💌 Trigésima Sonrisa

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Tn entró al gran salón junto a Aki y Nao, llamando la atención de todos.

– Hola Tn –sonrió el albino.

– Kaneki, hay un ataque en el Distrito 22 –encendió el televisor.– Mira.

– ¿Qué?

Todos observaron el televisor, viendo a la reportera hablar de un ataque ghoul en el mencionado Distrito 22.

– Nos están haciendo quedar mal. Supongo que así nos pueden matar mas tarde, que bárbaros –dijo Tsukiyama.

– Maldición... ¡Y ni siquiera hemos empezado a hacer cosas...Idiotas! –protestó Ayato.

– A este paso, todo ese mal será depositado en Cabra –comentó Nao.

– ¿Qué harás al respecto, "rey"? –preguntó Aki.

Kaneki lo pensó un momento y luego habló.

– Tsukiyama –llamó.– Tengo un favor que pedirte.

– Lo que sea –sonrió.– En cuanto no cueste mucho dinero, mi billetera está en un estado hórrido.

Kaneki llevó su mano a su mentón.

– ...Prepara una gran variedad de trajes blancos.

– ¿Para qué vas a usarlos?

[Noche siguiente]

[Kabukichō]

Tn entró a su departamento mientras hablaba por teléfono con Kaneki.

– Así que convenciste a Naki, ¿Eh?

– Sí. Me permitió usar los trajes y estará de nuestro lado.

– Bien hecho, pequeño rey –rió, cerrando la puerta.– ¿Cómo está la investigadora? –preguntó mientras encendía las luces.

– Mal, tiene la fiebre muy alta. Ah...Nico, el payaso, nos hizo llegar una tarjeta para contactar a una organización que podría curarla. "Acto Gran Rueda", ¿Los conoces?

– No personalmente, pero he oído de ellos. ¿Los buscarás?

– Sí. Pedí una "cita" para verlos. Si realmente pueden curar a Akira será un logro.

– Bien. Avísame cualquier cosa. Sabes que si necesitas recursos, Memento Mori los tiene.

– Lo sé, gracias. Te dejo, ya estamos llegando.

– De acuerdo. Suerte. Adiós.

– Adiós, Tn.

Tn cortó la llamada y dejó el teléfono sobre la mesa.

En el mes que pasó desde el ataque al Kokuria, Tn y Kaneki se habían vuelto amigos, pues los unía algo, o mejor dicho alguien: Kishou Arima. Dado esto, ella se volvió una de las manos derechas de Kaneki.

Tn suspiró y abrió la puerta del balcón para que entrase algo de aire, luego se encaminó a su cuarto para cambiarse, pero al entrar y encender la luz, vio un ramo de rosas sobre la cama y a alguien de camisa blanca de pie frente a la ventana, mirando por ella hacia afuera. Ella frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras se recargaba en el marco de la puerta.

– ¿Se puede saber qué demonios haces aquí?

– ... –rió y se giró.– Hola Tn –saludó, sonriendo.

– ¿Qué quieres, Nimura?

– Vine a verte –se acercó a la cama y tomó el ramo.– Y mira, te traje esto –se acercó a ella.– Te dije que te daría un ramo la próxima vez.

Sonríe, Tn... 💌 Souta Nimura WashūDonde viven las historias. Descúbrelo ahora