||PRIMER LIBRO DE LA TRILOGÍA "BLESSED"||
A los 16 años de edad, un accidente automovilístico le arrebata a toda su familia de sangre a Arlet, y de esa forma ella pasó a ser parte del clan "Bellator". Tres años más tarde, la muerte le vuelve arrebat...
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[ Sábado 13 de Diciembre de 2014 ]
—¿Sabes? —miré en su dirección, sus ojos cafés me miraban atentamente—. La primera vez que te ví Arlet, supe que eras diferente a los demás, se te nota en la mirada.
—¿En la mirada? —ella afirmó con el rostro, había algo de ilusión en su mirada, yo aun no entendía del todo a lo que se refería, el tema había salido de la nada.
—Sí —pasaron unos segundos en silencio, como sí tratara de buscar las palabras correctas—. Tu rostro, tu rostro parece haber sido fabricado por las mismas manos que las de un ángel, eres simplemente hermosa y adorable.
—Espera —la interrumpí con sorpresa—, yo no soy adorable, ¿o sí?
—Claro que lo eres —afirmó con una sonrisa, tratando de convencerme en ello—, solo basta con mirar tu comportamiento, eres una dulzura que trata de ocultarse tras esos tatuajes.
—Ruth, estás delirando —la miré con una sonrisa en el rostro; mentiría si dijera que escuchar eso me aliviaba en parte y es que tampoco es que tuviera tinta en piel solo por rebeldía.
—Di lo que quieras —se encogió de hombros aún con una sonrisa—, yo sólo te estoy diciendo la verdad.
—Como digas —rodeé los ojos divertida.
Ella no dijo nada más, yo tampoco; nos quedamos en silencio por unos segundos, era un silencio agradable, cada una proseguía en lo que estaba haciendo y estábamos cómodas en ese ambiente.
—Quiero que sepas que eres como una hermana para mí —me voltee con sorpresa hacia ella, su mirada se encontraba baja, sabía que lo hacía para ocultar su sonrojo, Ruth era tímida mostrando sentimientos fuertes y sobre todo verdaderos—. Yo nunca conviví con una familia, ya sabes —se rió nerviosa—, sabes perfectamente que yo nunca llegue a conocer a mis padres biológicos, si quiera.
—Oh Ruth —me acerqué a ella y la abracé brindándome ni apoyo, que ella hablara de su familia era algo difícil para ella y no era para menos, no podía ni siquiera imaginarme su sentir para con eso—. Lo sé, así como también sé que te duele hablar de esto —me separe de ella brevemente solo para verla a los ojos y viera que lo que decía era totalmente sincero—. Quiero que sepas que ahora tú también eres como una hermana, ahora eres lo único que tengo.
—Cuando llegué aquí —ella continuó—, pensé que siempre iba a estar rodeada de puros hombres, que me sentiría incómoda, pero no fue así, si no todo lo contrario —me miró y sus ojos se llenaron de un brillo especial, tanto era así que podría jugar que se volverían llorosos en cualquier momento—. Pensé que todo eso no podía mejorar más, y fue cuando llegaste tú, como un ángel caído del cielo, y desde ese instante, todo simplemente mejoró.