C a p i t u l o 29

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Madzie jugaba con el celular entre sua manos. Lo giraba y observaba con fijeza, como si al verlo de ese modo le transmitiera su ansiedad.

Se sentía estúpida por haberlo hecho, pero la curiosidad le picaba demasiado. Hacia ya una hora que su acosador le había mandado el último mensaje.

"Hermosa Madzie, lamento si te he causado problemas y si ahora ésto no tiene sentido. Pero he hablado con una amiga muy especial para mi y me ha dicho que no era justo para ti ni para mi mismo, el seguir haciendo esto. Cuando aclare mis ideas, volveré. O quizá nunca lo haga.

Que tengas buena vida, hermosa Madzie."

Ella había reido por un momento, pensando que solo era una broma de su acosador. Pero no había dado señales luego de eso. Por lo que algo indecisa y con mucha valentía, le habia mandado un simple texto.

"¿Te encuentras bien?"

Fue olímpicamente ignorada luego de eso y estaba fastidiada. ¿Quién era ignorada por su acosador?

Mordia sus uñas esperando una respuesta. No sentía nada más que una calidez cada vez que le llegaba un mensaje de él. Era reconfortante tener a alguien que te consideraba especial y te lo hacia saber cada día. Ya estaba acostumbrada a su presencia, sus ocurrencias y su capacidad se hacerla sonreir.

Escuchó dos toquidos en la puerta y se incorporó en la cama con un suspiro.

-Adelante.

Magnua entró, con una bandeja con dos vasos de jugo de naranja y un plato de galletaa horneadas por Alec. Le sonrió a su hija y se sentó a su lado, permitiendo que ella aceptara la bandeja y la dejara en su mesita de luz.

-Creo que es hora de tener una pequeña charla, Pastelito- Magnus picó la punta de su nariz mientras ella se quejaba.

-Prefiero comer las galletas de papá Alec.

-¿También prefieres tener una charla sobre tu acosador con él? Porque es lo que tendrás si no lo haces conmigo- Madzie negó reiterasas veces con su cabeza haciéndolo reir-. Estamos preocupados por eso y sobre todo por el que no nos dijeras. Un acosador es algo grande y peligroso, sobre todo si tiene algo tan privado como tu número de celular. Debiste decirnos.

-Es solo un juego de adolescentes, papá. No hay nada de lo qué preocuparse.

-No puedes estar tan segura, cariño. Tú no sabes si él es en realidad un maestro, o un conserje, o alguien con buenos contactos como para acosarte en todo momento. Es peligroso. Un mal movimiento de tu parte, y él puede hacer cosas horribles.

-Papá, tranquilo- ella vio la desesperación y el miedo reflejados en sus ojos ambar. Posó su mano en su rostro para calmarlo- Sé que solo tengo dieciséis pero puedo cuidarme, sé como hacerlo porque me han enseñado bien.

Magnus giró su rostro para darle un corto beso en la palma acaramelada de su mano, ella sonrió y la dejó caer con suavidad.

-Estamos asustados, no puedes culparnos. ¿Por qué no nos lo dijiste?

-No quise darle tanta importancia. Yo de verdad creo que es solo una broma- se encogió de hombros y tomó una galleta-. De verdad no creo que alguien pueda tomarse la molestia de hacer eso.

-Pastelito, eres hermosa. Yo creo que sí habría alguien que lo hiciera. Y si ese chico lo hace con buenas intensiones, le aplaudiré y lo aceptaremos en esta casa. Pero no le digas a tu padre- ella rió-. Pero si es por maldad, dejaré que tus hermanos y tú misma, le den una paliza.

-No es necesario. De todas formas no creo que vuelva a molestar- Magnus arqueó una ceja y la observó esperando a que continuara-. Me ha mandado un mensaje un tanto extraño en el que me decía que no me hablaría de nuevo, al menos por un tiempo indefinido.

Metamorfosis de piel [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora