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Estaba de pie, mirando a una niña castaña de ojos miel que esperaba a saber qué sentada en un sofá. Reconoció que esa era su casa, y la niña sentada impacientemente era ella.

La pequeña miraba nerviosa el reloj, una y otra vez hasta que se levantó de donde estaba y fue a la puerta a calzarse.

La adolescente la seguía con curiosidad pues la pequeña parecía no percatarse de su presencia allí.

La niña corrió revisando cada callejón y parque, en busca de algo, en busca de alguien. Pareció finalmente encontrarlo en un parque muy alejado de la casa y rodeado que hombres mucho más altos y corpulentos.

- ¡Yo no he hecho nada! ¡Lo juro!- uno de los matones rió y golpeó al niño castaño de unos 8 años en la cabeza.

- ¿Haah? ¿Y si no fuiste tú quién se robo mi bolso, niño? Yo no veo a nadie más que a ti - los tipos rieron mientras que el niño castaño negaba frenéticamente - ¡Deja de mentir niño! - el primero tipo le atinó una patada en el abdomen que dobló al pequeño del dolor.

-¡Oni-chan! - los mayores giraron a la niña de unos 6 años y comenzaron a burlarse del más pequeño.

-¿Oni-chan? ¿Necesitas que tu hermanita pequeña venga al rescate?- le hacían burlas mientras lo golpeaban en la cabeza. Tomoe enojada, intento detener a los hombres, pero cuando posó una mano en uno de ellos, esta la atravesó.

«Esto no es más que un recuerdo»

El atardecer se estaba asomando y la adolescente sabía que se avecinaba la peor parte.

- ¡Ya dejen de golpear a Daisuke-onichan!- vociferó con su voz aguda. Los matones se giraron y sonrieron con perversidad, dirigiendo su atención a la pequeña ojimiel y ya no en Daisuke.

-¡Estúpida! ¡No te metas!- gritó su hermano extrañamente enfurecido.

- ¡Ve por Ryuu-niisan!

- ¿Haah? ¿Prefieres que te golpeemos a ti?- le dio un zape a la pequeña.

-¡El niño ha huido!- el que parecía ser el jefe de aquella pandilla se giró enfurecido a la niña.

- ¡Lo ayudaste a escapar, a ese ladrón! ¡Pequeña zorra!- primero fue una patada, luego otra y otra, y cuando ya yacía en el suelo cubierta de sangre, los matones planearon ir a buscar a su hermano.

La gravedad pareció aumentar y se giraron al notar un aura aterradora, para encontrarse a aquella niña en pie.

- No toquen a mi Oni-chan.

Luego todo se volvió nuevamente oscuridad, la adolescente escucho los gritos de los matones pero no veía nada, sólo oscuridad, más de una vez escucho como aquellos quejidos eran acallados y que entre gemidos de dolor lograban pronunciar:

«Eres un monstruo.»

El escenario cambió, ahora veía a la pequeña niña sobre una cama de hospital y los doctores que la miraban aterrados.

Cambió nuevamente la escena, la pequeña se hallaba en su cuarto, aún inconsciente. A la habitación ingresó un adolescente castaño con ojos violetas que miraba a la niña con tristeza.

- ¿Que has hecho?- la adolescente sintió su corazón encogerse, recordaba ese día, ella podría no haber despertado porque de hecho no lograba despertar, pero había escuchado todas las palabras crueles que la gente, que sus hermanos entraron a su cuarto a decir.- Te has convertido en un monstruo, en una bestia sin corazón. Tú ya no eres mi hermana y yo ya no soy tu hermano. Espero que nunca despiertes, sería asqueroso ver a alguien como tú, despierta.

Una lágrima descendió por la mejilla de la adolescente.

«Gin...»

El ojivioleta salió de la habitación dando paso a un adulto de unos veinti tantos años, su cabello era violeta, largo hasta la cintura y lo llevaba atado en una coleta baja y sus ojos del mismo color. Se limitó a observar a la pequeña niña, tal vez con tristeza, tal vez con dolor, tal vez con odio. Las emociones no se distinguían en su fría mirada violácea. Se acercó a la cama de la pequeña y su sentó en un borde observándole. Acarició su cabeza con ternura, acomodando los cabellos rebeldes de su hermanita.

-No quiero hacer esto.- susurró.- Pero ellos te enseñarán a controlar tu poder, Mikoto y Makoto me matarán cuando se enteren de lo que hemos hecho, perdónanos Tomoe, pero no podemos convivir con un demonio como tú en nuestra casa.

Desde el anonimato, la adolescente lloraba desconsolada. Ella amaba a sus hermanos, pero sus palabras le seguían dañando a tal punto que era desgarrador.

«¿Que les hice? ¿Que hice mal, Ryuu-niisan

La escena cambió nuevamente, pero esta vez ha se hallaba en Latinoamérica, a donde sus hermanos la habían enviado a "mejorar". Todo allí era cálido, las personas no la llamaron por apodos horribles en cuanto llegó, aunque eso duro poco tiempo.

Había logrado hacer unas amigas en el internado en el que se encontraba, amigas que luego de un tiempo dejaron de hablarle.

Les preguntó, ¿Por que? ¿Que sucedió? Su corazoncito de 7 años no estaba preparado para tanto desprecio.

- Eres un monstruo, ¿quién querría ser amiga de un monstruo?

Y las palabras crueles siguieron hasta sus 9 años, hasta que su dulce corazón formó una coraza casi impenetrable.

- Esos no son amigos.- Se decía la pequeña.- Los amigos siempre están contigo cuando los necesitas y no te dicen palabras que dañan tu corazón. Esos no son amigos...- mientras no estaba en clase, se hallaba en la biblioteca del internado leyendo mil y un libros. No había libro en aquel lugar al que no le haya dado una ojeada o se lo hubiese ya leído.
Tanto leer había terminado en que ella hiciera una pequeña lista donde escribió todo lo que anhelaba tener.

«Verdaderos amigos...» se dijo la adolescente. Había olvidado sus mayores sueños de cuando era una niña. «Alguien que me abrace cuando esté triste...» sonrió ante ese anhelo de cuando era una cría. «Alguien que me ame.» susurró.

«Alguien...»

El bullicio llenó sus oídos y varias personas llamándola frenéticamente. Sentía que alguien la tenía entre brazos y su cuerpo dolía como el infierno.

Cuando su vista se enfocó, se vió rodeada de la mayoría de su clase y varios héroes profesionales.

«Alguien...»

Vió como todos suspiraban de alivio y como Uraraka tomaba su mano mientras algunas lágrimas caían por su redondas mejillas.

- Creí que te habías muerto...- las demás trataban de calmarla pero Tomoe miraba todo somnolienta. Vio a quien la tenía en brazos, hallando ahí al heterocrómico con una expresión de preocupación y detrás de él, a Kirishima y Bakugou.

Buscó a Midoriya con la mirada y captó que se lo estaban llevando en una camilla junto a un rubio flacucho.

Sonriendo levemente, cerró los ojos.

«Alguien que se preocupe por mi.»

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Jsjsjs

¡Mil gracias por las mil vistas y los 200 votos! Llenan mi corazoncito inexistente de alegría.

¿Que opinan sobre el pasado de la rayis?

Tengo derecho a que al menos respondan esa pregunta, actualice dos veces en un día. :^)

Que trucaso.

2 actualizaciones en un día = No va a haber actualizaciones hasta que Mirio deje de ser mi personaje favorito.

O sea, nunca más.

Aveda. ¡Voten y comenten para más!

-Nynia.

•Leon Heart• [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora