Isabelle se acercó con cautela a la puerta de su hermano, vio desde el umbral la imagen de Max sentado al borde de la cama de Rafael, observando con detenimiento un tacon en sus delgadas manos.
La mujer entró con una sonrisa timida, cada movimiento era meticuloso tratando de que él corriese asustado de ella. Se sentó en el colchón esparcido en el piso, sacó sus zapatos para más comodidad y cruzó sus piernas como indio. Sujetó con cuidado el tacón en las manos de su hermano y con una sonrisa lo dejó a un lado.
-¿Quieres empezar a hablar tú?
-Soy Maxie.- Isabelle tuvo que agudizar el oído para poder escucharlo, se acercó un poco más a la espera de que él lo repitiera. El pequeño suspiró. - Se que puede ser dificil y confuso. Se que el tenerme en cuenta como una niña ahora va a ser tedioso porque toda mi vida me vieron por un cuerpo. Pero siempre fui una niña, lo sé, lo supe y lo reafirmé cuando mi cuerpo comenzó a cambiar de manera drástica y yo no me veía como debería, yo no me sentía a gusto y todo se sentía incorrecto. Hasta que comencé a comprar los trajes, las faldas, vestidos y zapatos; me probaba conjunto tras conjunto y me sentía bonita. Me sentía yo, como si recién me hubiera descubierto y estado en mi propia piel por primera vez.
Isabelle no sabia que decir. El impacto de las palabras era indescriptible. No era el hecho de que Max fuera una niña, era la angustia con la que soltaba todo lo que había vivido, todo lo que sufrió sintiéndose un impostor. Era la manera en la que le contaba a su hermana como sus padres habían reaccionado, como se sentía culpable de haber sido tan descuidado, como no decía con frases literales que hubiera vivido así el resto de su vida para no pasar por lo que ahora estaba pasando.
Se sentía perdida, desorientada en el mundo al que la estaban llevando. El temor de hacer sentir mal a su, ahora, hermana le era enorme. Una palabra errónea, un gesto inadecuado, una mirada escurridiza, y Max podria sentirse mal, inaceptado. Izzy sentía que tenia mucho por trabajar, no le era tan facil como a Alec, su esposo y sus sobrinos llamarle Maxie, hablar en términos femeninos sin esfuerzo alguno. Ella debía pensar las palabras con cuidado, los pronombres dos veces y pronunciar de manera correcta el nuevo nombre de su hermana.
-Bueno- dijo por fin ella-, siempre quise una hermanita.
A Maxie se le iluminó el rostro. Seguro por primera vez, que su familia estaba pegándose y moldeandoce por ella. Estaba más que agradecido con cada uno de ellos por hacer un esfuerzo de mirarla como realmente era, como ella siempre se vio a pesar de su físico.
Ambas hermanas se abrazaron con cariño, Isabelle respirando con tranquilidad sintiendo que lo había hecho bien después de todo.
-¿Qué sigue ahora?- preguntó ella una vez que se habían separado. Maxie se encogió de hombros.
-Rafael dice que deberia presentarme tal y como soy, de una vez por todas. Porque si mi familia me acepta, no podría importarme menos lo que los demás demanden de mi.
-Pero...- Izzy le miró, sabiendo que algo no le estaba diciendo. Maxie suspiró.
-Pero no se siente tan facil. El viernes iba vestido como un muchacho, me mostraba confiando, a gusto conmigo y mi alrededor. Y luego iria mañana con un vestido rosa pastel, tacones y una peluca lila.- Maxie rió con burla hacia si mismo, sintiéndose completamente ridículo en la situación.
-Me gusta tu estilo- Izzy empujó suavemente su hombro haciendo a ambos sonreír.- Escucha cariño, tú debes ir afrontando esto de la manera que te siente más cómoda. Entiendo que ni siquiera fue tu elección que esto se supiera, por lo cual debe ser dificil salir por completo de ese caparazón. Deberias ir de a poco, y de a poco me refiero a lo que tú consideres. Amo a mi sobrino, pero ni él, ni Alec, ni yo, ni nadie; pueden decidir cuando decidas mostrarte fuera de estas paredes, ni cómo. Puedes hacerlo ahora, o en diez años, o en dos dias. Tu elección.
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Metamorfosis de piel [sin editar]
Hayran KurguAlexander y Magnus Lightwood-Bane están felizmente casados hace más de veinte años pero nadie les advirtió que ser padres iba a ser totalmente diferente a una vida de esposos, sobre todo cuando sus tres hijos ya no eran niños pequeños sino adolescen...