Ker

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Con mi corazón acelerado como nunca antes, y el sonrojo indisimulable por tal acción repentina, Saga ha rozado y dejado casi a la vista mi seno. En un estado prácticamente de rigidez, sólo me restaba escuchar el motivo de su reciente acto.

- Disculpa mi atrevimiento, sé que no es apropiado tocarte de esta forma. Lo hago para que recapacites y lo veas con tus propios ojos, por favor.

Dirijo mi mirada hacia el lugar mencionado, admitiendo que ya me había olvidado de 'eso'.

- ¿Ves? Esto te lo hice yo, he dañado tu cuerpo, algo imperdonable para un mortal como yo.

- Saga...

- Déjeme terminar de hablar, se lo suplico... Recuerdo como sentía en carne propia esa flecha dorada hundiéndose más y más en ti. Sentí tu agonía y hasta tus lágrimas recorrer tus mejillas... ¡y ni hablar de la impotencia de no haber podido revertir una situación tan delicada! Por eso pienso que sería absurdo que la diosa Atena sintiera afecto por mí, después de haber intentado tomar su vida y gobernar el mundo en su lugar.

- Has gobernado el mundo durante mi ausencia en el Santuario durante 13 años, es cierto. Te cuestionas tanto... ¡y ahí si hiciste un gran trabajo! Mas allá de la lucha interna de Santos, el mundo no corrió peligros adversos hasta mi regreso porque lo sobrellevaste incluso con tu maldad acosándote por momentos. Cualquier desquiciado en una posición tan importante como la del Patriarca de Atena se hubiera vendido rápidamente al mejor postor. Tu resistencia al mal impidió muchas cosas más si te pones a pensar. Lo que pasa es que no reconoces tus triunfos, y eso no es bueno. Destruye tu autoestima y aún mas, la psique.

Saga no emitía ni una sola palabra.

- Veo que tus culpas siguen latentes. Esta pregunta te la hice infinidad de veces, pero te la diré una vez más: ¿cómo te sientes?

- No sé como estoy.

- No sería mejor que te digas a ti mismo: "no estoy bien, necesito ayuda" (?)

- De ningún modo. Yo puedo arreglármelas solo.

- Saga. Nadie puede solo con algo así.

El geminiano hace un esfuerzo enorme para no intentar llorar. Sólo me limité a abrazarlo y a contener su frustración. Posteriormente apoya su cabeza en mi regazo, mojando finalmente mi vestido con sus lágrimas. La escena fue muy parecida a cuando se suicidó hace tiempo atrás, con la diferencia de que ahora él está aquí, conmigo y lleno de vida. Pongo mi mano en su cabeza y miré de repente al cielo con angustia. Este era el momento.

- Tal vez todo lo que digas es cierto, pero tú no tuviste la culpa de nada. No tenía en mente hacer esto ya que sería como echar limón a tu herida nuevamente. Pero tus lágrimas me hicieron reflexionar y terminarán al fin cuando sepas el 'origen de tu doble personalidad'...

El geminiano se levanta, me mira fijamente y el silencio incómodo se hizo sentir fuerte por unos segundos entre ambos.

- Tu brazo, por favor.

- ¿Ah?

- Tú mismo serás testigo de todo. ¿Estás listo?

Antes de que me conteste, tome rápidamente su antebrazo con fuerza y encendí mi cosmos.

- ¡¿Qué haces?!

- Sólo tienes que cerrar tus ojos.

En un momento tenso, le transmití a su cuerpo la forma de una visión, dónde pudo ver todo lo transcurrido... desde el momento de su nacimiento, hasta su posterior suicidio ante mí. El geminiano mayor, con una expresión sudorosa, al fin se ha dado cuenta de la verdadera causa de su rebelión en el Santuario.

Después de un tiempo moderado, suelto bruscamente su brazo y esperé con ansias su reacción, aunque fue algo tardía. Con su mirada confundida, proclamó:

- ¿La diosa Ker? ¿Hermana de Hypnos y Tánatos?

- Tal cual. Disculpa mi forma tan ruda de hacértelo saber. Necesitaba sacar de mí todo esto.

- Yo, yo... estoy muy confundido. Váyase, déjeme estar solo a mí ahora, por favor.

Jamás pensé que me iba a echar, noté como se formaba un pequeño nudo en mi garganta al oírlo, pero tenía que saberlo. Quizás, sentirme en deuda con él por tanto tiempo y no haberlo podido ayudar en su momento, me llevó a 'recompensarlo' de esta forma.

- Entiendo, en cuanto estés listo, te espe----

- No, no, no, discúlpame, no quise decir eso. Al contrario, quiero agradecerte. Por ser tan comprensiva, por aclararme lo que jamás supe, y le ruego que me disculpe por mi estado ahora mismo. Sólo estoy nervioso.

- Mi deseo es que estés bien, en otras palabras, quiero que demos vuelta de una vez por todas esta página tan oscura de nuestras vidas. Además... considero que hemos desviado un poco el tema principal. La que está en falta ahora contigo soy yo. Anoche yo no te traté bien... Una diosa jamás debe tener esos exabruptos y menos con los seres que la ayudaron a pelear por la paz. Por ello, tengo un pequeño obsequio para ti. Esta pulsera tiene el aroma de las flores del Santuario y además posee mi bendición.

- No tendría que haberse molestado por mí, señorita.

- Es para compensar los malos tratos de anoche y también por lo que pasó recién entre nosotros. Por favor tómalo y úsalo como un amuleto... te protegerá de todas las malas adversidades que invadan tu alma. Y para que no te sientas raro usándola solo tú, me pondré una yo también y las tendremos juntos como algo simbólico, es decir, para que recuerdes y tengas muy presente mi deseo de dejar todo esto atrás.

Saga observa su regalo y reacciona con una sonrisa. Me da un abrazo muy afectuoso y me agradece por todo.

- Esa personalidad drástica, digna del hombre que quiero tanto en secreto. Me alegra que todo esto haya terminado con una sonrisa dibujada en tu rostro. Porque tu sonrisa, para mí, es todo.

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora