Capítulo 55

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Momo y Kyoka no permitieron que la batalla las encontrara peleando sin cubrir las espaldas de la otra

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Momo y Kyoka no permitieron que la batalla las encontrara peleando sin cubrir las espaldas de la otra.

No era consciente de cuántos minutos —u horas— estuvieron destrozando demonios sombra en medio de la oscuridad; ni tampoco terminó de darse cuenta que los habían acabado todos hasta que su compañera desintegró al último de ellos con el uso de sus espadas duales.

Kyoka tenía el cabello corto pero revuelto como si la acabara de atacar un tornado. Su rostro pequeño y delicado tenía arrugas en el entrecejo fruncido, lo llevaba manchado de tierra, sudor y sangre de demonio; pero por razones que Momo desconocía, nunca había visto una mujer que fuese tan hermosa como en ese momento. Incluso con un ojo casi entrecerrado por las salpicaduras de sangre.

Especialmente cuando ella se giró para verla, y sonreír de costado tras intentar recuperar el aliento. Kyoka era casi antinatural en medio del paisaje sangriento y desolador: etérea, preciosa, valiente, fuerte.

Momo no tenía que ponerse a pensar esas cosas en situaciones así, pero era inevitable admirar a una mujer tan digna como lo era Jirou Kyoka.

—¿Quién diría que ibas a sonreír mientras salvabas a Yuuei y protegías a nuestro rey? —dijo Momo con dulzura; intentaba que se escuchara como una broma para no pensar en el horror de la masacre.

Kyoka agitó la cabeza para que se le acomodara un poco el cabello, pero no funcionó. Seguía apelmazado en picos irregulares de sudor.

—Bueno... resulta que nuestro rey actual es el primer rey en la historia que no me parece un completo capullo —Ella se secó el sudor con la manga de su uniforme raído—. Y porque asesinar demonios debe ser la cosa más divertida del mundo luego de apuñalar a hombres asquerosos.

Momo trató de sonreír pese a las implicaciones de lo que decía. Recordar a Mineta era desagradable —incluso si podía compensarlo con lo que ocurrió después de su encuentro en el castillo. El recuerdo de su sonrisa repugnante y sus manos seguían siendo traumáticos. Pero Mineta ya no estaba allí —gracias a Jirou Kyoka, la mujer que conseguía salvarla una y otra vez—, y era el deber de las dos proteger a los desamparados del reino de cualquiera que intentase dañar a otro inocente.

Ambas observaron la carnicería a sus pies: si bien las sombras de los demonios se esfumaban luego de ser asesinadas, la sangre oscura seguía corriendo por la tierra como un veneno putrefacto que corroía todo. Olía nauseabundo, pero era peor imaginarse lo que estaría ocurriendo en el corazón de la ciudad.

Ellas tenían que conseguir ayuda.

Pero era difícil, considerando que... bueno, no se había equivocado cuando le dijo a Jirou que estaban protegiendo al rey.

Un Shouto Todoroki semi-inconsciente las esperaba detrás de una roca. Fue Jirou la primera en acercarse para darle palmaditas en la mejilla del muchacho para terminar de espabilarlo; sin embargo, eran sus heridas las que le pedían recobrar la consciencia como era debido. Se notaba en sus muecas de dolor, así como en las magulladuras por todo su cuerpo que solo consiguieron sanar un poco gracias a la magia.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2019 ⏰

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