No puedo recordar cuando empezó esto pero si como sucedió, era una mañana soleada en un cementerio. Había ido a ver la tumba de mi madre y cambiarle las flores a la lápida.
—Hijo de puta - Pensé mientras veía a un tipo que estaba cogiendo unas flores de una tumba.
En aquella época no creía en fantasmas ni demonios debido a que siempre he considerado lo paranormal como sinónimo de ficción y sin embargo, he tenido un gran respeto por este asunto, no es algo con lo que he querido jugar...
Camine por aquel bosque de lapidas buscando la tumba de mi madre. Aun puedo recordarla, una mujer hermosa que aparentaba una juventud que no poseía, unos ojos verdes y un cabello rubio. Mi padre por otra parte, era un viejo de cincuenta años, así que más de una vez, la gente en el pueblo pensaba que mi madre era mi hermana mayor.
Fuimos una familia feliz, hasta que ocurrió ese horrible accidente. ¿Y saben quien provoco ese accidente? Yo y mi padre. ¿¡Que como fue?! Es gracioso e irónico, mi padre quería convertirme en un verdadero hombre "para el mañana", así que me quería enseñar a conducir. Ya te lo imaginas ¿No? Si, la atropelle, y creeme que no fue un accidente muy normal, ya que cuando la acribille, su cuerpo quedo aplastado con la rueda que estaba en mi lado ¿Sabes como me sentí? Dudo que puedas realmente imaginar esa sensación...
Pero de eso ya habían pasado dos años y aun así me era difícil de superar.
Al llegar a la tumba de mi madre, deje las flores y me arrodille ante ella. No llore, ni siquiera balbucee, pero esa sensación de añoranza la seguía sintiendo... Y justo en ese momento sentí que el clima se había helado de golpe. Mire a mi alrededor, notaba que alguien o algo me estaba observando... Y entonces lo vi, sentado sobre la tumba de mi madre, un ser androgino y alado, con cabello plateado y ojos negros. Se me había aparecido un ángel.
— Lo que le hiciste a tu madre no tiene perdón. - Me dijo.
El cuerpo se me había helado. No sé si fue lo que me dijo o la situación en sí, simplemente me era imposible moverme.
— Pero ese no es tu mayor pecado. Tus pensamientos, tu interior esta podrido y es asqueroso. Cada vez que ves alguien, sea dama o barón, deseas fervientemente dentro de ti, sodomizarlas y asesinarlas de formas repugnantes. Sueñas con comerte las tripas de tu padre y abusar de la virginidad de tu prima. También has osado probar la sodomía y para complacer tu sed de sangre, mataste a una cabra de la granja de un pueblo. ¿Crees que puedes ocultarle tus pecados y remordimientos a un ser divino?
— ¡Cállate! - Ordene.
Esa criatura, fuera divina o no, definitivamente no buscaba darme buenos augurios. Sentía rabia y miedo, pero en mi interior la furia le podía al miedo.
— Pero tu sabes lo que te ha vuelto más repugnante. El disfrutar cuando asesinaste a tu madre. Sabes que amas esa sensación de éxtasis.Aquello me hizo gritar, aquellas palabras eran ciertas y al mismo tiempo mentira. Era cierto que "algo" dentro de mi disfruto de aquel accidente pero "yo" no, ¿Que hijo disfrutaría de semejante atrocidad? Era algo que me marcaría para siempre. Intente mentirme a mi mismo con que ese ángel no era más que una horrible alucinación pero como si leyera mi mente, me decía que "por mucho que no creas en el algo, no puedes simplemente derrotarla" y seguidamente sonreía. Le suplique una y otra vez que callara, le implore que si me dejaba en paz, me retractara de mis pecados pero el ángel siguió con mi tortura y miedo por miedo, fue diciéndomelos, dándome a entender que lo sabia todo.
Ahora, mientras estoy escribiendo esto, ese ser sigue a mi lado diciendo mis fobias al oído. Vivo en un tercer piso y ahora mismo, estoy contemplando la ventana de mi habitación. Lo que realmente me duele, es saber que mi acción me impedirá definitivamente volver a ver a mi madre en el paraíso pero es que la tortura que me esta haciendo este ser es realmente horrible y no puedo aguantar esta agonía. Tú, si por el casual estás en una situación parecida a la mía, te pido que te prepares lo antes posible, ya que el ángel, espera el momento justo para torturarte.
Adiós.