Izuku no era una persona que dejaba que el miedo nublase su mente. Por lo general, él saltaba a la acción sin siquiera pensárselo dos veces ni sopesar las consecuencias.
Una prueba de ello era aquel instante en que trepó a lomos de la yegua del príncipe y cabalgó con él hacia la llamada Svartalf, la tierra sagrada de los elfos.
Elfos. Elfos. No podía contener su emoción. Apenas estaba recuperándose del dragón —los dragones— y ahora estaba en camino a conocer elfos, de los mismos que había leído tantas historias en el pasado.
Su vida en Tokio parecía lejana ya. Ni siquiera debía haber pasado una semana desde su partida pero se sentía como una eternidad. Todo lo que él recordaba era el dolor en sus muslos por cabalgar tantas horas y el asombro mezclado de terror cada vez que algo extraño aparecía.
Sin darse cuenta, Izuku se había terminado recargando contra el pecho del príncipe, suspirando. Se levantó al instante en que sintió su calidez y latidos a través de la ropa, incapaz de mirar a los ojos al muchacho.
—¡Oh, por...! ¡LO SIENTO! —exclamó horrorizado, cubriéndose el rostro pese a que Todoroki no podía verlo.
—Descuida. Debes estar agotado, no pareces del tipo aventurero —Una sonrisa se escapó de sus labios—. Puedes recostarte otra vez si deseas.
—¡Alteza, lo siento tanto...! —repitió Izuku.
Por suerte, Iida y Uraraka iban bastante más adelante por decisión del caballero: debía vigilar el perímetro para que ninguna sorpresa atacase al príncipe. Y, si miraba de vez en cuando al cielo y prestaba atención, podía ver un punto rojo sobrevolando entre las nubes.
El dragón Kirishima. Sus ojos brillaban y su sonrisa se ensanchaba al pensarlo. Al menos el muchacho no era una amenaza, y podía contemplar a los maravillosos dragones sin temor a ser devorado.
Casi le había ocurrido cuando vendó el ala de Mitsuki, la dragona de Bakugo. No quería pasar por algo similar.
—Te noto ensimismado —notó el príncipe con una ceja arqueada.
Midoriya carraspeó por los nervios.
—Bueno, ya sabes... no estoy acostumbrado a la aventura. Yo... nunca había visto un dragón. Ni al Oráculo.
Al menos aquello era verdad.
Todoroki rio sin abrir la boca. No sabía si empezaba a sospechar que algo mal andaba con él, pero el sonido era melodioso.
—Yo tampoco había visto dragones y ahora pude ver dos. Y el Oráculo... supongo que de bebé me llevaron allí.
—¿Es una tradición? —preguntó Izuku con inocencia.
—El Oráculo es algo así como el cable a tierra de los monarcas. Es quien les vaticina acerca de sus reinados, y a aquellos con malos augurios los ayuda a que no deliren demasiado pronto.
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De héroes y leyendas [TodoDeku/KiriBaku] - BNHA
أدب الهواةAU FANTASÍA. Existía una tierra mágica, llena de hechiceros y dragones, de reyes tiranos y príncipes rebeldes, de leyendas y aventuras heroicas. Un lugar tan hermoso como lo era aterrador, si sabías en donde entrometerte. Y luego estaba Midoriya, u...