La noche cubría completamente la ciudad haciendo imposible la visión de cualquiera que se encuentre caminando por ahí a altas horas de la noche pero eso no pareció importarle a Eyeless Jack ya que para él todos los días eran oscuros y sin esperanza de volver a ser como era antes.
Él ya estaba acostumbrado, mejor dicho resignado, a su vida de asesino despiadado y sin corazón que hace lo que sea para calmar su tristeza.
E. Jack se encontraba caminando por la sucia y triste ciudad que algún día defendió mientras esto ocurría le apeteció comer un poco de lo que tenía en su bolsa así que saco un corazón entero, levanto su máscara y le dio un gran mordisco al órgano salpicándose de sangre y manchándose los dientes fétidos y apestosos de sangre, a E. Jack le gustó tanto ese corazón que se apresuró a comerse el resto de un solo bocado pero aún seguía teniendo hambre, así que saco más órganos de su bolsa como riñones, hígados, intestinos, tripas y muchas cosas más que si se las mostrases a alguien de seguro vomitaría al verlas.
Al terminar de comer, Eyeless se metió a un callejón y se sentó a descansar pero al escuchar un quejido se levantó y saco su bisturí dispuesto a cortar a cualquiera que se encontrara ahí. Se detuvo al ver que era un niño pero luego recordó que hace un rato comió toda su ración de una semana y tenía que llenar la bolsa de nuevo, así que no lo volvió a pensar y camino hacia el niño pero volvió a detenerse al escuchar hablar al niño.
-¿Quien está ahí? Por favor no me hagan daño, solo soy un pobre niño ciego.
Jack se quedó enfrente del niño observándolo. Luego de un rato intento hablarle, aun sabiendo que era imposible, que de su boca saliera sonido alguno pero para su sorpresa escucho el sonido de su voz que hace ya años no escuchaba. Jack se alegró al escuchar su voz nuevamente pero la alegría se esfumo al recordar que nada cambiaria.
Jack volvió a prestar atención al niño y se acercó a él dándose cuenta de que en verdad estaba ciego al parecer le habían quitado sus ojos, ya que se notaban dos cuencas vacías espantosas, como las de él.
-Niño ¿Cómo te llamas?
-Mi nombre es Brian, señor ¿Y el suyo?
El niño al parecer se encontraba asustado ya que no sabía quién o qué era lo que lo acompañaba.
-Mi nombre es Jack y dime ¿Cuántos años tienes?
-6, señor.
-Y dime ¿Como perdiste tus ojos?
Al escuchar esa pregunta el niño se puso triste pero aún así respondió a la pregunta de Jack.
-Bueno pues los perdí a los 5 años, iniciando así mi vida de ciego andante.
-¿Y como así perdiste tus ojos?
-Estaba caminando de vuelta a casa cuando un sujeto extraño me regalo unos dulces. Era la primera vez que probaba dulces y me gustaron mucho, así que le seguí pidiendo más dulces y el extraño accedió a darme toda su bolsa de dulces con mucha alegría. Me acabe todos los dulces y sin darme cuenta el extraño se había ido. Al llegar a casa, le conté a mis padres lo sucedido y no me creyeron, ya que tal vez pensaron que era mi amigo imaginario o algo así. Al día siguiente, me empezaron a arder los ojos de una manera tan horrible que parecía que me hubieran echado ácido en ellos, mis padres alarmados me llevaron al hospital y ahí me dijeron que me quedaría ciego, luego semanas después alguien o algo entro a la habitación de mis padres y los asesino y esa cosa me quito mis ojos diciéndome al mismo tiempo que ya no los necesitaba.
Jack se quedó sorprendido. Quedar ciego a tan corta edad y no tener a nadie que te acompañe. Él entendía por lo que estaba pasando y decidió no matarlo. En ese mismo instante de compasión. Algo se escuchaba en el callejón, era la música de Pop goes the weasel.