50: Atentado

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—¿Kurnova? —se dijo Sergio para sí— ¿Quién es Kurnova? —preguntó en voz alta. Douglas permaneció en completo silencio mientras continuaba manejando.

Continuaron avanzando y, hora y media más tarde, llegaron de nuevo al hotel donde se hospedaban Sergio y Tadeo, pero no lo hicieron por la parte frontal. Entraron por un acceso lateral que daba a un callejón poco transitado. Douglas avanzó lo suficiente para hacer que el vehículo quedara lo suficientemente oculto a la vista.

—Bajen —exigió de manera seca mientras abandonaba la unidad y observaba en todas direcciones para descartar que hubiese rastros de espías— ¡Avancen! Es seguro.

Los primos obedecieron y bajaron del mueble. Douglas tocó la salida de emergencia que daba al callejón, y esta fue abierta por un cocinero del restaurante del hotel. Entraron los tres y cruzaron por la cocina sin ser molestados, era fin de semana así que la actividad en la cocina era intensa y poca importancia le prestaron al grupo de intrusos en su preciado lugar de trabajo.

Salieron y comenzaron a recorrer los pasillos adjuntos al lobby. Llegaron al elevador y lo abordaron.

Tras llegar al piso de ellos, Douglas indicó con su mano que avanzaran con paso lento fuera del ascensor y que evitaran hacer movimiento alguno. Ellos obedecieron. Douglas marcó el último número marcado.

—Llegamos al "nido" —dijo él—, repito ¡Llegamos al nido! Las avecillas están en camino. Solicito ubicación de águila madre.

—Águila en camino. El nido no es seguro, no procedas tod... —Douglas cortó la llamada.

—¿Qué te dijeron? —preguntó Sergio con las dudas que lo carcomían por dentro.

—Qué podemos proceder —declaró con falsedad.

Los dos confiaron, Douglas —orgulloso de sí mismo y terco como ninguno— avanzó por delante de ellos para establecer que el era el "Alfa" del grupo. Llegaron a la habitación de ambos. Douglas arrebató la tarjeta magnética de la mano de Tadeo y abrió la puerta. Apenas cruzó la puerta y un disparo, proveninete de la penumbra del interior, ensordeció el espacio:

¡Baaang! —se pudo escuchar, y una bala fue asestada justo entre los ojos de Douglas atravesándole el cráneo, salpicando de manera exagerada las ropas de Tadeo y Sergio, dejándolos empapados de sangre y trozos diminutos del cerebro pulverizado del tipo. Ambos se quedaron paralizados al atestiguar la fría ejecución, sin capacidad de reacción o escape.

¡Qué desperdicio de bala! —declaró una voz ronca, en un tono burlón y sarcástico proveniente de un elegante sujeto que salía de las penumbras de la oscura habitación—: Adelante muchachos, no me hagan esperar, pasen —dijo tranquilamente mientras apuntaba a Tadeo con su arma.

Ambos entraron, el sujeto se dirigió al sofá del fondo, se sentó con tranquilidad como si estuviese en su propia casa. Desabotonó su saco reluciente de color gris metálico, que contrastaba con su camisa azul y corbata negra, justo como en la visión de Sergio.

Una vez sentado, cruzó la pierna izquierda encima de la derecha; sujetó su revolver Colt 45 magnum con la diestra,mismo al que Sergio vió en los folletos, el arma que Tadeo compró y le obsequio a quien ahora amenzaba con robarles la vida.

El hombre apoyó el codo en el brazo del mueble y les apuntó directamente al par de primos espantados hasta la médula, para exclamar la siguiente frase que dejaría a Sergio helado de miedo, casi a punto del desmayo:

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