4: Bacchanal

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—Abismo degenerado—


—¿Por qué me tratan como si fuese alguien importante?— Fue la pregunta inmediata que ocupó el pensamiento de Sergio mientras avanzaba escoltado por dos hombres de negro.

Salieron del área de estacionamiento y llegaron una gran carpa, muy similar a las de los circos —pero esta lucía de mucho mayor presupuesto— uno de los guardias abre la cortina que da acceso al lugar, el segundo guarura le indica cordialmente el camino, Sergio ingresa detrás de el.

La primera impresión lo toma por sorpresa.

Una gran pista de baile, confeccionada de acrílico transparente con iluminación led fluorescente en la base, está delante suyo.

Las luces centelleantes dotan de una ligera visibilidad entre el tono tenue y nocturno del interior, apenas la necesaria para distinguir los rostros de las personas.

Al fondo, un DJ —por demás conocido en la capital— amenizaba la fiesta llevando el ritmo hábilmente en su tornamesa.

Las pantallas "led" detrás del artista, destellan efectos luminosos de vanguardia.

Máquinas de humo, que emiten una suave brisa nebulosa, envolvente y perfumada atrapa los sentidos; rayos láser, destellos luminosos, y pintura fosforescente multicolor, complementan el ambiente de ensueño y psicodelia.

Cientos de hermosas mujeres, en prendas sumamente atrevidas —que dejan poco espacio a la imaginación— atrapan la mirada de nuestro héroe, que no puede hacer más que admirar sus escultóricas figuras.

Las damas en cuestión, jóvenes, hermosas, sensuales y... sexuales; bailan de manera excitante evocando un erotismo digno de las más secretas páginas del Kama Sutra.

Al danzar de manera sugerente, regresan la mirada a nuestro buen Sergio. Miradas obscenas y con deseos febriles por conocerle.

Lo devoran con la mirada mientras probablemente se preguntan —¿Quién será este sujeto?, ¿Por qué lo escoltan dos hombres?— sin duda, esto representaba un poderoso elixir en aquellas hembras ardientes.

Mientras el continuaba atravesando la carpa, justo por el centro de la pista, no pudo evitar sentir las emociones desbordarse hasta el límite, no solo por su condición de ansiedad social, sino también por ser un momentáneo objeto de deseo.

Las miradas se clavaron en el como aguja en alfiletero, los nervios tomaron de rehén a Sergio que trataba de evitar el contacto visual y solo seguir a su escolta:

—¡Si quiere aquí me quedó yo! –Gritó Sergio al oído de uno de los guardias -¡Ya no se moleste, gracias!

—No es ninguna molestia señor, y es qué aún no llegamos a "su carpa"— Le contestó.

—¿Mi carpa?— Se quedó anonadado pensando mientras continuó avanzando.

A pesar de que el lugar no era demasiado grande, a Sergio le pareció como si fuese un inmenso estadio.

Engentado, pero a la vez emocionado.

Nunca antes había recibido tanta atención del sexo opuesto, lo veían con lujuria, las sonrisas candentes, miradas y señas se hacían presentes. Sergio volteaba de un lado a otro, como queriendo captar todo a su alrededor, el espectáculo era un tributo a la belleza y los excesos.

La gente bailaba con movimientos cargados de erotismo y una sugerente sexualidad implícita. Los movimientos pélvicos-semi-coitales abundaban en la pista, el "perreo" parecía juega de niños en ese momento.

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