Proximidad

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Saga, como buen mozo que es, se que moría de ganas hace tiempo de imponer su masculinidad ante mí y arrebatarme mi virginidad. Pero, sorpresivamente se contenía… quizás, el ser una deidad no lo haga sentir seguro.

- Por favor no te detengas, sígueme.

Esa respiración algo forzosa que provenía del geminiano me hacía sentir muy excitada. Pero, esta vez era él quien se encontraba con la semilla de la duda. Eso me impulsó a tomar la iniciativa.

- ¿Ves como late mi corazón? esto es lo que provocas en mí, y es algo hermoso. Jamás te sientas culpable por eso. Libérate. Sé tú mismo.

- Yo…

- Sé lo que piensas, y no me estás faltando el respeto. Esto es algo que yo te debía hace rato. Ya es hora, deseo satisfacerte. ¿me darías el honor?

- ¿Estás segura de esto? Iré hasta donde tú quieras...

Con una clara actitud coqueta, lo miro de forma seductora y sutil para luego pasar a pequeños besos en su cuello. Anhelaba con prisa saborear esa ‘rebeldía’ de Saga en carne propia. No hice más que dejarme llevar por mis impulsos biológicos. El geminiano y sus grandes manos recorrían mi silueta mientras mi blusa era desprendida y se deslizaba hasta caer. Procedí a quitarme el brasier para luego enredarnos y hundirnos finalmente en un beso pasional.

Saga aleja mi cuerpo del suyo por un momento para contemplar mi delicado torso desnudo. Cuando la yema de sus dedos rozaban y tomaban delicadamente mis senos, mi sentido del tacto se estremece lanzando un breve quejido cuando él besaba aquella marca en mi pecho provocada por la mismísima flecha de oro, que en algún momento pasado, fue hecha con el fin de tomar mi vida. Sus bellos ojos verdes que miraban atentamente mis expresiones de disfrute, se cruzaron con los míos para que luego, mi atención se centre en cómo la forma de su pantalón cambiaba mágicamente.

- No aguanto más, pídemelo ahora.

- Saga, ¡hazme el amor!

El geminiano me toma en sus brazos para trasladarme a esa enorme cama que compartíamos. Dejé que se deleitara conmigo y que deguste lentamente hasta la última porción de mi piel. Cuando el calor de nuestros cuerpos se unieron para hacerse uno, la mezcla de dolor y placer se hizo sentir duro en mí y un delgado hilo de sangre descendía poco a poco sobre mi pierna. Fruncí el ceño por unos segundos y volteo para que Saga dirija sus manos hacia mi espalda baja... y así, sostenga mis caderas para sentir el goce de su desempeño enérgico que se saciaba como nunca de mí. Que ambos hayamos alcanzado el clímax de esa manera hizo hallarme a mí misma como una verdadera mujer. Sentí por un buen rato, que tocaba las estrellas.

Nuestro primer encuentro íntimo fue increíble. Hubo una conexión muy profunda. Creo que haberlo postergado por un tiempo tuvo grandes beneficios. Nuestra química resultó como siempre lo soñé. Es importante hacerlo cuando te sientas lista -y lo más convincente- que te sientas segura de con quien lo harás, pues se trata de la virginidad, algo sumamente preciado para el género femenino.

No me siento en falta conmigo por esto. Y creo que Saga tampoco, a pesar de su reciente duda. Terminar abrazados, exhaustos y mirándonos con tanto amor... todo concluyó de la mejor manera.

- ¿Cómo se encuentra mi dama real?

- Feliz. De ahora en más, quiero que todos los días de mi vida sean de esta manera... mi bello Santo de Oro...

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora