Me veo forzado a acudir a esta comunidad para contar mi historia, en vista de la negativa de las demás personas a creerme. No tengo forma de comprobar la veracidad de mi testimonio, pues como leerán más adelante, es casi imposible demostrarlo. He llegado a un estado mental que casi raya en la locura, y a veces, para calmarme, intento obligarme a pensar que todo fue un sueño. Sin embargo, el miedo que me acosa es tal que no se lo desearía a otra persona, y precisamente por eso quise contar mi historia a todo aquel que pudiera, aún a sabiendas de que no me creerían; muy probablemente me considerarían un demente o, en el mejor de los casos, un bromista. Y así fue. Por eso, amigos, no desechen por completo la historia que les dejo a continuación, puede que algún día (yo espero que no) se encuentren en esta misma situación.
Recuerdo bien ese sábado, el reloj marcaba alrededor de las 3:30 p.m. Afuera hacía mucho calor, casi no había nubes en el cielo que impidieran el paso de los rayos del sol. No se antojaba salir para nada, por eso decidí quedarme en casa, viendo t.v., alguna película, leyendo, qué sé yo. Mis padres no estaban, habían salido a una reunión con sus compañeros de trabajo y seguramente tardarían en volver.
Bajé a la sala y encendí el televisor. Los programas me parecían ridículos, por no decir estúpidos, así que lo apagué. No tenía ganas de leer ni de mover un solo músculo, así que hice lo que cualquier otro hubiera hecho: entré a internet. Esperaba encontrar algo interesante y entretenido, algo que me sacara de mi apatía y se llevara mi aburrimiento. Revisé mi correo electrónico (qué buen comienzo, ¿no?) en busca de algún mensaje de alguno de mis amigos. ¿Y qué encontré? Spam. «¡Qué fastidio!», pensé, mientras revisaba cada uno de los remitentes para bloquearlos.
Y cuando abrí el último mensaje, una imagen llamó mi atención. La imagen era una caricatura que mostraba a un showman señalando a un individuo joven, un adolescente, que estaba bañándose. Detrás de ellos había una multitud que se reía, aparentemente del joven. Al parecer, el joven estaba siendo grabado para entretener al público.
«¿Un reality show? ¡Tremenda idea se acaban de inventar!», pensé irónicamente mientras leía el cuerpo del mensaje. Se trataba de un reality show transmitido por internet, las 24 horas del día, los 365 días del año. Dentro del mensaje había una frase que no podré olvidar:
«Carlos A. Hernández R.:
¿Piensas que has visto el 99% de las páginas de internet? ¿Quieres ver algo nuevo y excitante? Entra a wegotyou.com y vive una experiencia única en su tipo. Te aseguramos que quedarás atónito con lo que verás, Alberto».
¿Cómo demonios habían conseguido mi nombre? ¡Yo jamás había entrado a esa página, ni siquiera la conocía! ¿Acaso investigaban los datos de las personas a quienes les mandaban mensajes? Y si sabían mi nombre, seguramente también conocían otros de mis datos: teléfono, dirección, datos de mis familiares, nombres de mis gatos. «Si tienen mis datos personales, nada les impide compartirlos con quien quieran, y darles el uso que quieran», pensé. Mi seguridad, y quizás la de mi familia podrían hallarse en riesgo. Debía averiguar qué era wegotyou.com y a qué se dedicaba.
Escribí en la barra de direcciones el nombre de la página; estaba furioso por la poca seguridad que tenemos hoy en día. La página a la que accedí estaba en un idioma totalmente desconocido para mí. Las palabras consistían en una serie de trazos semejantes a letras orientales. En el centro de la ventana se encontraba un único botón de color verde, que al hacer clic te redirigía a otra ventana en donde se mostraba un cuadro de video. Al hacer clic en el botón verde, fue cuando todo comenzó.
El video que mostraba empezó con un showman hablando hacia una multitud que estaba enfrente de él, como en esas series de televisión en las cuales el público está presente. Al parecer, ese hombre estaba presentando el programa de ese día… o la víctima de ese día. Está de más decir que me extrañó que el correo electrónico me lo hayan enviado en español, y que en ese programa hablaran un idioma totalmente diferente. Tras una breve sesión de aplausos, un telón que estaba de frente a la audiencia se abrió y dejó ver una pantalla, en la cual comenzó a correr un video.