Slenderman en mi mente

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En este momento estoy escondido en una caseta en medio de un oscuro bosque, tengo asumido que en cuanto salga por esa puerta… Él, que tanto me acecha y me vigila se me aparecerá y acabará con mi vida. Incluso me manda avisos de vez en cuando a modo de chispazos o estáticas momentáneas para asustarme e incitarme poco a poco a salir de mi escondrijo... Estoy asustado. Sin más dilación procederé a contar la historia de lo ocurrido, y de verdad espero que alguien encuentre este escrito para que se sepa al menos cual fue la causa de mi muerte.

Mi nombre es Alex, soy un chico de 15 años un poco friki y con grandes dotes para el dibujo.

Amo todo lo que tenga que ver con manga y anime, además me encanta dibujar todo aquello que tenga que ver con eso. Hace un par de años descubrí al SlenderMan de casualidad en un video de youtube, tengo que decir que me pareció un personaje de lo más fabuloso, después de jugar gran parte de sus juegos empecé a informarme de todas maneras posibles sobre él, desde su historia hasta posibles avistamientos. Estaba tan obsesionado que no tarde en dibujarlo en todo tipo de situaciones acordes a él como por ejemplo a SlenderMan camuflado en un árbol y atravesando a una persona con sus tentáculos.

Tengo amigos fans también de este personaje, sin embargo no con esa obsesión loca que, sin darme yo cuenta, estaba creando en mi cabeza. Cierto día, estaba en el instituto y tras acabar la clase de Lengua le mostré a mi amigo Jorge varios dibujos de SlenderMan que había hecho en esa hora, entre ellos, el ya mencionado antes.

—Dios Alex, están muy bien hechos. –Me dijo sonriente mientras los ojeaba lentamente-.

—Gracias, aunque tal vez son demasiado siniestros y un poco gore. –Respondí con un pequeño suspiro-.

—¡Para nada! Recuerda que tratan de SlenderMan. –Me miró soltando una carcajada-.

Pero… Algo no iba bien, día a día sentía que esa obsesión me estaba destrozando, a medida que le iba dibujando o incluso jugando a sus juegos notaba como si se apoderase de mí una fuerte depresión, la cosa iba a tanto que incluso llegue a temerle, aun sabiendo que era un ser ficticio, pero a veces, al tener el móvil cerca del ordenador los altavoces de este se ponían a emitir el sonido de una estática, lo cual me aterrorizaba pensando que él estaba ahí. O cuando caminaba por una calle oscura por la noche oía pasos detrás de mí, y al darme la vuelta… No había nadie. El pensamiento de que ese siniestro ser no existía se había eliminado por completo de mi cabeza ya que, de alguna manera le sentía, siempre cerca de mí, acechándome…

Hasta en mis pesadillas estaba… Sentía que tenía prisionera a mi mente.

Un suave día de primavera fui a comer a casa de mi abuela y Jorge decidió venirse conmigo. Tras salir del instituto pusimos rumbo al edificio que, se encontraba apenas a 5 kilómetros de distancia.

Durante el trayecto dejamos apartado totalmente el tema de SlenderMan ya que, desde hace unos días me encontraba algo mejor. Hasta que llegamos a la casa… Entramos al hall, estaba un poco oscuro pero una pequeña y tenue lámpara iluminaba al menos los muchos espejos que habían.

Jorge, a modo de broma pintó con pintura negra que traía en su bolsillo un símbolo que me resultaba muy familiar en uno de los espejos.

—¡¿Qué demonios haces?! –Le grité enfurecido al reconocer ese símbolo-. ¡¿Por qué dibujas el símbolo de SlenderMan?! ¡Así puedes invocarlo!

Una antes oculta furia comenzaba a emerger desde mis adentros, ese dibujo volvió a recordármelo absolutamente todo y sentía que mi cordura se estaba resquebrajando cada vez más y más al observarlo y el miedo volvía a introducirse ferozmente en mi cabeza. Pero Jorge me cogió con fuerza y con una mirada seria me dijo:

—¡Alex, ya basta! ¡Él no existe! ¿Me oyes? ¡No existe, supéralo de una vez! –Me chilló intentando dejarlo claro a más no poder.

