Capítulo 29

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Capítulo 29:

Edu:

Después de mi segunda declaración y nuestro casi beso, ya no sabía con certeza que era lo que Sol sentía por mí. Es cierto que lo de Miguel está muy reciente, demasiado reciente, y no quiero presionarla. También hay una duda que me corroe, ¿me había dejado casi besarla por despecho, o en realidad quería hacerlo porque siente algo por mí? Jamás llegué a pensar que pudiese llegar a angustiarme tanto por nadie… Además está Damián, cuya felicidad me escama, ¿le habría “prometido su corazón” Sol a él, con sus gestos y actos, como había hecho conmigo?

Aparté ligeramente esos pensamientos de mi cabeza cuando entramos en la piscina y la vi. Me sonrío con sus perfectos labios rosados y con el brillo ese tan especial de su mirar. Automáticamente, le devolví el gesto.

Decidimos bañarnos todos y cuando nos levantamos de las toallas Damián se rezagó para decirle algo a la distraída y decaída Victoria. Aproveché esta ligera ventaja sobre él para acercarme a Sol por detrás y susurrarle al oído:

- ¿Qué tal está mi Solecillo?- dio un respingo al notar mis manos en su cintura, le ardía la piel del sol. Rápidamente se deshizo de mi sujeción y se dio la vuelta en busca de mi mirada, pero sin soltarme las muñecas.

- Mejor, mucho mejor, supongo que ayuda el que no le haya visto aún- me contestó con esa sonrisa que me enamora, mas dejando un sabor amargo a mis pensamientos ya que, aunque lo esté superando, aún le recuerda…

De mi ensoñación me liberó el hecho de que Felipe se hubiese lanzado con Iris en brazos al agua, cosa que nos hizo girarnos. Esta era la mía. Aún Sol me asía de las muñecas, y gracias a ello pude empujarla hacia el bordillo, con intención de arrojarla al agua. A mi pesar, ella mantuvo el equilibrio y aunque algo sorprendida por mi intento, consiguió forcejear conmigo con tremenda destreza.

En ese momento, alguien me traicionó, o más bien intentó ayudar a la otra parte contendiente. Loreto acababa de empujarme, y perdí pie por ello, cayendo al agua aún agarrado a Sol a quien, de forma ineludible, arrastré conmigo. Cuando salimos del agua, Damián acababa de lanzar a Loreto, haciéndole una burla desde el bordillo y ganándose acto seguido un empujón de Victoria. Aquel cayó estrepitosamente de bruces contra el agua, en un sonoro planchazo. Tras esto, Victoria gritó:

- ¡Bien! ¡He ganado! – Damián la salpicó contrariado, y después de él los demás, hasta que con un grácil salto de cabeza, finalmente se zambulló en la piscina.

Nos echamos unos largos, tuvieron lugar algunas ahogadillas y además un irritante exceso de atención por parte de Sol a Damián. ¿Pero, se puede saber que hace? ¿Qué clase de circo es este, y por que me da la sensación de ser el único payaso aquí? Espero que solo sean cosas mías…

Finalmente salimos, nos secamos y cada cual se fue a su casa a comer.

Victoria:

No ha venido. Se ha rendido. Le he rendido. ¿Y si Lore tiene razón?, ¿y si fue su manera de demostrarme su amor eso de venir a verme anoche? Pero no, no podía ceder, no iba a ceder, no otra vez.

Tormentas de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora