Lazos de sangre

312 21 0
                                    

Hubo un choque fuerte de miradas entre los gemelos de melena azulada. Pareciera que el tiempo se detuvo en ese momento. Corté un poco la tensión y con un poco de nervios me interpuse entre ellos.

- Muy buenos días Saga. Como verás, Kanon, tu hermano gemelo está aquí. ¡cieeelos!... no tenía planeado que el reencuentro de ambos sea de esta forma brusca. Ya que mi sorpresa para tí se arruinó, supongo que tienen demasiadas cosas de que hablar, así que yo seguiré circulando para llegar al salón de Atena a descansar. Me he levantado muy temprano hoy y no estoy acostumbrada a madrugar...

Pensé que con mi pequeña charla, Saga me respondería algo ya que no sabía en sí como se sentía al ver nuevamente a su hermano, pero seguía sin emitir un sonido, y empezó a brotar de él una mirada bastante nerviosa.

- Kanon, recuerda, siempre mirando al frente, ten en cuenta nuestra conversación previa. Ya lo sabes. Ahora si los dejo solos.

Y así me retiré rápidamente de la escena, rezando para que todo se arregle entre ellos. Sé bien que ambos nacieron bajo un destino complicado, pero también sé que el amor y la amistad lo pueden todo. Quizá haber pensado de esa manera al último, hizo que mis ansias se calmen. Bueno, sólo un poco.

Horas más tarde, cerca de la medianoche, pasos firmes de hombre se hacían sentir en el templo. El silencio y la tranquilidad de la noche me hizo escucharlos fácilmente, al parecer desde una distancia considerable. Era Saga. Se hizo presente en mis aposentos. Ya sentada en mi extensa cama de mármol, situada detrás de la sala del Patriarca, a mi lado lo esperaban nada más ni nada menos que el hábito y el casco de oro del Patriarca. El señor se inclina ante mí, mostrándome su respeto.

- Que gusto enorme me da verte por aquí, Saga. ¿qué tal estuvo la reunión con tu hermano? Noto una diferencia favorable en tí.

- Admito que no fue fácil al principio, pero igualmente hablamos mucho y ya estamos en paz. Me hizo bien lo que ha hecho por mí, Saori. No me lo esperé... me ha ayudado a sentirme mejor y se lo agradezco como nunca. Kanon me habló de que volveré supuestamente a ocupar el puesto del Patriarca. Es por eso que he venido a verla.

- Así es. Tú eres el Santo de Oro con mayor edad y además, sé que estás muy familiarizado con las tareas. Has estado mucho tiempo aquí, ¿verdad?

El geminiano asiente con su mirada confundida.

- Pero Saori, fue Aioros quien ha sido elegido realmente para eso. Yo no hice más que usurpar el puesto que el merecía. Desobedecí la voluntad de Shion y todo el mundo lo sabe.

- Saga. No te engañes. Estoy segura que Shion eligió a Aioros como una alternativa ya que detectó tu segunda personalidad. Además, me he enterado de la reputación que gozabas antes que descienda a este mundo y me alcanza con eso. Eres un hombre fuerte con un alma muy cálida, no tengo dudas porque lo siento cuando te tengo cerca. Sin menospreciar a Aioros por supuesto, yo a él también le debo mi vida y su enorme fidelidad me ha protegido de todos los peligros a pesar de que estaba fallecido. Yo... siento que él ha hecho demasiado por mí, ¿entiendes? deseo dejarlo en paz, que esté con su hermano Aioria. Ya he visto que andan juntos para todos lados y de veras me daría mucha tristeza quebrar ese lazo de hermandad tan hermoso. Además, me harías feliz a mí si te quedas cerca mío.

- Yo te debo demasiado. Me liberaste del mal, me otorgaste tu perdón y me reencontraste con mi hermano nuevamente. Me siento muy en deuda por ser tan benevolente. Quiero regresarte cada favor, sólo de esa forma mi corazón estará satisfecho. Por eso, aceptaré nuevamente ser el Patriarca.

No pude evitar sonrojarme y sentir mariposas en el estómago. Saga toma sus vestiduras y luego se retira. Posteriormente volteé con mi mirada ruborizada para ver cómo se iba.

Estaba más que claro. Empecé a despertar sentimientos hacia él. Bah... mejor dicho, empecé a intensificar mis sentimientos hacia él. Yo lo sabía... todo comenzó en el momento de su suicidio, ese cosmos cálido y sus ojos repletos de lágrimas, mostrando arrepentimiento sincero y puro conmovieron mi alma. Mi angustia en ese entonces fue anormal, toleré mucho en silencio su pérdida... y la dificultad de estar en medio de una Guerra Santa también me jugó en contra, ya que me hizo dejar de forma abrupta mis emociones en segundo plano.

Creo que muchos se escandalizarían si supieran que hice todo esto sólo para tener a Saga cerca mío... Pero ese va a ser mi mejor secreto. Nadie lo sabrá, por ahora.

Saori Kido - Relato de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora