El día más esperado

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He seguido sus pasos hasta las afueras del templo de Atena, pero sin darme cuenta, lo perdí de vista. ¡Parecíamos dos niños jugando a las escondidas!

Una risa agitada salió de mí... cuando creí que ya no podía encontrarlo, di la vuelta e intenté regresar por donde vine, pero de la nada y como si fuese un fantasma apareció inmediatamente el señor y me tomó por la cintura, asustándome, otra vez.

— Discúlpame por haberte hecho correr un poco, pero quise apartarte del público a propósito para tener una plática personal. Quería desearte un muy feliz cumpleaños. Y también decirte lo especial que eres para mí.

Vale, eso ya me lo dijiste. Y tus flores, también me han encantado. No hacía falta alejarnos por eso, ¿o si?

— Hay algo más que quiero expresar.

Saga se acerca y toma mi rostro con sus manos. Mis piernas temblequeaban sin parar. Me ve atentamente y expresa:

— Tú siempre has protegido a costa de tu vida el amor y la paz de este mundo. ¿Pero alguna vez te has preguntado cómo sería la vida si alguien te concediera su amor a tí?

Nunca me permití pensar en eso ya que muchas vidas en este mundo siempre han dependido de mí. El mal jamás se tomaba un descanso. Ahora, ya sumergida en la tranquilidad, creo que sería muy reconfortante amar y ser amada. Aunque a veces me pregunto si mis pensamientos son correctos.

— ¿A qué te refieres?

Desde la era del mito, Atenea fue una diosa que rechazaba la cercanía con los hombres, por eso jamás se me conoció ninguna descendencia. Yo no sé tratar a una compañía masculina y eso me ha dado fuertes inseguridades.

— Saori, eres muy especial. Pero también algo temperamental y con un carácter fuera de lo común. Constantemente piensas en los demás, dejándote a tí en último lugar. Además también de valiente, hermosa, emocional y noble; siento temor en tí, y eso me parece ilógico. La verdad, pienso que no tienes miedo a morir, sino a vivir...

Mis ojos se cristalizaron con tal declaración.

— Las tempestades son parte de la vida, y sólo la sobreviven los fuertes. Son aquellos que se dejan llevar por la corriente pero siempre mantienen la nariz fuera del agua. Y después, sin darte cuenta todo pasa. Sale el sol y se llega a tierra firme. Quiero que nosotros nademos juntos.

Ya en la noche, siendo testigos las innumerables estrellas que iluminaban tenuemente el cielo, Saga me besa por primera vez. Sentí ese enorme sentimiento llamado 'amor' bullendo dentro de mí... Lo abrazo como nunca antes, y cuando noté su cosmos tan cálido y bondadoso, mi corazón y el suyo palpitando a más no poder... Reafirme mi deseo de querer estar a su lado, para siempre.

Tu papel como diosa de la Tierra ya ha culminado. Por favor, permítame entrar en su corazón... Prometo que seremos felices.

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora