8: Cruda Moral

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Eran las once y media de la mañana.

La intensa luz del sol entró por la ventana de la habitación golpeando de manera "letal" el rostro de Sergio.

Sin más remedio, se levantó. Apenas pudo abrir los ojos, y un intenso dolor de cabeza fue lo primero que sintió.

Aquello fue como si en cualquier momento la sangre fuese a brotarle de los oídos —En sentido figurado claro está.

—¡Me siento de la chingada!— Pudo exclamar con voz entrecortada y débil acompañada de un fuerte mareo, presagio de vomito inevitable —¿Qué hora es? ¿Cómo carajos llegué?

A como pudo, logró estirar su mano a la mesita de noche y tomó su reloj, el cuál, todavía presentaba "Signos de la batalla" —manchas de vómito pues— de la noche anterior.

—¡Son las once de la mañana!, No pues me voy a dormir otro rato— Se dijo muy convencido de ello y de inmediato volvió a cerrar sus ojos.

Quiso arrojar su reloj a la mesita pero erró, el dispositivo cayó al suelo y un temible "crack" resonó, el no le dio importancia y volvió a "visitar a Morfeo".

No había pasado ni una hora cuando el teléfono sonó irrumpiendo sus sueños...

—¿Si? ¿Quién es?— Respondió más dormido que despierto.

—¡Primo! ¿Cómo andas? Ya no supe nada de ti. Me preocupe cabrón— Era Tadeo.

—Si, tampoco te vi... y pues me salí, me quedé sin ropa.

—Ja,ja,ja ¡Si! ¡Te la jalaste con eso! ¡Andabas bien mal! Ja,ja,ja—Continuó burlándose.

—Gracias Tadeo, no podría esperar más de ti.

—Ya wey, no hay pedo— Cambio su tono —¿Y como sigues?

—¡Pues bien jodido!— Bostezó —¡Wey déjame dormir! Es bien temprano

—No seas mamón Sergio— Reclamó Tadeo.

—¡¡Son apenas las once!!— Declaró Sergio firmemente.

—Si wey, las once —Hizo una pequeña pausa —Pero ¡ya es lunes cabrón!

—¿¿QUEÉ??

—Si, ayer intente hablarte todo el día y nada, lo bueno es que Yoshi te llevó a tu casa, el tenía tus llaves, y pues fui a darte una vuelta, estabas bien inconsciente primo, te pusiste "bien malote".

—Espera... ¿Qué Yoshi qué? ¿Me trajo?— Cuestionó espantado por no recordar nada.

—¿Apoco no te acuerdas wey? ¡No mames Checo! ¡A lo mejor te cogió!

—¡No, como crees!— Fingió recordar —¡Si ya me acorde! ¡Si, el me trajo!

—¡Ajá! Bueno, igual y me vale madre— Comentó dándole poca importancia —Bueno primo, me alegro de que estás bien, en estos días te caigo para platicar, hay cosas buenas.

—¿Cómo qué?

—¡Oh!, luego te cuento. Platicamos, "bye"— Y la llamada terminó, Tadeo colgó el teléfono.

Tras colgar, lo primero que cruzó por la mente de Sergio fue quitarse esa intensa resaca.

Fue a buscar en el intento de botiquín y ahí estaban, las últimas dos aspirinas, las tomó con un sorbo de agua directamente del grifo y cayó de nuevo rendido en su cama.

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