—¡Wow!— Pensó Sergio un largo rato, se quedó estático como una escultura de piedra —¡Qué mujer!
—¿Disculpe?— Una áspera voz varonil irrumpió sus cuadros mentales —¿Se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?— Añadió el guardia con ligero temor.
—¿Eh?— Reaccionó —¡No!, no, ¡ya me iba!
Y con suma vergüenza, se marchó de Hamuda Enterprises.
Todo el camino a casa se la pasó pensando en ella. La "electrizante" personalidad de la dama, y la forma en que esta le respondió saliendo del elevador, dejaron a Sergio con un singular "sabor de boca".
—Esa mujer es cabrona— Se dijo para sí, al tiempo que observaba el túnel oscuro al exterior del vagón donde viajaba.
Tan inmerso estuvo en sus pensamientos, que poco le importaron las críticas y burlas a su vestimenta durante su trayecto en el metro de regreso a casa.
Llegó a su apartamento y se dispuso a relajarse el resto de la mañana.
Entrada la tarde, tocaron a su puerta tres veces...
—"Toc, toc, toc— Sonó la puerta, enseguida, una voz se sumó al sonido —"Entrega para el señor Escalante".
Se acercó, abrió con un poco de cautela, y efectivamente, ahí estaba el mensajero.
Traía tres porta trajes de reconocida marca, cerrados y sellados con aroma a nuevo.
Extrañado por lo recibido, firmó el formulario del sujeto, tomó los porta-trajes e ingresó a su domicilio.
Fue a su habitación, colocó todo en la cama, abrió las cremalleras y ahí estaban, tres trajes completos, camisas, cinturones y varias corbatas, todo de las mejores marcas como Armandi, Versánchez, y Fucchi, la crema y nata de los diseñadores nacionales, ni todo su desordenado "closet" podría acercarse siquiera un poco al precio combinado de tan exclusivas prendas de vestir.
En uno de los porta-trajes se encontraba una nota escrita a mano...
—"Ha de ser este pinche japonés otra vez"— Pensó; tomó la nota y para su sorpresa decía lo siguiente:
—"Si vas a ser mi jefe... Al menos luce como tal"— Firmado por V.K.
—¿Esto me lo mandó ella? ¿Por qué? ¿Tanta molestia para enviarme esa nota de resentimiento?— Se preguntó inquieto y a la vez emocionado.
Y al hacerlo, comenzó con un sinfín de cuadros mentales, en los cuáles, según el, Veronika se disculpaba con el casi llorando y el, en una postura de "soy-un-macho-alfa-pecho-peludo", la sometía a su voluntad.
—"Te perdono pequeña, no sabías lo que hacias"— Era uno de los diálogos recurrentes en su fantasía; al final solo se rió, pues por primera vez, desde hacía ya mucho tiempo, se sentía contento.
Una vez que se tranquilizo y cesaron las erróneas interpretaciones románticas, Se dispuso a colgar los trajes en el armario.
Aprovechando la ocasión, decidió sacar todo lo que ya no le servía, seleccionar lo que si estaba en buenas condiciones, y planchar las prendas que le podían servir para presentarse a trabajar, después de todo, solo tenia tres trajes, debía tener más opciones de vestir.
Alrededor de la medianoche decidió poner pausa a la hacendosa labor del hogar...
—"Ya es tarde, y debo levantarme temprano"— Se dijo.
ESTÁS LEYENDO
Visitante
Science Fiction¿De dónde proviene el hombre? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cual es nuestro propósito en la vida? ¿En realidad tenemos uno? Estos, y otros planteamientos universales son abordados y respondidos al interior de este relato de ciencia ficción; la crónica de una...