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— ¿De quién demonio estás hablando Richard?

— ¡Qué eres Angela! ¿No te da vergüenza Sabaneth?— me alteré, no podía creer que esta idiota podía ser quien me imaginaba quien era.

— Richard, te juro que no sé de qué me estás hablando te lo juro. No sé quién es Angela, no conozco a nadie llamado así.

— No te hagas la loca que ya sé muy bien quien eres.

— Yo soy Sabaneth Johnson, la chica que conociste hace semanas. No soy la tal Angela esa quien dices que soy. Creo que estás demente y estás viendo muchas películas, ¿a quién se le ocurre desconfiar de mí? Si vamos a empezar una relación te pido por favor que aprendas a confiar en mí.

— Yo desde un principio desconfié de ti, cuando empezaste a actuar extraño. ¡Ah! Otra cosa, tú y yo no tenemos nada, que me hayas besado no quiere decir que estemos juntos y te advierto, no lo vuelvas a hacer, ¿sí?

— Richard creo que estás loco. Ok, ya entiendo que no quieres nada conmigo, deberíamos darnos un tiempo y así piensas bien si quieres estar conmigo o vas a seguir esperando a que tu novia resucite de entre los muertos.

— No sabes lo que estás diciendo Sabaneth, si fueras un hombre ya te hubiera marcado mi puño en tu cara, pero no voy a cometer un feminicidio contigo, porque seguro eso es lo que andas buscando que me lleven preso.

— No quiero nada malo para ti Richard, yo solo quería ser tu amiga desde un inicio y como vi que las cosas dieron un giro inesperado quise intentar algo contigo, pero vi como que estuve yendo muy rápido y sientes que debería darte más espacio.

— No voy a seguir discutiendo contigo. ¿Por qué no terminas de llevarme a tu casa? Me muero por conocerla.

— A eso veníamos, vamos.

Seguimos caminando por los escombros que quedaron de cuando se derrumbó el muro.

Entramos a la supuesta cafetería y estaba allí la señora que habíamos visto con Matt la vez que derribamos el muro.

— Buenos días oficial— me saluda muy cortés la señora de la otra vez.

— ¿Oficial?— Sabaneth se queda curiosa—. ¿Ustedes dos se conocen?

— Para nada— digo—. Supongo que me ve cara de oficial y me llamó así, ¿no señora?

— Sí señorito. ¿Es tu novio Sabaneth?

— No tía, pero hay posibilidades de que pronto lo sea— Sabaneth me abraza, no sé si matarla o dejarla que siga con su locura.

— Ay mi niña, de verdad que es un hombre muy guapo, no estaría nada mal que salieras con una persona así— la señora me sonríe—. ¿Desayunaste chico? Te puedo preparar algo rico de comer.

— No tengo hambre, no se preocupe— no estaba allí para estar pendiente a comida o no, ya que estaba cerca, quería buscar pistas de donde tienen a Amaya.

— Si Richard come algo, no te puedes ir de aquí sin probar los deliciosos sándwiches de mí tía— Sabaneth prepara una mesa para dos.

— En un rato se los preparo.

— Volvemos enseguida tía— Sabaneth me toma por el brazo y bajamos unas escaleras que nos llevaron a un sótano amueblado como un apartamento pequeño—. Este espacio es mi pequeño hogar.

— Nunca me imaginé que este lugar tenía algo increíble oculto—. me quedo sorprendido, si esto está aquí, quien sabe que otras cosas más habrá debajo de toda esta falsa.

— Acá vivo con mi tía. La verdad la casa es de ella y como iba a entrar a la universidad tuve que buscar un espacio cerca de esta y mi tía me abrió las puertas de su pequeño apartamento y trabajo con ella en la cafetería de vez en cuando.

— ¿Qué tanto tienes que no la ayudas? Digo, porque siempre te la pasas detrás mío.

— Ay que chistoso que eres Richard, sabes muy bien que casi ni te busco, tú eres quien me buscas a mí y no quieres admitir todavía que pasan cosas entre nosotros.

— No vuelvas con ese tema ¿sí? Que no soporto escucharte hablar de cosas sin sentido.

— No quiero escucharte más insensible— pone los ojos de loca—. ¿Por qué no tomas asiento? Iré a ver si mi tía ya preparó el desayuno.

— No hay problema.

Aproveché que se fue y empecé a revisar todo su “apartamento”. Todo parecía estar normal.

Cuando entro a lo que parecía ser su habitación todo me resultaba muy sospechoso. Justo en su guardarropas había una puerta con candado. Tenía que entrar ahí sí o sí. Sabía que ahí detrás estaba la respuesta, la que llevo buscando hace meses.

Sentí un movimiento extraño y volví a donde ella me había dejado.

— Aquí está nuestro desayuno— coloca la bandeja en la sala de estar.

— Sabaneth, necesito que hablemos.

— ¿Qué me quieres decir ahora Richard?— sus manos empiezan a temblar.

— ¿Sabes qué?— me acerco a ella—. Creo que fue un tonto desde un inicio, lo siento. Me puse a pensar y me di cuenta, que entre nosotros debe pasar algo, quiero que estemos juntos Sabaneth, ¿qué dices?

Criminal |Richard Camacho| (2MO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora