlo y jamás volverlo a mirar. Queria cortar cada parte de su cuerpo que no sintiera que fuera de ella. Queria quitar su corazón para ya no sentir ese dolor, esa sensación de su corazón volviéndose negro y lejano, consumiendose hasta las cenizas de un Max que ya no conocía, de una Maxie que no quería ser. Porque no importa el nombre, no importa cómo se viera, sabía que clase de persona era porque eso iba más allá, porque su ser era más de lo que mostraba. Era sus pensamientos, sus deseos, sus elecciones, los que amaba, su rencor, sus miedos, sus desdichas y virtudes. Pero se estaba perdiendo, así se sentía.
Cuando había probado la marihuana con Bethari, se había sentido genial. Su espiritu había sido elevado de su cuerpo y había podido ser al fin. No ella. No él. Simplemente había experimentado lo que era ser. No importaba como le vieran o el reflejo que estaba frente a sí. Simplemente era, existía y vivía. Se había sentido libre de las ataduras de un mundo físico. Era morir despierto y vivir al fin. El efecto era adormecedor y relajante. Queria sentirse así siempre, queria volver a sentirse en espíritu, probar si era posible sentirse aún mejor.
Tal vez lo haría.
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Blue mordía sus uñas con impaciencia. Las escuelas estaban cerradas por las vacaciones de invierno y no abrirían hasta un par de semanas más adelante por precaución del clima. No podía esperar tanto para ver a Riley o a Blake. Necesitaba saber que tanto sabian el uno del otro sobre él y necesitaba aclarar las cosas.
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Metamorfosis de piel [sin editar]
FanfictionAlexander y Magnus Lightwood-Bane están felizmente casados hace más de veinte años pero nadie les advirtió que ser padres iba a ser totalmente diferente a una vida de esposos, sobre todo cuando sus tres hijos ya no eran niños pequeños sino adolescen...