Yo no podía hacer más que asentir y hacer que pareciera que estaba bien, pero por dentro sabía que era justo lo contrario, ver ese símbolo de nuevo me había devastado por completo. Subimos las escaleras en silencio y a paso ligero, mi abuela debía estar impaciente. Pero cuando llegamos la puerta estaba abierta y no había nadie en casa, estaba absolutamente vacía. Pensando que aún no había llegado, cosa extraña en ella, nos asomamos al balcón. Hacía un día muy gris y nuboso acompañado de un frío helador, el viento rugía como nunca y las calles se encontraban solitarias, sin un alma apenas, como un pueblo fantasma. Solté un fuerte y aliviador suspiro al ni sentir si quiera la presencia de la criatura cerca y decidí volver a entrar. 

Así lo hice pero nada más poner un pie dentro me quedé pálido como una hoja de papel, en uno de los cuadros de la habitación estaba dibujado con sangre el horrible símbolo y mi amigo… había desaparecido.

—¡Jorge! –Grité mientras salía corriendo para buscarlo-.

Pero apenas salí del edificio cuando sentí una fortísima estática que inundaba mi mente a la vez que reventaba frenéticamente mis oídos y caía al suelo. A duras penas, pues esa especie de estática me nublaba completamente la visión, alcé la vista y pude contemplar con horror y asombro como ante mi erigía una figura altísima, con una delgadez superior a la de una anoréxica, humanoide, vestida con un oscuro traje negro con corbata roja, unos brazos increíblemente largos acabados en unas manos fuertes y grandes con afiladas garras. Entonces… vi su rostro. Bueno, más bien su no rostro, puesto que en su cara no había nada, estaba totalmente exenta de expresiones faciales, ni ojos, ni boca… Nada… Me quedé embobado viendo con dificultad como el SlenderMan sostenía entre sus manos los sangrientos miembros mutilados del cuerpo tenebrosamente despedazado de Jorge. Me es imposible describir con palabras el horror y el miedo que se apoderaba de mí en ese instante, mi cuerpo estaba totalmente paralizado y de mi garganta solo salía sangre, ni una palabra, ni un ligero sonidito apenas.

En aquel momento pude comprobar como mi cordura se quebró entera y la estática que se apoderaba de mis cinco sentidos acabo por hacerme perder el conocimiento y caer desmayado.

No sé cuánto tiempo pasó después de ese incidente, solo sé que me desperté en medio de la nada, totalmente perdido y confundido entre los siniestros arboles de un oscuro bosque.

Desperté con el estómago revuelto y con una mente devastada, apenas podía pensar con claridad, no sabía que estaba ocurriendo, lo único que mi mente me revelaba eran las horribles imágenes del cadáver de Jorge sostenido por la criatura. 

Al rato me decidí a caminar con el objetivo de encontrar algo y poder salir de esa asquerosa pesadilla.

Todo el bosque estaba en silencio, lo cual me aterrorizaba bastante y no podía dejar de temblar. Notaba como la densa oscuridad palpaba mi cuerpo, incitándome a pensar en lo peor… Pero de repente, vi algo a lo lejos que parecía una farola, pero según me iba acercando volvía a notar de nuevo esa frenética estática y no me percaté de que estaba caminando en dirección a SlenderMan hasta que lo tuve justo enfrente de mis llorosos ojos. Solté un fuerte grito y salí corriendo en una dirección cualquiera, solo quería salir de ahí y que acabara este sufrimiento, que cada vez se hacía más eterno.

Y… Aquí estoy, en una cabaña que encontré hace apenas unos minutos. No puedo aguantarlo más, la única forma de acabar con esto es saliendo y dejar que me mate de una vez, ahora eso es lo que ansió y deseo, morir. Fíjate, el que esté leyendo esto hasta que extremos es capaz de llegar esa horrible criatura, el SlenderMan… El solo pide mi alma, a cambio dejaré de sufrir así que, se la entregaré.

Si estás leyendo esto yo ya habré muerto, por eso te daré un consejo: JAMAS SE TE OCURRA BUSCARLO, ÉL SIEMPRE TE VIGILA.

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