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Richard


Subí corriendo las escaleras a tomar mis armas y chaqueta. Amaya me peleó para que me quedara, estaba asustada, pero aún así decidí tomar las llaves de mi camioneta e irme no sin antes dejar un beso en sus labios y una caricia en su vientre.

Llegué a ese asqueroso lugar en menos de lo que pensaba, bajé de mi auto y me acerqué decidido.

Encendí una linterna y entré a la cafetería que se encontraba vacía y a oscuras. Sostuve firmemente la pistola entre mis manos, apuntando hacia delante y a los rincones. El silencio del lugar me ponía más alerta de lo que ya estaba y sabía que cualquier ruido que se produjera en ese espacio aparte del sonido de mis pasos contra el suelo debía ser esa maldita. Llegué de inmediato a la cocina, está vacía.

¿Dónde podría estar Angela? El local era pequeño y el segundo piso era un lugar demasiado obvio para esconderse, así que debe estar en ese tétrico hospital debajo del sótano.

Bajé las escaleras hacia la estancia que compartía con su supuesta tía. Toqué el interruptor de las luces pero éstas no encendían, di unos pasos y pisé algunos cristales, apunté con mi linterna hacia la lámpara de techo y estaba totalmente rota.

— ¿Estás jugando a las escondidas a oscuras conmigo?— dije esperando que me escuchara.

— Talves...— escuché de repente.

— ¡¿Dónde te escondes, desgraciada?!

Su risa se escuchó por todo el lugar, su voz provenía de algún altavoz escondido, ella podía verme de alguna forma. Creo que me había estado observando desde que llegué aquí, así que perseguirá mis pasos.

— No te alteres, mi querido Richard— susurró con ese tono dulce que me asqueaba—. Este juego será fácil, sólo debes encontrarme.

— Sabes qué pasará si lo hago— le amenazo.

— ¡Ay! ¡No seas tan malo conmigo, Richard!— gritó con tono aniñado—. Así no es como se debe tratar a una dama.

— ¿Angela?

— ¿Sí?

— Te voy a matar.

Localicé la cámara en una esquina del techo, puse firme el arma en mis manos y le disparé, dañandola al instante.

— Vaya— su tono de voz había cambiado a uno más serio—, así que por fin decidiste ponerte los pantalones, Camacho— su silencio me provocó escalofríos—. Bien, te espero.

La comunicación se cerró entre nosotros. No perdí el tiempo y patee la puerta que llevaba al pasillo del hospital. Saqué una segunda pistola de mi cinturilla y como Matt me había enseñado hace unos meses, apunté a las puertas que pasaba poniendo atención en ambas miras, fijando un objetivo: Angela.

— Sabes que eres para mí, no te quiero compartir con esa mustia de Amaya.

— Vete al infierno.

— Estoy en el desde que te metiste con ella... Desde que conocí a esa maldita... Queriendo ser ante todos “la mejor” cuando sólo es una bastarda.

— ¡Cierra la boca!

Cada palabra que decía me ponía cada vez más furioso, sentía como la sangre comenzaba a hervir de la ira en mis venas y los latidos de mi corazón aumentaban debido a la adrenalina.

Giré en un recodo, encontrándome con un pasillo oscuro. Una de las puertas del fondo dejaba salir un rayo de luz por la parte baja. Me fui acercando poco a poco hasta colocarme junto a esta. La empujé lentamente sin dejar de apuntar adentro con mis armas.

Criminal |Richard Camacho| (2MO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora