Capítulo 2

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Capítulo2:

Sol:

-Sol, recoge la mesa de la comida y luego hacéis lo que queráis pero por favor meted los platos enjuagados en el lavavajillas ¿eh?- 

-Sí, enseguida lo hacemos, adiós mamá- contesté entrando en la cocina, con lo que quedaba por recoger de la mesa.

-Os quiero, no hagáis mucho el loco. Me voy a trabajar. Pasadlo bien.-

- Adiós tita, que te sea leve- dijo Victoria cerrando la puerta, con una radiante sonrisa.

Mi madre se fue como todos los días, hasta agosto, a trabajar. Y como mi padre esta fuera por la mañana debido al trabajo también, estábamos las dos solas en casa. Victoria y yo enjuagamos los platos y los metimos en el lavavajillas entre risas y algunos salpicones que después limpiamos. Luego nos echamos un rato en el sofá a ver la tele mientras nos atiborramos de helado.

Luego empezó a hacer más calor. Y estar en casa se hizo insoportable. Así que cogimos nuestras cosas dispuestas a bajar a la piscina.

- Sol, mira, mira la piscina. ¡¡Está ahí!!- Vic me llamó desde la terraza, ha visto a Miguel en la piscina, estoy segura.

Miguel, el chico del que llevo enamorada más de 2 años que me quita el sueño y que probablemente no sepa ni que existo, y si lo sabe me conocerá como "la vecina de arriba" y nada más, dudo hasta que recuerde mi nombre...

-¡¡Shhh tía!! ¡¡Que aquí se escucha todo!! ¡Y vive ahí abajo!- dije en un susurro señalando al patio del bajo de Miguel.

- Corre, vamos a la piscina- se rió por lo bajo y me cogió de la mano arrastrándome al interior del apartamento para salir hacia el portal y luego a la piscina.

Aunque tenga 16 años sigue comportándose como una enana y yo que tengo 18 pues le sigo el juego. Bajamos a toda prisa por la escalera del primero, a punto de caernos riendo, como siempre.

Y de repente me choqué contra alguien, claro, como vamos siempre a lo loco no me extraña. 

- ¡Uy perdona! Lo siento, no se ni a donde voy - le respondí entre risas sin mirar, cuando levanté la vista me iba a dar algo, es el chico de la playa.

- Hola preciosa, no pasa nada, tengo la sensación de que ya te he visto ¿no? ¿No eres la que paseaba en la playa esta mañana? - oh mierda se acuerda de mi, creo que me estoy poniendo roja.

- Aa-aah, N-no se, no me suelo fijar en la gente que veo en la playa, bueno hasta otra eh, que me están esperando - torpe, torpe, ¿porque huyo? Estoy temblando, ¿que tiene ese chico que me hace tartamudear?

Dios que ojos, no son de un color muy especial, pero son preciosos. Victoria me está esperando fuera, ¿por qué se ríe? Será tonta, le voy a pegar. La torta se la lleva, me río resignada y salgo.

Edu:

- Bueno pues ya estamos totalmente instalados ¿no muchachos? - dijo mi padre soltando las dos maletas en el salón muy satisfecho de si mismo.

- Pues supongo que si - yo entré cargando con la sombrilla de la playa, la nevera y un par de bolsas. No se como lo había hecho Fran, que parecía un mulo.

Entró a trompicones por el salón, con la bolsa de la playa colgada a un lado, su mochila a otro, su maleta particular y las sillas de playa. Dio un traspiés al tropezarse con la pata de la mesa del comedor, casi se mata y aun con la cara de susto empezó a deshacerse de todos los bultos que llevaba, amontonándolos en un rincón.

- No vuelvo a cargarme de esta manera ni aunque me lo pidáis de rodillas...- se quejó

- Anda Fran, no me exageres que eres mi única salvación estos días en los que estos dos vagos de mi casa no quieren ayudarme - le contestó mi madre entrando por la puerta de la casa, cerrando tras de sí.

Mi padre y yo intercambiamos una sonrisa cómplice, mientras Fran miraba resignado al suelo. No le quedaría otra que agradar a mi madre en las próximas semanas, es su naturaleza, no puede dejar de ser un caballero.

Terminamos de instalarnos, ya en serio. Deshicimos las maletas e inspeccionamos la casa. Al rato Fran se había hecho con una tarrina de helado y el mando de la tele.

- Tío, ¿te hace darte una vuelta por la urbanización? Ya sabes, para situar las cosas... Aunque la verdad es que esto muy grande no es...

- ¡Qué va! Estoy muerto, me he hinchado de recoger cacharros y... Servir a tu madre... - las ultimas cuatro palabras las dijo en un susurro, con cara de susto - Vete tu tío, y ya me enseñarás mañana o cuando sea...

- Va, va, bueno pues disfruta del heladito eh.- dije riéndome de él.

- Que gracioso eres ¿no? Tsss

Cogí mis llaves y salí a las zonas comunes, estuve un rato subiendo y bajando escaleras, entrando en todos los portales y explorando las instalaciones deportivas. Hasta que el calor se hizo insoportable. 

Cuando volví a mi portal, escuché a dos muchachas riendo y bajando por las escaleras corriendo, iban tan aprisa que me choqué con una de ellas cuando iba subiendo hacia mi ático.

«No puede ser» pensé. Lo es. Es Ella. La chica guapa de la playa. Es inconfundible. ¿Vive aquí? ¡Dios que suerte tengo!

- ¡Uy perdona! Lo siento, no se ni a donde voy - me dice entre risas sin mirar, cuando levanta la vista le cambia la cara, se ha puesto roja, que bien le queda, está aun mas guapa si se puede.

- Hola preciosa, no pasa nada, tengo la sensación de que ya te he visto ¿no? ¿No eres la que paseaba en la playa esta mañana? - me hago un poco el loco, pero se perfectamente que es ella, ahora sí que está roja.

- Aa-aah, N-no se, no me suelo fijar en la gente que veo en la playa, bueno hasta otra eh, que me están esperando - que tímida es, ¿ha tartamudeado? Dios, aun no se su nombre, ¡se va! Joder, ahora tendré que esperar de nuevo a la próxima vez que la vea para preguntarle...

- ¡Adiós eh! - no creo que me haya escuchado, ya ha salido.

Entro en casa. Ya se un par de cosas, uno, es muy tímida y dos, vive aquí. Genial... Creo que voy a arrancar a Fran del sofá, y vamos a ir a la piscina.

Tormentas de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora