Capítulo 26

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Capítulo 26:

Felipe:

Ver a Iris de nuevo completó mi día. Aún no me puedo creer que por fin me haya atrevido a decirle lo que siento. No era el mejor momento, supongo, por lo de Sol, pero necesitaba que supiese que la quiero. Y me ha salido bien, muy bien.

Damián y yo subimos a su casa, no hemos visto a Fran y a Edu por lo que supongo que  nos los hemos cruzado, y que ahora estarán con las chicas. Edu va a ser un gran punto de apoyo para Sol. Se entienden genial y él la ama con todas sus fuerzas.

Luego está este rubio de aquí… Damián. Está demasiado callado, pensativo, planea algo, lo sé, no en vano soy su mejor amigo. Noto que el azul intenso de sus ojos tiene un brillo extraño. ¿No será…? No creo… no creo que vaya a ir a por Sol ahora que está hundida, no es tan rastrero ¿verdad?

- Damián, ¿en qué piensas? – le dije cuando ya estuvimos solos en su habitación.

- ¿Yo? ¿Qué? Nada… - contestó rehuyéndome la mirada.

- No me mientas, sabes que no eres capaz de engañarme. ¿Es por Sol? – dije en un susurro

- ¿Por qué tiene que ser por Sol siempre?- dijo susurrándome también, en estas casas se oye todo.

- ¿Y cuando no lo es? – suspiró ante mi comentario.

- No es nada, Philip, de verdad, solo que…

- Solo que ahora está sola y has visto el cielo abierto para ti, ¿no es eso? -  dije esperando que lo negara

- Pues…

- ¡Por el amor de dios Damián! ¿En serio? No puedes hacer eso, Sol ahora no está en condiciones, deberías saberlo y más con lo que le ha pasado, ¡necesitará tiempo! No son las formas Damián… no se puede cambiar de pareja como de chaqueta.

- Es que me da igual, Felipe, ya llevo esperando mucho tiempo, voy a estar ahí con ella cuando me necesite, voy a ser su mejor amigo, y cuando esté bien, seremos inseparables y me querrá, acabará por quererme, ya lo verás.

- Puf… no se… tú sabrás lo que haces…

Victoria:

Después de pegar el portazo y correr pasillo adentro, Iris y Loreto me recogieron en el cuarto en el que estaban. A mí o a lo que quedaba del pudin lloroso en que me había transformado. Desde luego que hoy estaba siendo un día horrible, pero yo no lloraba de pena o de dolor. Solo lloraba de rabia, «¿cómo pueden ser así todos?» era el único pensamiento que me rondaba la cabeza, junto con «debí haber aprendido la primera vez. Tonta, que te pasa esto por estúpida enamoradiza». Mientras intentaban tranquilizarme, Sol se unió a nosotras. Les conté lo vivido en la cocina.

-¡Pero bueno! ¿Qué pasa? ¡Parece que nos hayan echado alguna clase de mal de ojo! ¿No van a dejar de pasar cosas malas hoy, o qué? – dijo Sol cuando acabé.

- La pena es que no puede echársele la culpa a un mal de ojo. Habría que echársela a todo tío viviente en el mundo, que son todos iguales y de una manera u otra siempre acaban reventándote el corazón – dije sin control alguno sobre mis palabras.

- Bueno… no todos son tan malos… - apuntó Iris evidentemente refiriéndose a Felipe.

- ¿Ah no? ¿Y todos esos años que estuvo Felipe jugando contigo y con Lara qué, eh? – se queda pensativa, quizás le haya hecho daño… espero que me lo perdone…

- Sí Victoria, es cierto que son inconscientes e inmaduros la mayor parte del tiempo, pero la realidad es que nos gustan, y si te quieren, te quieren de verdad, sin dobleces, aunque lo expresen y nos traten de esa forma tan bruta que tienen de ser… - las palabras de Loreto me dieron que pensar.

A pesar de haberle rechazado la primera vez, Fran había vuelto a mí… ¿me querrá de verdad? Bueno, de todas formas le he dicho que no quiero verle más. No se si habrá solución a esta ruptura de nuestra relación de amor-odio, amistad o lo que sea... Loreto continuó, dejándonos ver sus verdaderos sentimientos.

- … además al menos vosotras sabéis que os quiere alguien…Yo sin embargo… debo ser más que fea, porque cualquier chico que me guste se fija en otra…- decía triste la chica de los ojos verdes, morena, despampanante. Me quedé atónita ante su confesión. ¿En serio se ve fea?

- ¿Cómo que se fija en otra, a qué te refieres? ¿Damián está enamorado de otra? – dijo Sol, hilando conceptos. - ¿Y como está tan ciego? Seguro que tú vales mil veces más que esa.

- Sí, Sol, está enamorado de otra, y tú podrías ser la que me explicara lo de la ceguera, porque tú estás igual de ciega - le contestó. Iris y yo parecíamos estar en un partido de tenis mirándolas alternativamente. Creo que ambas sabíamos lo que Loreto iba a decirle a Sol

-¿Cómo?

- Que no puedo competir con la otra, Sol, no puedo, porque la otra eres tú.

Sol entró en absoluto estado de shock, abrió los ojos de par en par y comenzó a mirarnos a las tres sucesivamente, como intentando buscar explicaciones en nuestros rostros.

Tormentas de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora