Capítulo 14

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Eijirou estaba más emocionado de lo que debía

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Eijirou estaba más emocionado de lo que debía.

Él no podía evitarlo —los robos y los atracos hacían que su corazón latiese exaltado, preguntándose qué botín tendría entre sus garras cuando llegase la medianoche.

Y esa noche —la del Festival de las Estrellas— tendría el mejor de todos.

Escuchaba decir a todos sobre lo deshonesto que era robar: le quitaban a personas honestas, solo porque eras lo suficientemente flojo como para ponerte a trabajar.

Para Kirishima Eijirou, las cosas no eran tan blancas o negras: tenían un punto medio. Para empezar, él no robaba a pobres. Simplemente les quitaba a las personas que parecían tener un pasar económico estable y que no extrañarían un par de monedas.

Quien sea que tuviese la legendaria máscara del héroe Trece, ciertamente no iba a extrañarla.

Porque también la había robado.

Ya ven, entre los gajes del oficio de un ladrón, estaba el hecho de que probablemente alguien te robaría de regreso. Era la ley de la vida.

Y a Kirishima le habían quitado muchas cosas —su familia, su hogar, ahora su mejor amigo— así que no tendría remordimientos de llevarse una antigua máscara que no tenía idea ni para qué podría servir.

—¿Te podrías apurar? —Bakugo chasqueó la lengua, un par de metros más adelante—. ¡Haz que tu daga sirva para algo!

—Ya, ya —Kirishima apretó la boca—. Puedo sentirla vibrando, pero... podría estar en cualquier rincón.

—Eres un inútil.

Eijirou suspiró. Era cierto lo que decía: su daga parecía brillar levemente, incluso si llevaba algunas motas de oxido por los años; las piedras púrpuras que decoraban el mango tenían un destello que antes no estuvo allí.

Él recordaba los orígenes de aquella daga. Su padre, que también había sido un ladrón, se la dio cuando todavía era pequeño. No podía entender cómo semejante objeto valioso había ido a parar a las manos de un medio dragón y criminal.

Kaminari solía envidiarla. Nada de lo que ellos dos robasen podía equipararse a la belleza de aquella daga, con piedras incrustadas que habrían servido para hacerlos ricos a ambos.

Si es que Kirishima no se hubiese negado de hacerlo desde el primer momento. Denki solo se encogía de hombros y esperaba la siguiente oportunidad para decirle que la vendiese.

Se preguntó si, de haberla vendido, su mejor amigo estaría a salvo con él. Con el dinero suficiente se podía comprar un barco y huir, huir al continente del que todos hablaban. O simplemente tener una vida más digna.

A Kirishima le hubiese gustado saber si era su culpa que se llevasen a Denki. Un día estaban con él y, al siguiente, ya no.

Su mejor amigo había dicho que atracaría algunos comercios de la zona. Kirishima había estado cansado luego de una noche de engañar señoritas en una taberna para robarles las piedras que lucían en el cabello y vestidos.

De héroes y leyendas [TodoDeku/KiriBaku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora