De héroes y leyendas [TodoDeku/KiriBaku] - BNHA

Prólogo

Las flores de las enredaderas comenzaban a brotar sus pimpollos a través del balcón. Todoroki podía tomarlo como una señal de que el frío invierno ya llegaba a su fin y muy pronto estaría allí la primavera.

Príncipe Shouto, lo corrigió una voz mental. Él hizo caso omiso, ya que había odiado aquel título desde que podía recordar, junto con todas sus variantes; Su Majestad, Su Alteza Real, o incluso Su Santísima Eminencia, El Príncipe Heredero de Yuuei.

Pero pronto ya no tendría que preocuparse por aquello.

La puerta de la habitación sonó con delicadeza, signo de que eran unos puños pequeños los que llamaban.

—Adelante —suspiró Todoroki, con la espalda sobre la cama y la vista ahora en el techo.

La inmensa puerta de ébano se abrió con un chirrido, seguido de los repiqueteos de un par de botas de combate y el mango de un hacha de guerra golpeando contra el suelo. Todoroki no necesitaba mirar a su visitante.

—Hola, Momo —saludó sin cuidado, ni tampoco muchas ganas.

—Su Alteza Real —dijo la muchacha, tras hacer una reverencia que Todoroki captó por el rabillo del ojo.

—Te dije que ya no hagas eso.

Ella no se exaltó, pero Todoroki estaba seguro que un ligero rubor de vergüenza debía de estar cubriendo sus mejillas. Así era Yaoyorozu Momo, la líder de las Valquirias del Rey Endeavor.

Y también la muchacha que había estado enamorada de él desde su infancia. Pero las cosas no funcionaban así para los príncipes y las guerreras.

—Su Majestad el Rey quiere verlo —dijo Momo tras carraspear.

—Estoy ocupado —se apresuró a decir Todoroki sin siquiera pensárselo.

Momo suspiró.

—Dijo que ahora.

—Y ahora estoy ocupado.

—Todoroki...

Él la miró. No era usual que ella se atreviese a usar el nombre por el cual solía responder —Shouto no cualquiera lo tenía permitido— así que debía estar temiendo por su puesto y su vida —en ese orden.

—¿Qué se le ha puesto ahora en la cabeza?

Pero lo que Todoroki en realidad quería decir era algo como ¿De qué manera arruinará mi vida ahora?

Momo apretó los labios con nerviosismo, evitando mirarlo directamente a los ojos. Ella lo sabía. Y no solo eso, si no que no podía ser ninguna cosa buena si la mismísima Yaoyorozu Momo estaba temerosa.

—Dímelo —ordenó, sentándose de golpe sobre la cama—. Por favor, Momo.

—Su Alteza...

—No me llames así —dijo tajante—. Solo dime que quiere mi padre.