Luz dorada

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Justo antes de lanzarle a Nike, se me pasó por la cabeza algo insólito, pero que deseaba con toda mi alma. Tenía sometido a Hades, y lo aproveché.

— Hades. Antes de acabar, te voy a hacer una petición. Algo que para tí no resultará dificultoso...

— Puedo interpretar algo con tu mirada, acaso lo que me vas a pedir es... ¿Vos querés...?

— Quiero que les devuelvas la vida a mis Santos de Oro. Otorgarles una vida normal como cualquier persona. ¡¡Inmediatamente!!

¡Ja! ¿acaso crees que voy a acceder a eso? ¿te has vuelto loca? Siempre pretendes ser la buena de la película, queriendo proteger a todos por igual, incluso a los malos... Yo castigo a esa clase de gente, ¡tú no! ¡ingenua!

— Cuanto rencor tienes, Hades. Por eso has perdido esta batalla. Además, no me hables como si tuvieras otra opción, porque no la tienes. Hazlo para remendar esa jugarreta tan maliciosa que hiciste en el Santuario hace 13 años y que te salió mal... Seguro sabes a qué me refiero.

No sé de que estas hablando.

— Eso dices, aun así, sacaste provecho igual de esa situación, provocando una interna de Santos en mi propio territorio. Y la responsable de dicha rebelión, fue una diosa cobarde que pertenece a tu ejército. Y tú, como su líder, deberías saber de sobra que cualquier acción o falla de tus súbditos también es considerada TU FALLA. ¡Hacete cargo!

El silencio de Hades ante mis dichos, ha sido una clara satisfacción. Fue como volver en el tiempo… cuando era una niña rica malcriada, manipuladora y mandona que deseaba obtener todo lo que quería sin importar qué. Lo bueno es que gracias a eso, hoy mi "capricho" se cumplió.

Hades adquiere una postura particular. Eleva su brazo derecho y un fino haz de luz rojizo emerge de su palma de la mano. Sentí al instante los cosmos de mis Santos de Oro, al parecer en dirección al Santuario de Grecia.

Vaya, lo hiciste más rápido que lo esperado. Pero, no pretenderás que te perdone la vida por esto ¿o sí? Un sólo acierto que hayas hecho, no justifica toda una cadena de errores, sacrificios, sufrimiento y oscuridad que sembraste desde tu resurrección. Ni mucho menos que hayas usado a Shun como tu receptáculo, instalado un Lémur en Saga y que hirieras de muerte a Seiya. Pero... Igualmente, te tengo que dar la razón en algo: los seres humanos no son del todo bondadosos. Algunos son avaros, egoístas y destructivos. Pero yo, Atena, te prometo que me encargaré de purificar esas almas corrompidas, para que este mundo sea aún mejor.

Y así, la guerra llegó a su fin. Lancé mi cetro dorado traspasando su pecho. La oscuridad del Gran Eclipse desapareció, todo estaba lleno de luz y tranquilidad ahora.

Ahora si. Volvamos a casa, mis luchadores incansables, mis nobles y valientes Santos...

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora