Shouto intentó sobrellevar como pudo los pesados días al lado del anciano Gran Torino.
Pero, por momentos, convertir a Bakugo en un conejito domestico se escuchaba más fácil que soportar los entrenamientos.
Algunos días eran brutales. Otros, insoportables. Con suerte, uno o dos fueron más bien aburridos por el aprendizaje teórico que sacaban de los extraños libros de su polvorienta biblioteca.
Ya casi iban a cumplirse ocho días en aquel templo. Ni él ni Midoriya salieron ningún día, y comenzaba a echar bastante de menos la luz solar a pesar de acostumbrarse al gélido lugar. Pero el anciano no quería que salieran, y nadie tenía ganas de que se les enterrase su bastón en el centro del rostro.
—¿Qué son esos movimientos? —gruñó Gran Torino—. ¿Quién te enseñó a pelear? ¿Tu niñera?
Todoroki no era una persona que se enojase con facilidad, pero ese anciano agotaba la paciencia de cualquiera.
Y no solo eso, sino que también llevaba su desgaste físico al extremo. Gran Torino, pese a moverse con un bastón, nunca se vio lo suficientemente cansado como para detenerse a tomar aire.
Sus rodillas lo traicionaron y se desplomó contra el suelo. Jadeaba; la espada incluso se le escapó de las manos.
Escuchó al anciano chasquear la lengua con frustración mientras daba unos golpecitos en el suelo con su terrorífico bastón.
—¡Vamos, vamos! —Gran Torino gruñó—. Descansar déjaselo a los bebés, Alteza. Tú tienes una tarea, y el solsticio no esperará a que tú des una bocanada de aire.
—Lo estoy intentando —siseó Shouto. Se puso de pie con un gran esfuerzo—. Quiero ser un buen Escudo, pero parece que usted no entiende sobre fisiología humana.
—Oh, entiendo perfecto —bufó—. Entiendo que Toshinori me ha enviado un par de bebés llorones.
Todoroki frunció las cejas tras escuchar aquello. Gran Torino se había dado la vuelta para rebuscar algo en un polvoriento baúl, con sus cortas piernas de ancianito flotando por encima del suelo. Hubiese sido una imagen adorable si no fuera porque de aquel baúl sobresalían un montón de picos y armas filosas que desgarrarían la carne humana en cuestión de segundos.
Pero, ¿por qué siempre estaba repitiendo lo mismo? Toshinori no los había mandado a ninguna parte.
Eran los crueles —pero sabios— hilos del destino los que les habían unido a todos ellos en aquella sangrienta y peligrosa misión.
—Toshinori no nos ha enviado. Él está muerto —aseguró Shouto—. Creo que la edad comienza a afectarle.
Gran Torino no se giró a enfrentarle, pero sí que se rió de él.
—¿Muerto? Bueno, es posible que sí —respondió—. Pero la muerte es bastante curiosa, Alteza. No siempre es lo que pensamos de ella.
—¿Y qué pensamos de ella, si puedo preguntarle?
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De héroes y leyendas [TodoDeku/KiriBaku] - BNHA
FanfictionAU FANTASÍA. Existía una tierra mágica, llena de hechiceros y dragones, de reyes tiranos y príncipes rebeldes, de leyendas y aventuras heroicas. Un lugar tan hermoso como lo era aterrador, si sabías en donde entrometerte. Y luego estaba Midoriya, u...