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Amaya

Tenía el arma sobre la cabeza de Cristian.

— Mira cagón de mierda, si estás hablando mentira juro que te mato— le grito, odio que me mientan de esa manera, y si es mentira lo que esta diciendo es una broma de muy mal gusto.

— Diciéndote la verdad o la mentira sé que me vas a matar como quiera— rie—. Y tengo que disfrutar los últimos minutos de mí vida viéndote sufrir.

— ¡Habla buena mierda!

— Ay mira pendeja, tus amenazas no me asustan. Y sí, si dije que Matt es tu papá, es tu papá. Jamás mentiría con algo así, o, ¿acaso crees que si fueras mi hija te dijera algo así? Definitivamente que no, si te digo esto es porque quiero que seas feliz con tu verdadero padre, ahora déjame ser feliz a mí.

— Matarte es lo que quiero idiota— le amenazo con el arma.

— Yo también, perra— saca un navaja de su bolsillo para clavarmelo en la barriga pero antes de que lo hiciera le disparé justo en medio de la frente, lo único que pudo hacerme fue una rasgadura en el brazo izquierdo.

— ¡Amaya!— Richard me mira decepcionando—. ¡¿Qué hiciste?!

— Lo maté, ¿acaso no se nota?— le digo con sarcasmo.

— ¡Ya sé que lo mataste Amaya!— me grita—. No debiste hacerlo, era un desgraciado pero nos podía servir de mucho.

— ¿Es que acaso no te diste cuenta? Quería matar a tu hijo y aún así sigues defendiéndolo— no sé qué le está pasando a Richard, no sé si me desaparición lo ha vuelto más idiota o ha sido el mismo trauma.

— Amaya, eso no justifica que lo hayas matado.

— Sabes qué Richard, jodete.

Salí del sótano. Sentía que un gran peso se me había quitado de encima.

— Amaya, tenemos que hablar— Richard viene detrás de mí.

— ¡No quiero que me molestes Richard! Ahora no— le digo.

— Amaya deja de ser tan terca— me toma bruscamente del brazo haciendo que nos miremos fijos.

— ¿Qué, demonios, quieres?— le digo en pausas.

— Amarte— me muerde el labio inferior.

— Eso no me va a hacer cambiar de parecer.

— Entonces llamaré a Bryan y le preguntaré como está Gema. No te molestaré más— toma el teléfono y llama a Bryan.

Toma postura de modelo con el teléfono en mano.

— ¿Qué hay Bryan?— menea la cadera—. Está bien, te esperamos— cuelga.

— ¿Tan rápido hablaron?— río.

— En unas horas le dan el alta, así que les iré a preparar un buffet— se coloca su delantal, que en verdad es mío.

— ¿Y no piensas darme un bocado de eso?

— No, dejaré que mueras de hambre— sigue su camino.

— ¡Ojalá te salga un orzuelo!— me echo al suelo—. Malo.

Escuché que tocaron la puerta.

— ¿Quién?— abro.

Matt había llegado con una señora más o menos de su edad y muy parecida a mí.

— ¿Quién es ella?— le encaro a Matt—. ¿Crees que porque eres mi padre ahora tienes que traer a todas tus mujeres acá? Te equivocaste, así que se van.

— Es Belén, Amaya— ríe apretando los labios—. Tu mamá.

— ¿Mamá?— sentí una sensación de abrarla pero me contuve.

— Amaya mi amor—  ella viene a abrazarme—. Tenía miedo de no verte aunque sea por última vez.

— Yo estoy aquí Belén, no te pongas triste porque me vas a disfrutar hasta que la muerte nos separe— le digo.

— Ay Amaya— ella se queda mirándome por un momento—. Te vi por última vez recién nacida y te vuelvo a ver y ya tienes una panza casi dando a luz; ¿quién es el padre?

— Ah, no tiene padre. Llegó a mí barriga por un milagro— bromeo.

— Vamos Amaya, tienes el mismo sentido de humor que Matt pero no es relajo, quiero conocer al individuo que te desvirgó.

— La verdad que no sé dónde pueda estar quien me quitó la virginidad.

— ¿No fue el padre de tu criatura?— queda confundida.

— No, fue un novio que tenía cuando tenía 12. Vengo batallando desde temprano, lo sé— río.

— ¡Dios mío Amaya! Eso debió ser el convivir con Terra, ¿puedes creer que ya tenía sexo a los 9 años? Y era la que organizaba las orgías en el colegio.

— Sí, ya eso lo sabía— reí—. ¿No quieren pasar?

— Yo sí— Matt entró rápido.

Tomé a mí mamá de la mano y entré con ella.

— Richard— le llamé—. Esta es Belén, mi mamá.

— Hola suegra— le da un beso en la mejilla.

— ¿Así que este es el guapetón del padre de tu hijo?— ríe.

— Así es, soy el guapetón— Richard pone cara de orgullo.

— Me imagino que Matt y tú tienen muchas cosas por hablar— les digo, para irme y dejarlos solo.

— Deberían hablar un poco, en lo que Amaya y yo vamos a hablar de un asunto— Richard me toma de la mano a nuestra habitación.

— ¿Qué sucede?— me sienta en nuestra cama.

— Estaba pensando— dice nervioso—. Ya que estás acá, y tenemos 4 meses de comprometidos, ¿por qué ya no nos casamos?

— ¡Estás loco! ¿Al menos no puedes esperar que deje de estar gorda?— me puse nerviosa, obvio que quiero casarme con él aunque tengo miedo.

— Estás hermosa así, yo me quiero casar contigo antes de que nos pase algo peor, quiero que si me toca morir ya haya cumplido con mi sueño de tenerte como mi esposa.

— Tengo miedo Richard, tengo miedo a que me falles como lo hizo Pedro. Sufrí mucho con él, al ser ese imbécil el asesino de mí primer hijo.

— Amaya, yo jamás cometería un acto como ese mi amor, no soy un criminal.

— Como quiera, tengo miedo. Perdóname Richard, te amo mucho pero no pienso casarme contigo por ahora— le respondo tan fríamente, y pude ver como sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Nos casamos el sábado— se levanta rápidamente.

— ¡Espera! ¡¿Qué?!— salgo corriendo detrás de él—. ¿Qué te pasa?

— Ya te dije, nos casamos en tres días y no quiero peros— baja al sótano.

— Esto es injusto— sigo caminando detrás de él—. No puedes obligarme a casarme si no quiero.

— De luna de miel lo haremos en el barco 20 veces sin parar— me propone.

— Está bien, acepto. Me caso— me quedo pensando como serán esas 20 veces

— ¡No puede ser!— Richard empieza a estrellar todo.

— ¿Qué sucede amor?— intento calmarlo.

— Angela se escapó— dice furioso.

Observo bien el lugar y no estaba por ningún lado, nada más que el cuerpo muerto de Cristián. La felicidad se nos había acabado, la perra de Angela se había escapado.

Criminal |Richard Camacho| (2MO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora