19: Dipilih Valgte

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Definitivamente, este ser, había logrado captar la atención de la concurrencia. Y después de que todas las miradas se enfocaron nuevamente en torno a el dijo:

—Se han de preguntar "¿Puede escuchar nuestros pensamientos?" y la respuesta es "si"— Asintió con seriedad —Pero descuiden, que como ya se los he dicho, esto no se trata de mí... No, esto se trata de ti, de todos y cada uno de ustedes.

—De lograr liberar todo ese potencial oculto, que sé, que a pesar de sus dudas y temores, saben que lo tienen ahí, aguardando; que está escondido, dormido, esperando a ser descubierto y ser explotado. ¿O me estoy equivocando?— Recitó e hizo una pausa —¡Contesten!— Exigió de manera autoritaria.

—¡No! ¡No te equivocas!— Contestó el auditorio de manera uniforme, como una especie de coro multi-idioma.

—¡Claro que no me equivoco!— Exclamó de manera vigorosa y un tanto arrogante —Quiero que rápidamente levante su mano aquel que, antes de estar aquí, vivió momentos de angustia y depresión, justo antes, pudo haber sido días o semanas. —Solicitó Dipilih.

Sorprendentemente, todo el auditorio levantó la mano —prácticamente al mismo tiempo— no hubo ninguno que dudara, ni uno solo que se quedara sin alzar su brazo, absolutamente nadie.

Sergio volteó de izquierda a derecha, y de arriba hacia abajo, y se percató de que todos en el lugar habían levantado su mano, tentáculo, garra, o lo que fuese...

—Véanse, mantengan su mano arriba, no la bajen, observen al "hermano" que tienen a su izquierda— Les ordenó —Ahora observen al "hermano" que tienen a su derecha —Complementó —Ahora vean hacia cualquier otra dirección.

El auditorio siguió sus ordenes casi de manera automática, y se observaron entre sí, con el brazo extendido por encima de sus cabezas, todos en ese momento fueron "iguales" a pesar de sus diferencias.

Y pese a que no podían comunicarse de manera verbal por las barreras del lenguaje, esa simple señal, ese brazo levantado, los unía en un mismo sentir...

—¡Eso es!— Expresó Dipilih —¿Ven como no somos tan diferentes unos de otros?— Añadió —No importa la distancia, no importa de donde provengas...

—No importa si eres grande, fuerte o débil. Todos padecemos, todos sufrimos...

—Y también... ¡Todos tenemos un gran destino por descubrir y cumplir, y eso, los convierte a todos, en "Hermanos" e "Hijos del Universo"— Exclamó e hizo una breve pausa —Pueden ya bajar su brazo.

Todos bajaron la mano a la orden, de una forma que parecía estar sincronizada.

—Ahora ya lo saben— Prosiguió el ser supremo en un tono más serio. —No han sido "raptados"... han sido elegidos— Dijo, y tras inspirar profundamente exhaló, y justo después continuó diciendo —El "gigante dormido" que yace en su interior despertará, y días gloriosos vendrán para todos y cada uno de ustedes —Declamó poéticamente.

—Hay una frase... muy popular en por lo menos diez diferentes planetas, que versa de la siguiente manera: "Después de la tormenta viene la calma". Pues bien, mis hermanos, deben saber una cosa... Lo peor ya pasó, las duras pruebas, los sinsabores, y demás, ya son cosa del pasado... a partir de hoy... comienza el primer día del resto de su vida... ¡Así sea!— Exclamó de manera vigorosa.

Y sin planearlo, ni haberlo solicitado, poco a poco comenzaron a escucharse algunos aplausos chocar de manera discreta, segundos más tarde, las palmadas se fueron multiplicando poco a poco hasta convertirse en una estruendosa batería de júbilo.

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