El lemuriano Mu

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En el camino hacia la aldea, he hablado muchísimo con el Santo de Aries. Me siento muy contenta de conocerlos poco a poco... Sé que algunos tienen aspecto de tipos malos, pero han sido muy buenos y generosos conmigo hasta ahora. De eso no hay dudas.

— Me alegra mucho que me hayas acompañado en esta corta travesía. Ahora quisiera comentarte porque estamos yendo hacia la aldea, ¿vale? Yo he estado pensando en Saga, estuvimos hablando hace unas horas y quiero darle una sorpresa. Él ha estado muy melancólico por una cuestión personal, y quiero ayudarlo a sentirse mejor.

— Si, lo he notado a la primera. ¿es por eso que se fue de manera imprevista ayer cuando estábamos reunidos en la sala del Patriarca?

— Así es. Saga es un hombre muy reservado, pero eso no quiere decir que sea de malos modales. Aunque no lo demuestre y lo oculte bajo esa dura mirada, es muy sensible, y sufre por no tener consigo a su hermano gemelo.

He oído que por una cuestión de genética los hermanos gemelos no pueden estar separados. Si uno está triste, el otro va a estarlo. Si uno se enferma, el otro también. Incluso hasta he oído que sienten el dolor del otro, es algo mutuo. Algo muy extraño verlo desde afuera, pero entre ellos se entenderán, me supongo.

— Por eso es que quiero sorprenderlo. En Rodorio está Kanon, él está esperándome.

— ¿Kanon también está vivo? Increíble. ¿Entonces, mi maestro Shion... y también Dohko de Libra lo están?

Me temo que no. Ellos han sobrevivido valientemente a la Guerra Santa del siglo 18. Además, cumplieron las órdenes que les di a ambos en ese entonces con éxito, y como un plus, han colaborado también en esta guerra actual. Por eso, creí que lo más benévolo que podía hacer por ellos era dejar que descansen en paz.

— Eres muy buena y considerada, Saori. Estoy seguro que ahora ellos, estén donde estén, la estarán observando felices sabiendo que usted triunfó y que el mundo estará en paz plenamente.

Te equivocas, Mu. No he sido yo sola, ustedes también forman parte de este triunfo. Jamás alcanzará mi existencia para agradecerles tanto...

Mu mira hacia el cielo amaneciéndose, y sonríe. A mí se me cayeron un par de lágrimas. Tantas charlas con el Santo de Aries hicieron que el trayecto se haga un poco más corto, porque en un abrir y cerrar de ojos, ya habíamos llegado a la aldea.

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora