Aquelarre: Aullando a tu pies, luna del placer. (Ishimondo) (Parte 4).

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-¿Re... Realmente...? - Como si fuera necesario cuestionó.
-Realmente... - Mondo y a modo de respuesta le dijo, repitiendo exactamente la misma palabra dicha. Cierto o falso (aunque más cierto que otra cosa) con esto y sin pensar mucho fue directo a sus labios, besando estos con la impaciencia que sólo en él podía haber.
Le tomó con fuerza, disfrutando de su saliva a cada momento y disfrutando todavía más del ser correspondido, pues Kiyotaka presionaba con fuerza la tela de la gabardina entre sus dedos, devolviéndole el beso con la misma intensidad con la cual había sido dado.
Lo que ocurrió en continuación fue algo que, aunque obvio los dos habían estado esperando. Devorando sus labios mutuamente Mondo tomó a su novio por las caderas, deslizándolo despacio por su pene ensalivado que de a poco entraba en su apenas dilatada entrada.
El sonido de los besos se combinaba con los gemidos que comenzaban a escapar de Ishimaru conforme la erección de Oowada se iba abriendo pasó en su interior, las paredes tan cálidas se iban expandiendo alrededor de su miembro atrapándolo aquí en la sensación siempre tan reconfortante.
Cerrando sus ojos, así como su cuerpo bajaba sus brazos también lo hacían, así hasta que los tenía alrededor de los hombros del otro y con esto, algo de dolor y también incomodidad el besarse era más "cómodo" (ignorando cosas como el tupé de Oowada, claramente).

-Mierda, Kiyotaka... - como un gruñido Mondo dijo al separarse de los labios ajenos, los dos estaban jadeando y tan sonrojados, su miembro ya había entrado tanto como era posible en el otro chico y la sensación era tan cálida en los dos, tan agradable, mucho más de lo que la boca o los dedos de Ishimaru hubieran sido.

-Kyoudai... Su vocabu... ¡Mmngh!- las palabras de Kiyotaka fueron interrumpidas por la boca de Mondo, esto cuando bajó a su cuello, dejando un par de besos por este mientras acariciaba sus caderas despacio, sus dedos maltratados entre peleas callejeras y trabajos de carpintería se sentían tan bien en la piel suave de Ishimaru, eso para ambos, la sensación les encantaba mientras continuaban.
Ishimaru comenzaba a menear sus caderas encima de Oowada mientras este dejaba un par de besos sobre su cuello, los primeros dos botones del pecho fueron eliminados entre estas acciones y la piel blanca de Kiyotaka quedó expuesta mientras Mondo dejaba un par de marcas en tonos rojos y morados que en su piel y a su parecer se le veían tan bonitos.
-Mon... Mondo... - Con eso que casi sonaba como un lloriqueo Kiyo se apresuró a tomar el rostro de su novio, apropiándose de sus labios con un beso, buscándole con tanta impaciencia y necesidad.

Fue así que más pronto que tarde Mondo comenzó a embestir contra el cuerpo del monitor de pasillo, sujetándolo con firmeza por las caderas mientras este chico se aferraba a él, abrazándole con fuerza y besando esos labios que le encantaban.

-Mmgh... Agh... Mondo... - Dejaba que el más alto se encargara de todo apoyando a su cabeza en su hombro, su miembro rosaba contra su propio abdomen y el del contrario cubierto por el sarashi. El ser embestido una y otra vez se sentía tan bien, para Oowada la sensación era mucho más agradable, sentía la calidez de Kiyotaka, además de esto también podía escuchar su voz, tan erótica, gimiéndole en el oído.

Con un poco de rubor encima de sus mejillas bronceadas el delincuente siguió con lo suyo, sus dedos hundiéndose ligeramente en la piel quedando marcados aquí mientras cada movimiento daba en un lugar muy preciso en el interior de Kiyotaka, ocasionando un par de gemidos fuertes en este muchacho.

Fue entonces que llegaron a un punto en el que casi sin darse cuenta Ishimaru estaba "cabalgando" a su novio, apoyando las manos en sus hombros y buscando que diera en aquel punto tan dulce había comenzado a mover sus caderas dando un par de saltos en la polla de Oowada, quien esta vez se aferraba a sus caderas echando su cabeza hacia atrás, así como el mismo monitor de pasillo hacía. La actividad continuó por un rato más, entre jadeos y gemidos los dos tipos que ni siquiera se habían terminado de quitar el disfraz de lobo o caperucita seguían con lo suyo, ¿Qué más daba? Eso sólo lograba volver mucho más erótica y por demás rara a esa situación.
La presión abdominal pronto se hizo presente para ambos muchachos, insistente desde un principio para ese punto les anunciaba lo cerca que estaban del final.

Kiyotaka fue el primero en alcanzar el orgasmo, moviéndose un par de veces para al final, arqueando la espalda un poco con su pecho hacia Mondo cuando finalmente había llegado, la vergüenza le había invadido enseguida, a punto de pedir una y mil disculpas cuando el líquido tibio y blanquecino había manchado la indumentaria que cubría el abdomen de ambos, mas, esto no pudo ser posible a causa de Mondo, quien, a punto de llegar por igual no hizo más que abrazar a Kiyotaka a su cuerpo, empujando a sus caderas con fuerza contra este muchacho hasta que el semen fue liberado en un estallido dentro de él.
Ambos cansados y jadeando descansaron mutuamente contra el otro, habían tenido el tiempo suficiente para que la película acabara y por lo menos habían disfrutado, y demasiado, de todo eso... Aunque no exactamente de la película en realidad. ¿Qué más daba? Su noche, y su propio nuevo significado de aquelarre habían sido perfectos.

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