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[ Martes 20 de Febrero de 2007 ]

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[ Martes 20 de Febrero de 2007 ]

Quisiera algún día ver la nieve, nana —exclame mientras veía a través de la ventana, el día, como siempre, se encontraba soleado.

Ya verás que algún día tendrás la oportunidad de ver la nieve mi niña —mi abuela me miraba con una gran sonrisa en su rostro, y con una seguridad tan verdadera que le creí.

A veces no me gusta vivir aquí, en Miami; siempre hace mucho calor —rodé los ojos con disgusto, vivir en una ciudad como Miami no era tan bonito, no por todo el calor que hacía.

Arly —mi abuela me incitó a mirarla, así que la miré y ella con seriedad comenzó a hablar—, si vivieras en un lugar frío como Nueva York, estarías diciendo que quisieras conocer el mar, que ya no soportas el frío —me imaginé en esa situación, y sí, ella estaba en lo cierto, por algo dicen que los mayores son personas sabias.

Tienes razón nana —reí asintiendo con el rostro—. Nunca voy a estar complacida totalmente.

Va a llegar un día que sí lo estés mi niña, solo es cuestión de que le des tiempo al tiempo —sonreí de alegría, y es que por alguna razón todo lo que me decía mi abuela, se terminaba cumpliendo, sin excepción alguna, y el saber que podría llegar un día así, solo me llenaba de felicidad.

Nos quedamos unos segundos en silencio mi abuela y yo, solo se escuchaba el radio con las viejas canciones que mi abuela siempre ponía, canciones que poco a poco y sin querer, me aprendí de memoria, mi madre se sorprendió la primera vez que me escuchó tararear una de las canciones favoritas de mi abuela.

Nana, te he hecho un poema —le comenté mientras recordaba aquel poema que se me había olvidado hasta ese momento, mi abuela me miró curiosa—; en la escuela me lo dejaron de tarea y he decidido que a ti te lo dedicaría, ¿quieres escucharlo?

Pero por supuesto que sí, mi niña —mi abuela se acomodó sus lentes y me brindó una gran sonrisa; me había dado cuenta gracias a ese gesto que mi padre había sacado su sonrisa, eran idénticas.

Al escuchar su afirmación, me acerqué a la mochila que se encontraba en una de las esquinas de la habitación, rebusqué entre las cosas y encontré aquella hoja de papel, me dirigí a mi abuela y estando delante de ella le sonreí.

Bueno, dice así:

Abuelita mía,
cómplice de mis travesuras.
Cómo disfruto de tus caricias
y de nuestras aventuras.

Parece increíble,
que, con tantos años,
comprendas perfecto,
lo que siento y lo que amo.

Bellator ( LIBRO I ) [Completa] [Trilogía Blessed]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora